Fernando de Szyszlo Valdelomar (1925-2017) murió el año pasado a los 92 años dejando al partir un legado artístico insuperable. Magnífico. Fue, lo he mencionado muchas veces, un peruano universal al mismo tiempo que un militante a tiempo completo de la peruanidad y su destino.
“La vida sin dueño”, el testimonio personal que empezó a escribir a los 91 años, es un libro notable, inspirador, por sus páginas transitan los personajes y las ideas más importantes que le han dado sostén a la cultura del Perú contemporáneo.
Gody, como lo llamaban sus amigos más cercanos, fue hasta el final de sus días un animador cultural de polendas. Su postrero “arreglo de cuentas” resulta un relato cordial, respetuoso en extremo con los amigos y personajes que conoció y por momentos conmovedor, sobre todo cuando recuerda a Blanca Varela, su primera esposa y a Lorenzo, el hijo de ambos fallecido en un fatídico accidente de aviación.
Lo recomiendo, se trata de un libro encantador, bien enhebrado y reflexivo en todo momento –la muerte, el amor, el arte, la vida están presentes desde una mirada íntima, muy personal. Por sus páginas desfilan Sérvulo Gutiérrez, el poeta Westphalen, Sologuren, Arguedas, las hermanas Bustamante, el arquitecto Cartucho Miro Quesada, la peña Pancho Fierro, sus amigos Mario Vargas Llosa y Octavio Paz, Doris Gibson, Eielson, Sartre y Simone de Beauvoir a quienes el artista frecuentó en París y muchos creadores y protagonistas del siglo que hemos dejado atrás.
Me apasionan las memorias, pero esta me ha gustado en grado superlativo: tal vez por la pulcritud del relato y la vitalidad de su autor, un hombre que a los 92 años manejaba por la carretera, a toda prisa y en dirección a Paracas, un Mercedes Benz último modelo. Y con su mujer, Lila, al lado.
“Todo lo que pienso sobre lo que sucede después de la muerte es simplemente la nada, dice al final de su travesía interior, que para mí es la inexorable justicia, igual si es premio o castigo. Cumplir el ciclo: nacer, vivir, morir”.
Soberbio Szyszlo, ejemplar por donde se le mire.
La vida sin dueño
Memorias
Alfaguara, 2016
284 páginas