Mi opinión
El Cholet B&B Havana, dicen sus propietarios, es un edificio diseñado con las peculiaridades que tiene la cultura aymara: mágicos colores, envolventes a la vista y chillones como las mantas de las cholas, colores que aún prevalecen en la naturaleza y se los usa como tintes naturales de la lana, detalles en los muros como figuras geométricas asimilando la Chakana Aymara (Cruz Andina). El Cholet B&B Havana también ofrece el servicio de tours guiados a La Feria 16 de Julio, un paseo en Teleférico, recorrido conociendo los cholets” de la ciudad de El Alto y vista del evento conocido como las Cholitas Luchadoras.
Los habitantes de la ciudad de El Alto, en Bolivia, una megalópolis de más de un millón de habitantes ubicada en una meseta ligeramente ondulada de la Cordillera Oriental, no se dan respiro, trabajan de sol a sol para construir, acaso sin saberlo, uno de los emporios comerciales más poderosos y dinámicos de esta parte de América del Sur.
Los jueves y los domingos la Avenida 16 de Julio, la arteria más importante de la ciudad altiplánica, pero también las calles aledañas y hasta el populoso sector de La Ceja, se convierten por arte de magia en un mercado persa, en un bazar de extramuros donde es posible encontrar desde la manecilla del reloj que el abuelo dejó en herencia hasta comprar -a precio de feria- un camión recién traído de China. O una casa para ser habitada de inmediato en cualquiera de los barrios de la urbe cuyo crecimiento no se detiene.
En la Feria de El Alto, Marco Polo podría pasar desapercibido y usted podría volver a casa habiendo gastado mucho menos que en Walmart o en El Corte Inglés. Y haber comprado muchísimo más…
Cholets para el mundo
En este Zoco altoandino donde las mamachas, las damas mayormente aymaras que visten polleras de colores brillantes y aguayos*, son las encargadas de las ventas en plena vía pública, se produjo, a inicios del nuevo milenio, una de las revoluciones culturales y arquitectónicas más importantes de la nueva Bolivia: el nacimiento de los cholets, esos edificios de colores estrambóticos y fachadas cubiertas de vidrios –o de losetas importadas de Macao- que se elevan sobre el techo del mundo para mostrar a los incrédulos los bríos de la nueva burguesía boliviana.
Freddy Mamani Silvestre, el constructor aymara de 45 años que se puso a la cabeza del movimiento contracultural -espontáneo diría Roy Manuel Condori, propietario de un cholet que es también un hotel, el primero en su género en el mundo- es muy claro cuando afirma que “en la lógica de sus propietarios los cholets tenían generan prestigio y también dinero” por eso es que los suntuosos edificios tienen una planta baja donde se pueden instalar negocios de todo tipo o un salón de eventos que se alquila para bodas, quinceañeros, desfiles de belleza o cualquier otra actividad que se mida en gasto y cajas de cerveza hasta donde se pueda.
A la planta baja –galerías o salón de eventos- se le superpone un tercer o cuarto piso donde viven los familiares de los dueños y en el último piso, maravilla de la arquitectura andina post-moderna, se levanta la casa de los propietarios, un chalet con tejado a dos aguas visible para todo el mundo que lo tiene todo: sauna, a veces piscina, solario, parrilla o una cancha de fútbol. Lo que las pretensiones del nuevo rico deseen.
En el primer cholet-hotel del mundo
Roy Manuel Condori es un empresario de éxito. Mejor dicho, es un empresario exitoso hijo a su vez de otro empresario de armas tomar. Su padre, comerciante alteño por definición, supo levantar un negocio familiar que el primogénito de la familia está en la obligación, filosofía aymara de por medio, de hacerlo crecer y mucho.
En el 2008 los Manuel Condori adquirieron el cholet de la importante avenida 16 de Julio –epicentro de la feria de El Alto- que han convertido en un hotel confortable, versátil, a la medida de las necesidades de los viajeros de paso por La Paz, que llegan –o tienen que venir- obligatoriamente a la ciudad ubicada sobre los cuatro mil metros de altura. No lo había mencionado, en El Alto se encuentra el Aeropuerto Internacional Jorge Wilsterman de La Paz, Bolivia.
En suma, lo escucho mientras terminamos de instalarnos en el último nivel del Cholet Havana Bed & Breakfast, el hotel de su familia es un alojamiento moderno cuya razón de ser no es otra que el haber sabido interpretar lo que manda el mercado. Roy, escritor de pluma e ideas firmes a pesar de sus 28 años, es licenciado en hotelería y turismo por una importante universidad de La Paz y exhibe en su currículo cargos de peso en el sector público y privado del renovado turismo boliviano.
Sabe.
El salón de eventos del Havana
Setecientas personas pueden ingresar con comodidad en el amplio salón de eventos del Cholet B&B Havana, pisos de losetas, columnas firmes, arañas, maceteros, sistemas de iluminación modernísimos, altillos para las orquestas y los fisgones, incluidos.
En las fiestas alteñas la cerveza corre como los ríos de este mágico país enclavado en los Andes, lo comenta Sara, la simpática anfitriona que me conduce por las instalaciones del hotel, y es costumbre aymara chorrear un poco del líquido antes de los brindis de reglamento. Para los habitantes de El Alto -alteños y migrantes- son los espíritus tutelares los que deben recibir los primeros espumarajos de la bebida que tanto gusta por estos lares antes de dar rienda a los regalos, el baile, los festejos y las chanzas.
Para ella, para Roy y para los demás aymaras que voy conociendo en estos días de tránsito por esta ciudad la ch’alla es un rito insustituible.
Los cuadros de la artista Sofía Monroy con pinturas de mujeres aymaras ataviadas con hermosos aguayos y sombreros típicos decoran los pasillos que me llevan a las confortables habitaciones de los pisos intermedios.
Para Roy, estudioso de la llamada arquitectura andina o transformer o cohetillo o aymara, como se le ha llamado indistintamente al modo constructivo que Mamani convirtió en producto Made in El Alto, los cholets para ser verdaderamente cholets deben tener un primer piso para el salón de eventos y un chalet en el último. Los que no tienen estos dos ambientes, que los hay en El Alto y en otras ciudades bolivianas, no son cholets. Punto.
Un hotel a la medida del pasajero moderno
Las habitaciones del Cholet B&B Havana que en todos los pisos giran alrededor de un estupendo comedor y una sala de estar con todos los artilugios de la modernidad, son propios de un hotel boutique. Aquí el dispendio y el “horror al vacío” que es propio de los Nazca, una cultura peruana vinculada a Tiahuanaco (Tiawanaku), son el sello de identidad. Todos los rincones del bed and breakfast están cubiertos de detalles y alegorías que convierten la experiencia de quedarse en sus instalaciones en una experiencia museística. El Cholet B&B Havana, utilizando una definición que seguramente los lectores peruanos sabrán entender muy bien, es un retablo. Un retablo vivo.
La idea de Roy y sus familiares es que los visitantes puedan utilizar la cocina para prepararse sus propios alimentos mientras esperan el retorno a su país, si eso es lo que prefieren. De allí que ese espacio, esté completamente habilitado.
Las vistas desde las habitaciones que dan a la avenida 16 de Julio son sencillamente espectaculares: la ciudad cuyas calles, viviendas, edificios y cholets desentonan para fundar un orden basado en el personalismo de los que los construyeron, se muestra a sus anchas dejando ver a un lado los picos nevados de la Cordillera Oriental y el manto interminable de la puna, ese paisaje ríspido e insurgente que caracteriza a esta geografía de nuestro continente.
Cualquiera diría que el diseño de las cabinas del Teleférico de La Paz, cuya primera línea unió la Estación Central con la Estación la 16 de Julio, en El Alto, fue pensado en que haga tono con el diseño kitsch de los cholets y muchos edificios de la ciudad que visito. Desde la terraza del chalet convertido en salón de estar del Cholet Hotel de la familia de Roy las cabinas del estupendo servicio de transporte público paceño circulan por el cable convirtiendo el ambiente en una sucursal de un casino en Honk Kong o el salón de juego de un crucero por las islas del Caribe.
Roy Manuel Condori, acuérdense de ese nombre, viajeros. El muchacho se va a convertir muy pronto en una referencia de la cultura alteña del siglo XXI. Coincido con él cuando afirma que los cholets, más que una apropiación de la cultura tiawanaku por parte de la población actual de El Alto, son una representación personal, íntima, de cada uno de sus constructores, por lo general comerciantes que viajan por el mundo para importar productos de todo tipo a esta parte del planeta. Y traen de sus viajes conceptos estéticos y vanguardismos que suelen imponer en sus edificaciones.
Tiene sentido, los nombres de cada uno de ellos –porque cada cholet es bautizado con un nombre propio pos sus inquilinos- aluden por lo general a una estética distinta a la precolombina: Optimus Prime, Flamencos, Crucero del Sur, Ricky Rincón, Alexander, Havana.
Ese inmovilismo cultural que le gusta tanto a los exégetas de lo andino no es lo característico de un poblador -por no decir un empresario- que hace muchos años se mueve por el mundo con la misma desfachatez con que convirtió El Alto, una ciudad de apenas once mil habitantes en la década de los cincuenta, en una urbe que tiene la capacidad de sostener la economía de una parte del país que se ha proclamado, con orgullo, plurinacional y rebelde.
Grata visita a un hotel -un bed and breakfast pulcro y exquisito- en uno de los primeros cholets de una ciudad vocinglera y desafiante. Disfrútenlo, les dejo por aquí un cúmulo de fotos para que ellas definan mejor que yo la experiencia Cholet B&B La Habana.
Buen viaje, gocen El Alto.
*En Bolivia ese es el nombre que reciben las llicllas que utilizan las mamitas de la sierra sur peruana.
Ficha técnica:
Cholet B & B Havana
Zona 16 de Julio, El Alto, La Paz, Bolivia
Categoría: Bed and Breakfast
Precio promedio: 150 soles, 45 dólares
T: +591 73525828 /+591 71557863
bbhavana0018@gmail.com
http://www.cholethavana.com
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