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El estado hidra que debemos dejar atrás

Mi opinión

Me escribe Mónica González Tobón, una profesora que hace años fue mi alumna en Los Reyes Rojos y ahora es la promotora del colegio Miguel Ángel del distrito de Cieneguilla, una escuela inspirada en la propuesta pedagógica de Rudolf Steiner, el filósofo austriaco detrás del modelo educativo Waldorf.


Sucede que en ese distrito ribereño el Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento viene realizando trabajos de limpieza y «descolmatación» del cauce y las orillas del río Lurín, este último un típico ecosistema de monte ribereño, sobre espacios que un grupo entusiasta de vecinos de Cieneguilla cuida por lo menos desde el 2017 cuando los desbordes e inundaciones producto de las lluvias en la sierra arrasaron grandes extensiones de tierras cultivables y localidades en la costa limeña.

¿Los recuerdan? Esos embates de la naturaleza fueron terribles y encontraron en la pérdida de vegetación natural y en la inadecuada ocupación humana dos aliados fundamentales.

«Hemos realizado varios festivales en Cieneguilla, también talleres para niños, me cuenta Mónica, así como muy provechosas campañas de reforestación». Sin embargo, desde el 2019 el ministerio de Vivienda, en el marco del Programa Nuestras Ciudades, «está realizando trabajos que destruyen toda la flora y fauna que cuidamos, generando mayor riesgo de desastres naturales al cercenar el cañaveral que actúa como gavión natural». Y también destruyendo buena cantidad de árboles de huarangos que crecían en las orillas del río Lurín con absoluta libertad.

«Estos trabajos, continúa, se están haciendo a nivel nacional sin ningún criterio medioambiental. A pesar de que la ley de recursos hídricos protege la vegetación ribereña».

Me conmueve su lucha. Es la de tantos peruanos y peruanas anónimos que se sacan el ancho cuidando lo que es de todos para estrellarse de pronto con un Estado urgido en solucionar sectorialmente problemas históricos y haciéndolo muchas veces bajo presión de intereses particulares.

Es la hidra de los trabajos de Hércules, ese ser mitológico que para efectos del Estado que estamos en la obligación de modernizar y poner al ritmo de las exigencias de la hora actual tiene en cada cabeza el cerebro de uno de los ministerios existentes. Que por cierto se andan sacando la mugre o se contradicen entre ellos por quítame-estas-pajas. Para el caso que comento, el Ministerio del Ambiente (MINAM), terco en su tarea por preservar ecosistemas valiosos como el mencionado, colisionando con el Ministerio de Vivienda urgido en ordenar el territorio para evitar desastres y, quien sabe, organizar el crecimiento de una ciudad que ya se comió por lo menos un par de valles.

El ejemplo se multiplica por todas partes. En Junín la pugna es entre el Ministerio del Ambiente, otra vez, y el de Energía y Minas (MINEM) cuando por un lado el Estado trata de descontaminar el lago de Junín desde el MINAN, mientras lo contamina con permisos y normas emanadas desde el MINEN.

En Madre de Dios,  más ejemplos de lo mismo, la Defensoría del Pueblo, ya no hablo de ministerios, se bate en defensa de las comunidades nativas y  las poblaciones en aislamiento y contacto inicial para darse de bruces con el Ministerio Transportes y Comunicaciones interesado, de la mano con el Gobierno Regional, en construir más carreteras y adefesios viales que por supuesto van a ser criticados por el ministerio de Cultura. Ministerio este último que en el Cusco le da el visto bueno al aeropuerto de Chinchero mientras que el de Ambiente lo pone en la picota. O pareciera.

La hidra estatal, pues, invicta a pesar de tantos intentos por ponerla a buen recaudo. La osada hidra bicentenaria que al igual que en el mundo heleno tiene la virtud de regenerar dos cabezas por cada una que pierde.

Grave problema el que tenemos, lo acaba de mencionar en el debate técnico entre los partidos que se disputan la presidencia de la República el economista Andrés Alencastre: si la mirada de los problemas del país sigue siendo sectorial y el enfoque para afrontarlos no es territorial estamos fritos, seguiremos dándonos encontronazos ad infinitum. Advertidos estamos.

He quedado en ayudar a visibilizar los reclamos de Mónica y sus allegados. En la mañana le comenté  a Gabriel Quijandría, nuestro ministro del Ambiente, lo que me contó la profesora González, espero que el canal de comunicación que dejé abierto para que se comuniquen los miembros del colectivo ciudadano de Cieneguilla con la autoridad del sector sea el propicio. Necesitamos premiar a los milicianos de la conservación estén en Lima, en Purús o en la pampa de Chinchero.  

Buen viaje…

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