Mi opinión
Buenas noticias, los osos de Laquipampa y Machu Picchu, en el bosque seco del norte peruano y en los bosques andinos de la sierra sur, empiezan a ser comprendidos de mejor manera por la ciencia y, también, por las comunidades humanas con las que comparten espacios físicos. Y eso resulta fundamental para salvar a sus poblaciones: los osos de anteojos han cumplido desde siempre funciones muy importantes en la ecología de nuestras coberturas boscosas, la herramienta natural que tenemos a la mano para preservar ecosistemas claves para frenar los estragos del cambio climático y los demás armagedones que nos ha caído encima. La nota que les dejo nos la envía desde el Santuario Histórico Machupicchu, Stefano Cárdenas, joven investigador adscrito a nuestros equipos de trabajo que viene laborando con los compañeros de Conservación del Oso de Anteojos (SBC, por sus siglas en inglés) en el monitoreo de la especie en las montañas cusqueñas. Vamos a seguir informándoles sobre los trabajos de esta organización en las dos áreas de su intervención, los datos y los hallazgos que vienen encontrando son de suma importancia para la conservación de un úrsido singular y extremadamente hermoso.
Por Por Stefano Cárdenas, especial para Solo para Viajeros
Como parte de mi formación como monitor biológico he tenido la oportunidad de integrarme a los programas de manejo del oso andino organizados por el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (SERNANP). Esta experiencia marcó un antes y un después en mi vínculo con el ukuku, como se le conoce en quechua al carismático oso de anteojos (Tremarctos ornatus). Fue durante un día de labores habituales en el Puesto de Vigilancia y Control (PVC) de Chachabamba –donde trabajaba junto a los guardaparques del Santuario Histórico de Machupicchu– cuando la radio anunció la llegada del equipo de investigadores de la organización Conservación del Oso de Anteojos (SBC, por sus siglas en inglés), un grupo de élite en monitoreo de este carismático ícono de los bosques peruanos, liderado por Robyn Appleton e integrada por colegas y amigos como Alexander More, Isaí Sánchez, Zaida Aguinaga, Javier Vallejos, Johan Sayre, entre otros.
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Ukuku: un icono natural y cultural
Este año se cumplen 200 años desde que el oso de anteojos fue clasificado y registrado como especie para la ciencia. Un ejemplar de esta especie colectado en las montañas situadas al este de la ciudad de Trujillo (noroeste del Perú), fue el que sirvió para hacer la primera descripción científica de la especie. Es decir, el primer oso de anteojos descrito por la ciencia fue un oso de origen costeño.
El oso de anteojos ha coexistido con los antiguos peruanos desde tiempos inmemoriales; sin embargo, su representación en la iconografía preinca es limitada o quizás haya sido mal interpretada. Para algunos autores, la figura principal representada en el lanzón monolítico de Chavín representaría un oso de anteojos. Los ukukus son los principales personajes en la festividad y peregrinación religiosa más famosa de los Andes: el Señor de Qoyllur R’iti, que reúne a decenas de miles de personas todos los años al pie del nevado Colquepunku, al sur de Cusco.
Los ukukus, para los participantes en esta perigrinación, son los intermediarios entre los hombres y los espíritus de las montañas o Apus.

Hace más de un siglo, los osos de anteojos eran bastante comunes en los bosques secos de la costa del Perú, desde Pativilca en Lima, hasta Canchaque en Piura, como lo refieren Wilfred H. Osgood (1914) y Bernard Peyton (1999). Lamentablemente, su hábitat en la costa se ha reducido a unas 100 mil hectáreas, situadas en los departamentos de Lambayeque y Cajamarca. Así, su hábitat mayor se encuentra ahora en las vertientes orientales de la cordillera de los Andes, en los bosques montanos de la llamada selva alta.
Conocido, sí, pero aún poco estudiado
El oso de anteojos es una especie emblemática muy utilizada para difundir el valor de la biodiversidad de los Andes y si bien los primeros estudios ecológicos sobre la especie tienen ya casi 45 años (los de Bernard Peyton en el Santuario Historico de Machupicchu) la informacion que se requiere para tomar acciones efectivas y de impacto real en su conservación aún son insuficientes. En la tendencia actual de asegurar conectividad de hábitats, promover corredores de conservación y buscar la coexistencia de esta especie, necesitamos no solo estimar o extrapolar el estado de conservación de esta especie, sino identificar y comprobar por dónde se desplazan, en qué momentos del año y por qué, cuales son los recursos alimenticios más importantes y dónde se ubican, dónde estan sus sitios de parición, entre otros.

Develando la ecología y el estado de conservación del oso de anteojos
En 2007 la científica canadiense Robyn Appleton empezó los estudios del oso de anteojos en los bosques secos ecuatoriales de la cuenca media del río La Leche, en Lambayeque. Lo que comenzó como un esfuerzo puntual de investigación, ahora se ha convertido en la organización Conservación del oso de anteojos (SBC), que trabaja para proteger las poblaciones de osos de anteojos y sus hábitats en Perú a través de la investigación científica, el empoderamiento comunitario y la protección de hábitat en colaboración con comunidades y autoridades.
En casi 17 años de investigación y monitoreo de la singular población de osos del bosque seco ecuatorial del norte del país, SBC ha registrado alrededor de 120 individuos independientes (con más de un año de edad y que ya viven solos) y ha determinado que alrededor del 50% de las crías no sobrevive al primer año de vida, lo que en general significa que esta población está decreciendo y hasta podría extinguirse en menos de 30 años.
Se ha identificado también que el principal recurso alimenticio en este ecosistema es el fruto del sapote (Morisonia scabrida) y que según la disponibilidad de este alimento los individuos de la especie cambian su condición corporal; es decir, bajan o suben de peso. Estas modificaciones en su peso parecen ser especialmente estresantes para las hembras con crías, lo cual compromete muchas veces su supervivencia, de allí que proteger las áreas con mayor concentración de sapote resulta vital.
Los estudios en los hábitats disponibles que tiene esta población en el noroeste del Perú indican que el Refugio de Vida Silvestre de Laquipampa y los bosques secos aledaños, como los de la Comunidad Campesina de Salas, albergan la población más importante y en mejor condición en todo el bosque seco ecuatorial.
De otro lado, SBC ha empezado a estudiar los osos en el Santuario Histórico MachuPicchu donde desde 2022 a la fecha han identificado 57 individuos independientes siendo que las mayores detecciones de osos son en los bosques montanos al norte de esta área protegida.
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Tecnología y ciencia aplicada para la conservación
Complementariamente al uso de cámaras trampa y decenas de horas de observaciones directas en campo, SBC está utilizando collares satelitales para acelerar el entendimiento de cómo los osos vienen usando el hábitat dentro y alrededor de las áreas protegidas. Desde 2024 a la fecha, SBC ha logrado exitosamente colocar 16 collares satelitales en osos en el Refugio de Vida Silvestre de Laquipampa y en el Santuario Histórico de Machupicchu. Esta metodología esta permitiendo identificar rutas de movimiento y zonas críticas, aportando información clave para la planificación territorial y actividades de gestión.
En Laquipampa se ha evidenciado que algunos osos pueden pasar 90% de su tiempo fuera del área protegida, por lo cual se deben fortalecer las acciones de conservación y desarrollo sostenible con un enfoque de paisaje junto con las comunidades locales.
En Machu Picchu, un oso macho ha cruzado de oeste a este toda el área protegida, llegando al
Área de Conservación Privada Santuario de la Verónica, caminado por encima de los 4,400 msnm (uno de los registros más altos confirmados para la especie), mientras que otro cruza regularmente entre el Santuario Histórico de Machupicchu y el Área de Consrvación Regional Choquequirao.
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De la ciencia a la acción
La información de rastreo satelital de los osos indicada anteriormente está siendo usada por el SERNANP para mejorar la planificación e implementación de patrullajes y el trabajo con comunidades de la Zona de Amortiguamiento.
Por su parte, SBC ha adquirido recientemente alrededor de 2000 hectáreas con presencia de sapote y otras especies forestales en la Zona de Amortiguamiento del Refugio de Vida Silvestre de Laquipampa, sitio altamente usado por los osos. Con esta iniciativa, y sus trabajos con la colindante Comunidad Campesina de Salas, se busca la protección de un amplio paisaje de boque seco ecuatorial que tiene conectividad y es hábitat frecuente de los osos.

En la comunidad de Salas, se viene implementando otro de los programas emblemáticos de SBC para la elaboración de artesanías de fieltro, que beneficia a casi 100 mujeres artesanas cuyo trabajo es comercializado en el extranjero. Este programa, que se complementa con otros de sensibilización, le está dando una oportunidad económica a estas mujeres y sus familias, que con esos recursos servicios solventan los gastos de salud y educación para sus hijos.
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Al igual que en el norte peruano, SBC esta proyectando expandir pronto sus programas de senbilización y trabajo comunitario a la Zona de Amortiguamiento del Santuario Histórico de MachuPicchu.
Proteger un animal que se moviliza permanentemente por una gran variedad de pisos altitudinales, dentro y fuera de las áreas protegidas y que enfrenta la reducción acelerada de hábitat es un desafío. Para lograrlo se requiere una visión integral del paisaje, mejorar la coexistencia con los campesinos, crear conciencia entre las personas y generar bienestar e ingresos a partir de su conservación. Y sobre todo cultivar orgullo de contar con tan valiosa y única especie animal como el oso de anteojos. Si sumamos aesto la ciencia aplicada de primer nivel y el compromiso de nuestras autoridades podremos lograr que nuestros queridos ukukos tengan un futuro en los bosques secos y en las montañas del Perú.
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