Solo Para Viajeros

Cumbre / Huaraz

Mi opinión

La propuesta gastronómica de Huaraz se sigue renovando. En el mirador de Rataquenua, uno de los lugares más icónicos y reverenciados de la ciudad, nos topamos con una carta que nos agradó sobremanera: la del restaurante Cumbre, fusión de las buenas y mucha tradición en un primoroso local que ofrece la mejor vista del Callejón de Huaylas.


Por Guillermo Reaño para Viajar & Comer

Cuando Jim Bartle llegó por primera vez a Huaraz en 1974 pensó que las montañas de la Cordillera Blanca, juguetonas e inmensas, introducían ex profeso sus velos de blanquísima nieve por las callejas de una ciudad que acababa de soportar un terremoto que estuvo a punto de destruirlo todo.

Entre los nevados y los barrios que empezaban a levantarse de entre los escombros no había por entonces un límite claro. Huaraz y las demás localidades del Callejón de Huaylas solo eran las minúsculas piezas  de un fabuloso decorado cordillerano.

Desde ese primer encuentro el montañista estadounidense y retratista extraordinario de las bellezas del Parque Nacional Huascarán -y también de la Cordillera de Huayhuash- no ha dejado un solo día de maravillarse con  la grandiosidad de uno de los paisajes más espléndidos del planeta. Nosotros también.

En eso pensábamos Gabriel Herrera y yo mientras oteábamos desde el mirador de Rataquenua los contornos de la ciudad enclavada entre los picos nevados de mayor altura de esta parte del continente americano.  

Renovado ambiente para gozar de las vista más espectacular de todo Huaraz. Foto Gabriel Herrera / Viajeros.

Desde una de las mesas del restaurante Cumbre la Cordillera Blanca se afana en exhibir sus portentos. Allí están, cerquita nomás de los comensales, el Huandoy, el Huascarán, el Chopicalqui, el Copa, el Vallunaraju, el Tullparaju, el Rima Rima, el Churup…

Qué maravilla…

Todos los cielos, el cielo. Todas los nevados, absolutamente todos, o casi. Foto Gabriel Herrera / Viajeros

No cabemos de la dicha, hemos acoderado en el  lugar ideal para entrever la majestuosidad de dos universos en permanente conjunción: la Cordillera Blanca y sus jircas de penachos níveos y la majestuosa y siempre presente Cordillera Negra.

(Y hacerlo, además, mientras disfrutamos los aromas y los sabores de un plato cumbre de la culinaria contemporánea de un país que sí sabe de otros maridajes:  el impactante spaguetti en salsa a la huancaína y dados de lomo, fusión de fusiones de exquisitas texturas).

Maridajes respetuosos y perfectos: la gran cacina peruana en toda su extensión. Gabriel Herrera / Viajeros

En la cumbre de Huaraz

Presumo que, a Katti Romero y a sus socios, los propietarios del restaurante Cumbre  la visión desde el mirador de Rataquenua los debe haber extasiado desde pequeños. Para los vecinos de la «Muy Noble y Generosa Ciudad de Huaraz» el mirador en mención, con su histórica cruz que se deja ver, de día y de noche, desde cualquier punto de la ciudad, resulta una permanencia obligada en los recuerdos y las tradiciones, una postal adherida al paso del tiempo y al vaivén generaciones.

Supongo también que debieron ser esas reminiscencias las que los indujo a rescatar del olvido la deteriorada construcción al lado de la cruz de Rataqueuna para convertirla en un restaurante cuya carta es cosmopolita al mismo tiempo que muy apegada a la tradición de la moderna ciudad que sobrepasa los 150 mil habitantes. En Cumbre la cocina de la abuela, con  su cuchicanca a la cabeza, el lechón asado en horno de barro, se da la mano con el clásico lomo saltado, que también probamos, con sus cebollas rojas, tomates jugosos, ají amarillo y pimientos, sazonados con especias tradicionales y con una guarnición de las mejores papas nativas de la región.

O los siempre oportunos calientitos a base de las hierbas que crecen a su antojo sobre las terrazas que fructifica el río Santa. O las alitas de pollo en salsa de maracuya. O el picante de cuy, huaracinísimo por naturaleza. Y ni qué hablar de las truchas fritas, las chuletas de cerdo, las salchipapas, las hamburguesas, los choclos con queso la torta de chocolate -otro clásico Rataqueuna, el aromático café, el Mestizo que tanto nos gusta y saludamos; de todo, de todo para pasarla con los amigos, la familia y la contemplación de una geografía sin igual en los Andes del Perú.

Desde los barandales y con los binoculares a disposición, Huaraz y sus cordilleros se muestran a lo grande. Foto Gabriel Herrera / Viajeros.
Un restaurante para pasarla como se debe y un restobar para esa conversación que quedo pendiente. Foto Gabriel Herrera / Viajeros.

Cumbre Restaurante
Mirador de Rataquenua
Teléfono +51 937 511 052
cumbre_cumbre@hotmail.com

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