Mi opinión
Deberíamos empezar, si de verdad queremos hablar de patrimonio, por conocer las catorce manifestaciones culturales que precisamente han sido declaradas Patrimonio Cultural de la Nación. Y no hay plan mejor este mes de julio que conocerlas en vivo en la feria “Ruraq Maqi, hecho a mano”, la tradicional exposición-venta que reúne a más de cien colectivos de artesanos de todo el país que impulsa desde hace diez años el Ministerio de Cultura.
La feria se acaba de inaugurar en los salones Kuélap y Nazca del Ministerio de Cultura y va a estar abierta al público hasta el domingo 31. Meritoria labor del ministerio, felicitaciones. Meritorio también el auspicio de las empresas privadas que apoyan este año por el evento: Casa Andina, Plaza Vea, Vivanda, Grupo RPP, Línea 1 del Metro de Lima y Graña y Montero. Ese es el camino.
Actualmente existen 14 expresiones de arte popular que ya han sido declaradas como Patrimonio Cultural de la Nación y que viene ayudando a visibilizar y poner en valor la alta calidad y creatividad de las comunidades que preservan prácticas artesanales tradicionales.
Entre estas se encuentra la Faja Sara y la Faja Pata de San Ignacio de Loyola en La Libertad, que son prendas textiles prehispánicas y de uso contemporáneo. Estas tienen un contenido simbólico muy antiguo, pues son usadas de manera distinta entre las mujeres solteras o casadas en Otuzco.
Otra manifestación es el Kené, que es un sistema de diseño del pueblo shipibo-konibo que está presente en bordados, telas, cerámicas e incluso en pinturas sobre el cuerpo humano, ya que trasmite conocimiento e información.
La cerámica de Charamuray que es de Chumbivilcas en la región Cusco, es otra expresión de arte popular declarada Patrimonio Cultural de la Nación; es una cerámica vidriada de gran originalidad en la representación artística y que se utilizaba para los trueques.
La cerámica de Huancas, de Chachapoyas en Amazonas, es otra expresión reconocida y es un sistema de producción alfarera que conserva diseños ancestrales y creativa.
Además se encuentra la cerámica de Chazuta, en la región San Martín, es una cerámica que bebe de la tradición de los Chachapoyas, pero está en medio de lo que sería una cerámica andina y amazónica.
Otra cerámica es la de Huarguish y Punchao en Huánuco, que es vinculada a Kotosh y tiene una tradición milenaria y que mantuvo su vigencia gracias a la transmisión de generación en generación y al uso eficiente de recursos naturales para su manufactura.
Luego se tiene el Anaco de Camilaca que es una prenda de origen precolombino en Tacna, que está en uso en ciertas ceremonias al paso de la mujer joven a la mujer adulta y que fortalecen los sentimientos de continuidad y pertenencia de los pobladores de Camilaca.
También se tiene la tradicional Feria del Santurantikuy que es un espacio popular en el Cusco que data de hace siglos y que reúne a los diversos estratos de la sociedad cusqueña y que contribuye a la continuidad de la escultura.
La filigrana de plata de Catacaos en Piura que es un sistema de producción alfarera mediante el cual se conservan técnicas, insumos y diseños de origen ancestral y con una gran base artística, además de innovación.
Otra de las expresiones es el arte de burilar mates en Cochas Chicho y Cochas Grande en Junín, que es un sistema de producción alfarera de origen milenario y que viene siendo transmitido de generación en generación, llegando a un grado de sofisticamiento para decorar las calabazas.
El tejido del sombrero de paja de Catacaos en Piura es otra expresión declarada como patrimonio por la destreza de los artesanos para elaborar los sombreros en paja toquilla en varios modelos y que es de origen precolombino con un gran valor artístico y simbólico.
En la lista está además la Apasha, que es una pieza textil tradicional usada en Paucar del Sarasara y Parinacochas en Ayacucho, objeto que es usado para llevar diversas cosas y que las mujeres continúan usando.
La construcción y uso de los Altares de Espejos que se usan en Apurímac y Cusco y que se usan estos altares en algunas fiestas religiosas que se ponen al costado de las iglesias, en las plazas y en las calles.
Otra manifestación es la Cestería en Junco y Totora de las provincias de Huara, Huaral y Barranca en Lima, arte bordado en el uso milenario en el que se incorporan conocimientos técnicos y artísticos transmitidos de generación en generación.