Mi opinión
Alcides d’Orbigny, francés en Sudamérica por encargo del Museo de Historia Natural de Paris y autor de “Viaje a la América Meridional”, no recorrió mucho tiempo, en rigor, el Perú. Su periplo naturalista lo condujo, muy joven por Uruguay, Brasil, Paraguay, Argentina, Chile y principalmente Bolivia, país que lo tiene entre sus más notables exploradores científicos.
El año pasado tuve la suerte de visitar en la ciudad de Cochabamba el Museo de Historia Natural que lleva su nombre, magnífico repositorio de la flora y fauna boliviana que fuera declarado en el 2014 Patrimonio Cultural y Natural del Estado Plurinacional de Bolivia.
Lo he dicho por aquí: me encanta Cochabamba, una ciudad intermedia entre La Paz y los llanos bolivianos donde atesoro muy buenos amigos, entre ellos Tamara Jacobowitz, propietaria del simpático Jaguar House Hostel, mi gentil anfitriona durante mi paso por su país rumbo a la Chuquitanía y el Pantanal.
Les dejo esta simpática nota aparecida semanas atrás en el cochabambino diario Opinión que da cuenta de una nueva ruta de naturaleza, ecoturismo y turismo rural entre la ciudad republicana y el Beni, otro lugar extraordinario en el vecino país.
Disfrútenla, Cochabamba está a tiro de piedra. Merece ser visitada.
“Tan pronto el torrente se hallaba de tal suerte encajonado que nos veíamos forzados a trepar por las laderas y a andar de precipicio en precipicio, pasando y repasando el torrente, luchando contra la corriente más impetuosa y metiéndonos en el agua hasta la cintura. Aquí era preciso construir una balsa para atravesarlo, acullá, abrirse paso con hacha en mano por entre bosques enmarañados», describe el famoso naturalista francés Alcides d´Orbigny sobre una región, hasta entonces (siglo XIX) des-conocida en Cochabamba y sigue: «Se me reveló un horizonte inmenso: los últimos repechos de las montañas…bajaban serpenteando lentamente hacia un mar de verduras sin límite, el cual estaba formado por las florestas de la llanura. Busqué un río y lo encontré, era este, como el puerto que aparece al navegante al cabo de una prolongada travesía, era el resultado de mis cálculos, el triunfo de mis ideas, un tributario en fin del río Securí (Secure), que yo había dejado cerca de la Trinidad de Moxos”.
Aquel paisaje que d´Orbigny describe con emoción y sorpresa se encuentra en Cochabamba; oculto en medio de las cordilleras es una selva virgen esperando ser visitado. La entrada se realiza por Tiquipaya, subiendo hacia el norte y siguiendo la ruta que trazó el explorador francés hace más de 100 años.
Nuevo turismo, nueva ruta
La idea surgió de la mano de Linda Morató, propietaria y gerente de la empresa consultora y operadora de turismo Bravo & Co Morató, junto a su marca de promoción denominada Destinos, busca diseñar nuevas rutas paradisiacas en el país.
Después de varios años en el exterior, Linda -que es profesional en Turismo- comprendió y valoró la importancia de desarrollar expediciones planificadas, gestionadas y sostenibles. “Mi pasión por el turismo rural me ha motivado a trabajar de manera voluntaria y a contribuir con los municipios de Cochabamba, entre los más relevantes Omereque y Tiquipaya”, dice Morató.
Este paraíso terrenal se encuentra entre las poblaciones de Torreni, Entre Ríos, Totolima, Porvenir y Carmen Pampa. El proyecto fue bautizado como “Ruta d´Orbigny en los Yungas qhochalos de Tiquipa” y el27 y 28 de julio realizó la primera expedición oficial al lugar.
En 2016, cuando Linda ingresó a la zona descubrió el inmenso potencial que había para desarrollar ecoturismo. Los inmensos bosques verdes, las cascadas que descienden desde lo alto y las nubes que cubren el cielo y gran parte de las montañas hacen de este sitio un espacio de ensueño.
El visitante puede disfrutar de diferentes microclimas, en función de los pisos ecológicos, de acuerdo a la altura que va desde los 2.500 a 2.750 metros sobre el nivel del mar en la zona de valle; de 2.750 a 4.000 m.s.n.m. en la ladera; de 4.000 a 4.800 m.s.n.m. en la puna de la cordillera hasta descender a los Yungas a 1.700 m.s.n.m.
Uno de los principales atractivos de la zona es la gran presencia de aves endémicas, muchas que fueron descubiertas recientemente. Por eso mismo, esta guía pretende ser una ruta propicia para los estudiantes de Ornitología, Biología y carreras afines.
El camino continúa hasta ahora siendo bastante rudimentario, pero la idea es seguir los mismos pasos que d´Orbigny cuando realizó su expedición desde Cochabamba hacia el Beni para estudiar la naturaleza y las comunidades indígenas que habitaban en los poblados del lugar.
Con el apoyo de la empresa Bravo & Co Morató, la Alcaldía de Tiquipaya y profesionales ornitólogos se realizó -el año pasado- una investigación científica donde se descubrió la presencia de varias especies propias del país como: colibrí negrito (Aglaeactis pamela), comesebo negro (Diglossa carbonaria), gran colibrí (Pterophanes cyanopterus), existencia de cóndores y tucanes de pico acanalado (Ramphastos vitellinus), entre muchas otras especies vulnerables.
Trabajo en comunidad
Uno de los objetivos de abrir una nueva ruta hacia esta zona es incentivar el turismo comunitario sostenible respetando el ecosistema natural y evitando cualquier impacto ambiental negativo.
Desde la época de d´Orbigny el camino cambió, ahora se puede ingresar en movilidades 4×4 hasta una locación próxima al destino final. El resto del trayecto se debe recorrer caminando mientras se aprecia el incomparable paisaje.
Los pobladores se dedican en su mayoría a la apicultura y la producción de rocoto. Con ellos se realizó una labor minuciosa durante dos años para socializar la actividad y entablar una relación amistosa de trabajo. “Para el fortalecimiento de nuestro emprendimiento, entre el 2017 y 2018 se hicieron varios talleres y capacitaciones en el área de gastronomía internacional con productos locales, administración de albergues comunitarios, atención al turista y sensibilización turística en las comunidades de Porvenir y Jaitasir. Tuvimos muchas limitaciones en el acceso al camino principal para llevar material logístico, además de las condiciones climatológicas del área, pero igual fuimos constantes y logramos la participación activa de varias comunidades”, dice Linda.
La misión principal de la expedición , además de fomentar el desarrollo del turismo comunitario en Bolivia, es contribuir a la investigación científica orientada a la conservación de la naturaleza en sus diferentes ramas.
“Al percibir la inexistencia de apoyo y fomento de políticas turísticas hacia nuestra zona, decidimos trabajar de manera independiente, voluntaria y con nuestros propios recursos económicos. Con esta filosofía, estructuramos lazos estrechos laborales y amigables con los dirigentes de las poblaciones, con el firme propósito de formar un tejido empresarial local, facilitando al turista las condiciones adecuadas de hospedaje, alimentación, transporte, guía e interpretación natural y cultural, entre otros de talla internacional”, asegura Morató.
Las mismas familias del lugar son las encargadas de preparar la alimentación y bebidas para la comercialización directa al visitante. “Creemos que, con nuestro trabajo y apoyo, se contribuirá a la creación de empleos extras para la población local. De esa forma se puede evitar la migración de la juventud a ciudades y países vecinos”, explica.
Los senderos de la investigación
La principal motivación del francés d´Orbigny era hacer un estudio detallado de la flora y fauna que existía entre Cochabamba y Beni. Le fascinaba la biología y estudiar a las especies que iba encontrando en el camino.
Bajo ese mismo concepto, la expedición que se realizará la siguiente semana busca convertirse en una actividad enriquecedora para estudiantes, investigadores y visitantes.
Además, el año pasado se realizó el convenio con el Club Ornitológico Cochabamba y se hicieron gestiones para buscar apoyo del Viceministerio de Turismo de Bolivia, la Asociación Boliviana de Ornitología (ASBOR) y la Embajada de Francia.
La ruta comienza en la cabaña El Montañero ubicado en la zona Montecillo Bajo, del municipio de Tiquipaya. Ahí se recibe a los visitantes con un desayuno buffet americano.
Continúa subiendo la cordillera hasta cruzar el Parque Nacional Tunari y desde ahí se desciende a las zonas bajas hasta encontrarse con los paisajes y bosques yungueños de la población Totolima, donde se sirve un almuerzo exótico.
Después, se da inicio a la primera observación de aves y grabaciones de cantos. Luego de una hora y media de recorrido se llega a la comunidad Porvenir para la cena y al día siguiente se procede con el segundo avistamiento de aves utilizando la técnica de observación directa y armado de redes. Al finalizar la tarde se retorna a Tiquipaya.
Sin duda, una ruta que espera ansiosa por los aventureros que se animen a conocer más de nuestro país y sus paraísos aún inexplorados. l