Mi opinión
Siempre es un gusto toparse con Alejandro Balaguer, fotorreportero y divulgador ambiental de gran recorrido por nuestro continente. Sus crónicas de viaje y sus proyectos de avanzada en pro de la conservación de la biodiversidad que guardan nuestros territorios son siempre bienvenidos por esta casa que es suya y la de tantos otros locos como él que siguen apostando por la salud y larga vida del planeta que habitamos con tanto desparpajo. Abrazos desde Lima hasta Panamá, querido Alejandro, que el viaje siga siendo infinito.
Dieciocho horas volando alrededor del mundo, veintiún horas en tren por el Gran Desierto de la India, trece horas en camello a través de las dunas que hacen de frontera con Pakistán. Sediento, reseco, polvoriento, oliendo a masala, a sudor de camello, con el cuerpo roto pero el corazón contento; finalmente llego a destino: la legendaria ciudad de Jaisalmer.
Vista desde el páramo sediento, trazado por dunas y parcelas sembradas, rodeada de una serie de muros y torres fortificadas, Jaisalmer se eleva sobre el desierto del Thar como estampa de la Mil y una Noches, y me regala una vista inolvidable. En una colina que domina toda la extensión de la ciudad amurallada, sepulturas de techos de piedra donde descansan antiguos nobles de Jailsalmer contrastan con un oxidado parque de diversiones que convoca al pueblo.
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