Mi opinión
Desde que dejó la corbata y los apuros de la oficina a un lado Arturo Bullard no ha hecho otra cosa que viajar a las antpípodas del planeta para registrar sus palpitaciones y captar con un clic el rostro y la epidermis de sus habitantes más hermosos. En su bitácora viajera se amontonan las gentes de nuestro barrio universal y la belleza de las criaturas silvestres que pueblan los paisajes del planeta que habitamos con tanto desparpajo. Nadie como este peruano en Costa Rica con los suyos para decirnos que los sueños se han hecho para cumplirlos y que nuestra esfera tiene sinnúmeros caminos para andarlos y andarlos hasta perder la conciencia.
¿Qué olor te devuelve a la infancia?
El olor a mar me transporta a los campamentos familiares en las playas del sur en los años 70 y 80. Puerto Fiel, Gallardo y Alemanes eran nuestro paraíso antes de que llegaran masivamente las casas de playa.
¿Cuál fue tu primer viaje?
Tenía 5 años cuando viajamos a Huancayo en un ómnibus casa de Tepsa que le prestaban a mi tío. Recuerdo la emoción de ver nieve por primera vez en Ticlio, salí corriendo a jugar… y me desmayé por la altura. A pesar del susto, ese momento quedó grabado como mi primer gran recuerdo viajero.
¿Costa, sierra o selva?
Sin duda, la selva. Como amante y fotógrafo de fauna silvestre, me fascina su vitalidad, sus sonidos y su misterio. Es un lugar donde todo está vivo y cada encuentro con un animal puede llegar a ser mágico.
¿Cuál es tu comida favorita?
Empate técnico entre el chifa bien peruano —con su Inca Kola más — y la comida india, con sus sabores intensos, especiados y llenos de historia.
¿Un peruano que te llene de orgullo?
Admiro profundamente a los que transformaron la percepción de lo nuestro: como Gastón Acurio con la gastronomía, Sofía Mulánovich en el surf o Johnny Schuler con el pisco. Son embajadores de identidad, pasión y excelencia.
¿Qué ave propondrías como ave símbolo del Perú?
Dejaría al gallito de las rocas. No solo es una de las aves más bellas que he visto, también representa la exuberancia, el color y el misterio de nuestros bosques andinos. Además lleva al Perú hasta en su nombre científico: Rupicola peruviana.
¿Y qué flor?
Aunque la cantuta tiene una fuerte carga histórica, propondría la puya de Raimondi. Es única, majestuosa y resistente, florece solo una vez en su vida y lo hace a lo grande… como los momentos que marcan la historia. Representa la belleza andina y la paciencia de la naturaleza.
¿Un libro de viajes o aventura?
Papillon, de Henri Charrière. Una historia real de supervivencia, fugas y resistencia que mezcla aventura extrema con un viaje interior brutal. El personaje me marcó por su espíritu indomable y su búsqueda constante de libertad.
¿Tu escritor favorito?
No tengo uno en particular, pero disfruto profundamente las historias reales, las biografías y los libros de viajes. Me atraen los relatos que mezclan experiencia, aventura y reflexión.
¿Qué te hace sentir orgulloso de nuestro país?
La gente que pone al Perú en lo más alto: artistas, cocineros, deportistas. Ver nuestra bandera flameando y triunfando fuera del país me llena de emoción y orgullo.
¿Qué personaje te haría cambiar de acera?
Gran parte de la clase política del Perú. Muchos están ahí para servirse del Estado, no para servir al país. Su indiferencia ante el daño social y ambiental revela una desconexión total con el pueblo y sus problemas en general.
¿Un lugar del Perú o del mundo para vivir el resto de tu vida?
Siempre dije que si no viviría en Perú, lo haría en Costa Rica… y hace cuatro años lo estoy cumpliendo. Aunque no descarto que algún día la vida me lleve a Botswana o Namibia. Uno nunca se sabe.
¿Una canción?
“Peces de Ciudad” de Joaquín Sabina. Su letra me toca profundamente, como muchas otras de Sabina. Sin duda Sabina es parte importante del “soundtrack” de mi vida.
¿Qué es lo que nunca falta en tu equipaje?
Mi equipo fotográfico, sin duda. He tenido pesadillas reales en las que lo olvido antes de un viaje… así que siempre lo empaco primero, incluso antes que la ropa.
¿Un viaje soñado?
Son varios: Alaska, China, Mongolia, la Antártida… mientras más viajo la lista crece y crece. El mundo es demasiado grande, hermoso y diverso como para recorrer todo lo que uno quiere en una sola vida.
¿Cuál es el objeto que más valoras?
Mi archivo fotográfico. Es el reflejo de gran parte de mi vida: viajes, aprendizajes, los mejores momentos con mi esposa y mis hijos. No sé qué haría si algún día lo perdiera… es mi memoria en imágenes.
¿Una ruta o destino que recomiendas?
Hacer un safari en África, al menos una vez en la vida: ya sea en Kenia, Botswana o Tanzania. Y si puedes el trekking para ver gorilas de montaña en Ruanda o Uganda… le he hecho en ambos lugares y es, sin exagerar, una de las experiencias más impactantes que he vivido.
¿En dónde queda el paraíso?
En uno mismo. Si no estás bien contigo, no importa cuán hermoso sea el lugar al que viajes… el paraíso no aparecerá. La paz interior, es la única brújula que realmente lo encuentra.




