Solo Para Viajeros

Me encanta Máncora, su mar azulísimo, su antojadiza ubicación en medio del bosque seco más alucinante de todos los que conozco, su desorden de surf camp cosmopolita y bullanguero. Lo he dicho siempre: los que le endilgan todos los males que el turismo puede traer se olvidan del desarrollo económico que el pueblo ha tenido en los últimos veinte años como consecuencia precisamente de ese boom turístico que sembró de futuro las calles de la otrora villa de pescadores al lado de la Panamericana. Sí, lo he afirmado y lo volveré a afirmar: el futuro de las nuevas generaciones de mancoreños es más prometedor hoy que en el 89, cuando besé sus arenas por primera vez.

De esa visita inaugural recuerdo a Harry Schuller, robinsoncrusoe bajo los maderos de su hotel frente al point. También las huellas que El Niño que acababa de pasar había dejado sobre las quebradas y en las primeras viviendas del camino a Las Pocitas. Una postal pintoresca, casi como las del mítico Cabo Blanco de Hemingway o la de El Alto, el pueblo del lejano oeste sobre el macizo cordillerano desde se divisa, viniendo de Lima, el mar de Máncora. Pero dejémonos de evocaciones y vayamos a lo nuestro…

Ocho de la noche de un viernes de hace tres semanas. Diana Monti me espera en el lobby del hotel DCO, dispuesta a enseñarnos su cocina, su propuesta culinaria. El DCO es un hotel primoroso, relativamente pequeño, hecho para el gusto del sibarita y del bon vivant. Un alojamiento para sentirse en calma, lejos de las tensiones, en armonía con la espléndida naturaleza que se divisa, se siente, desde cualquier rincón de una regia construcción ubicada poco más allá del point de Las Pocitas, justamente donde el reef se aleja del litoral para permitir la irrupción de una playa de arena fina capaz de deslumbrar a cualquiera.

Lindo hotel, hecho al gusto del que ama la tranquilidad y la armonía. Vamos a volver para seguir disfrutándolo; por ahora, la noche se hace propicia para escuchar la historia de Diana y conocer a Ignacio Arturo, el chef nacido en Mendoza a cargo de las obras maestras de lo que hasta hoy representa para mí la mejor propuesta gourmet del norte más extremo del Perú. Diana también es argentina y dirige las operaciones del DCO con ilusión y buen tino. Vive todo el año mirando el mar y últimamente se encuentra dedicada al cien por ciento a cuidar el nido de una tortuga marina que hace cuarentaitrés días decidió dejar su prole a un lado de la tranquilidad del hotel.

La carta del DCO respeta los deseos del comensal; por lo general, un cliente dispuesto a dejar las convenciones para dejarse atrapar por los maridajes. De allí la insurgencia de los platos típicamente marino norteños en franca camaradería con lo mejor de la culinaria andina e internacional. En la cocina de este hotel fino y lleno de detalles, las langostas, los pulpos, los meros y robalos se pasan de vueltas al lado del ají panca, la salchicha de Huacho y el zapallo loche. De esa relación y buen trato, explota una cocina fusión ecléctica y simpatiquísima. Veamos lo que me tenían preparado Diana y Javier:

Primer round: langostas del litoral talareño presentadas en un canapé travieso y lleno de lujuria. Riquísimo. Después, un entremés típicamente Sebastián Solari, el chef barranquino aposentado en Vichayito: ceviche de mango. Otra delicia.

Segundo round: Tacu – tacu de mariscos con un filete de mero de campeonato. Presente en el festín el inconfundible sabor del zapallo loche. Otro punto a favor del chef mendocino y de su equipo.

Tercer round: Risotto apaellado. Guau, un carnaval de mariscos y pescado, con su mucho de carnes de tierra firme. La salchicha huachana presente y los sabores del cerdo norteño en su punto. Como para levantar a los muertos…

Cuarto round, el definitivo: el conocidísimo volcán de chocolate con helado de vainilla. Y si a esto le añadimos la buena compañía de un vino argentino, el asunto raya con lo magnífico, con lo incomparable.

Recomendamos:

  • Ensalada de mango con langostinos: con mango, champiñones, pimientos, zanahoria, paltas, lechuga, en vinagreta estilo oriental.A
  • Arroz apaellado: con los mejores mariscos del norte, con salchicha huachana y tocino ahumado.
  • Mero sudado a la norteña.
  • Pulpo a la parrilla con pimientos del piquillo braseados y salsa de maracuyá.

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