Mi opinión
En las alturas del Cusco, allí donde empieza a reunir sus aguas el poderoso Apurímac, el río que permite el nacimiento del Amazonas, se encuentra Tres Cañones, una de las geografías más subyugantes del sur andino peruano.
Milagro de la naturaleza y morada de poblaciones vinculadas desde antaño a la tierra, Tres Cañones se convirtió en el año 2017 en una de las primeras Áreas de Conservación Regional establecidas en el más visitado de nuestros departamentos. Mis amigos de la ONG ACCA y del gobierno regional, que venían insistiendo en el establecimiento del área tantísimos años seguidos, saltaron en un pie de alegría.
No era para menos, con la creación del ACR Tres Cañones se daba un paso sustantivo en la consolidación de una estrategia de conservación regional pergeñada con antelación y a punta de consensos por el gobierno del Cusco en varios periodos; suceso, sin duda, inédito en nuestro país.
Me da mucho gusto por ello que los compañeros de Coporaque y Suyckutambo, en la provincia de Espinar, estén empezando a pintar con empeño el lienzo que soñaron cuando comenzaron a trajinar por los pasillos de las dependencias públicas exigiendo el reconocimiento del área regional y que estén consiguiendo el necesario apoyo de la cooperación internacional para lanzarse con fundamentos al mercado turístico.
Acabo de visitar otra provincia cusqueña, la de Quispicanchi, allí los nativos harakbut, yines y machiguengas, de consuno, están haciendo lo propio para gestionar de buena manera la Reserva Comunal Amarakaeri, otro tesoro de la naturaleza y el trabajo tesonero de las generaciones.
Valoro sobremanera los esfuerzos que se vienen haciendo desde el Estado para entregarle a las propias comunidades la gestión de sus destinos. Ese es el camino a transitar. Lo están haciendo los cusqueños con afán y mucho apoyo, buenísimo. Hay que aplaudirlos y confiar en sus buenos oficios.
Les dejo este lindo artículo de Milagros León, del Programa de Pequeñas Donaciones del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (PPD) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la institución que apoya la iniciativa de turismo rural en Tres Cañones. Se nota lo bien afiatado que está el equipo de trabajo del PNUD y la pasión que le ponen a lo que están haciendo. En la receta del cambio que queremos, ese ingrediente resulta fundamental. Saludos desde Puerto Maldonado.
A cinco horas de Machu Picchu, las comunidades de una reciente iniciativa de conservación trabajan para crear un modelo sostenible de gestión turística. Se trata del Área de Conservación Regional (ACR) Tres Cañones, un lugar en el que confluyen los ríos Apurímac, Callamani y Cerritambo y dan origen, literalmente, a tres cañones. De ahí su nombre.
Para las familias que habitan sus casi 40 mil hectáreas, Tres Cañones alberga vida, historia y la esperanza de un futuro mejor. Para todos los demás, un tesoro aún por descubrir.
En el 2017, luego de un proceso de consulta que tomó cerca de 10 años, sus comunidades, con el apoyo de la sociedad civil, lograron el reconocimiento como ACR por parte del Estado Peruano e iniciaron el camino hacia un desarrollo sostenible basado en el turismo planificado. Un verdadero reto para una región que recibe anualmente más de 1.9 millones de visitantes de todo el mundo.
Con la creación del ACR se busca “promover la conservación de la biodiversidad y de los espacios y recintos arqueológicos que forman parte de esta área, al mismo tiempo que se contribuye a mejorar la calidad de vida de las personas”, señala Maria Isabel Cazorla, gerente de Recursos Naturales del Gobierno Regional del Cusco.
Maravilla natural
Tres Cañones es una cabecera de cuenca que abastece de agua a Cusco, Arequipa y Puno. Posee una altitud que va desde los 3500 a 5000 msnm y abarca dos distritos de la provincia de Espinar: Coporaque y Suyckutambo.
En este último, dos organizaciones han empezado a desarrollar iniciativas con el objetivo de mejorar sus vidas aprovechando sosteniblemente los recursos naturales.
Gracias al apoyo técnico y financiero que reciben del Programa de Pequeñas Donaciones del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (PPD), que implementa el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) con el respaldo del Ministerio del Ambiente (MINAM), buscan inspirar a más comunidades.
Preparando el terreno
Una de ellas es la Asociación Qoñi Wasi, conformada por 10 familias que durante el último año se han preparado para ofrecer servicios turísticos de calidad. Ahora están listos para recibir visitantes.
Celso Ancco fue uno de los primeros en acondicionar su vivienda para hospedar viajeros. “Poco a poco he mejorado mi casa para recibir más turistas”, afirma mientras camina por el ecolodge que construyó a punta de sueños y constancia.
En su casa todo es natural: la comida, la energía y el amor por la naturaleza. Junto a Soledad Ccallo, su esposa y aliada desde hace 10 años, han hecho de la gastronomía local uno de los atractivos de la zona.
“El turismo es un trabajo a largo plazo, no podemos ver sus beneficios de la noche a la mañana”, afirma Celso.
Roca Fuerte es otro albergue que dirigen Epifania Taype y Melitón Arotaype, una pareja que decidió construir su hogar en las faldas de un bosque de piedras y ahora ofrece paquetes de turismo vivencial.
“Siempre había escuchado del turismo pero no sabía que podía trabajar en esto. Ahora he descubierto que sí se puede y estoy segura que vamos a lograr nuestros sueños porque nuestra tierra es una verdadera maravilla”, confiesa Epifania.
Raíces sanadoras
La otra iniciativa es liderada por Wiñay Choqquechampi, asociación que elabora productos medicinales a partir de plantas nativas hasta ahora desconocidas como el chijuro, el japacho, el ajotillo y el choqquechampi.
Hace 30 años, Delfín Colque descubrió por primera vez que la tierra por la que caminaba, custodiaba alimentos verdaderamente poderosos. Desde entonces surgió el sueño de crear este bionegocio. Con el crecimiento del turismo, cada vez está más cerca de lograrlo.
“Esta zona es muy rica en biodiversidad. Las plantas crecen por encima de los 4000 msnm, soportan temperaturas extremas y poseen propiedades curativas que hacen posible su incorporación a la actividad económica de las familias”, resalta Oscar Olazabal, biólogo que asesora a la comunidad en sus planes de propagación y generación de valor agregado.
La aventura de conservar
Suyckutambo es un paraíso natural hecho de piedras. Gran parte de su territorio está compuesto de impresionantes formaciones rocosas de origen volcánico y restos arqueológicos que conviven con la flora y fauna del lugar. Entre los principales sitios se encuentran Kanamarca, Mauka Llaqta y Taqrachullo. Este último declarado Patrimonio Cultural del Perú, desde donde se tiene la mejor vista a la zona de los cañones.
“Tres Cañones es uno de los pocos lugares que reúne restos de la cultura pre-inca, inca y colonial”, señala Raúl Condori, un entusiasta guía local.
Durante el recorrido se pueden encontrar rodales de puya Raimondi y bosques de Queñua que crecen misteriosamente entre las rocas. Además, con un poco de suerte, los visitantes logran ver pumas, tarucas, venados, vizcachas y vicuñas en estado natural.
Con estas características no se puede negar que es un lugar ideal para los deportes de aventura. Caminatas, rapel, canotaje, cabalgatas, parapente, escalada en roca, trail running y ciclismo son algunas de las actividades que se pueden desarrollar en las formaciones rocosas que alcanzan hasta 80 metros de alto.
Pero eso no es todo. Por la noche, cuando la naturaleza descansa, Tres Cañones se convierte en el destino soñado de los amantes de la astronomía y la fotografía.
Empleo para todos
Según la ONU, el 10% de los puestos de trabajo en el mundo son generados por el turismo. Involucrar a los actores locales en el diseño de la oferta turística garantiza la generación de empleo decente e inclusivo.
Las experiencias de Qoñi Wasi y Wiñay Choqquechampi son una pequeña muestra de lo que se puede lograr en Tres Cañones si se apuesta por un turismo sostenible y participativo, en el que mujeres y jóvenes tengan más oportunidades para mejorar sus vidas.
“Aquí las mujeres tenemos talento y lo estamos aprovechando para tener trabajo y asegurar nuestro futuro y el de nuestros hijos”, afirma Epifania.
En la agenda del desarrollo
Para uno de los 17 países más megadiversos del mundo, el turismo es una increíble oportunidad de desarrollo que no se puede desaprovechar. Incluso el Grupo de los 20 países industrializados y emergentes (G20), en su última reunión realizada en junio de este año en Japón, destacó el turismo como el motor del desarrollo y uno de los principales contribuyentes del PBI mundial.
El reto pendiente es que las comunidades locales se beneficien directamente de la actividad turística. Por eso, el PPD trabaja junto a Condor Travel Wings y el Centro Bartolomé de las Casas (CBC) asesorando el diseño de circuitos y la articulación con agencias de viaje.
Para Norma García, especialista del CBC, el objetivo es lograr “que las comunidades puedan autogestionar sus recursos de manera sostenible y brinden servicios turísticos que contribuyan a mejorar la economía local”.
Resaltamos el aporte que estas iniciativas están generando para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Se espera que generen evidencias que permitan su réplica y escalamiento para que sus beneficios se extiendan por toda el área de conservación y otras zonas similares.
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El Programa de Pequeñas Donaciones del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (PPD) es implementado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) con el respaldo del Ministerio del Ambiente de Perú (MINAM). Hasta el 2020, concentra su trabajo en las zonas más vulnerables de Arequipa, Cusco, Puno y Tacna.