Mi opinión
Los peruanos sabemos festejar, no me queda la menor duda. Lo constato en mis viajes por el interior del país y en el trabajo de amigos tan queridos como Carlos Lezama, fotorreportero con muchos años en el oficio y compañero de cuitas en la revista Mira del diario El Sol, la redacción donde ejerció enorme magisterio Paco Tumi, periodista de fuste e inolvidable maestre de campo de una generación de magníficos comunicadores: Patricia Melgarejo, Dan Flores, Lorenzo Castro, Santiago Roncagliolo y por cierto el propio Lezama, avezado fotógrafo todoterreno sentando cátedra en la actualidad en la agencia Andina de noticias.
Carlos, viajero pertinaz e hijo orgulloso de provincianos radicados en esta metrópoli que suele ser despiadada con los habitantes del Perú que viven allende sus fronteras, es uno de los retratistas más enterados y precisos de las fiestas y celebraciones del Perú provinciano y terco, felizmente, en sus reivindicaciones. Hace unos días me pasó uno de sus trabajos que dan cuenta de su fascinación por los matrimonios andinos y ni corto ni perezoso le propuse publicar en Solo para Viajeros los reportajes que ha ido elaborando a partir de sus peregrinaciones por nuestro territorio. Lezama sostiene que “los viajes a nuestros Andes ancestrales, llenos de costumbres, y lugares cerca a las nubes, con matrimonios sencillos y otros ostentosos, prevalecen en nuestro país, mantienen ese encanto especial, logrando con el tiempo mantener vivas esas costumbres, esas raíces que nos unen como nación”. Y claro que tiene razón.
Les dejo este primer trabajo del fotoperiodista de la agencia Andina. En Juliaca, Puno, las celebraciones matrimoniales son fastuosas, rítmicas, coloridas y siguen los modos y la grandilocuencia que alguna vez vimos en El Alto, Bolivia, la capital de la nación aymara, ese pedazo del mundo donde los excesos definen la valía de las gentes y la música es bienvenida solo si es entonada por las bandas y los cantantes preferidos por el pueblo que demuestran no saber de cansancios y otras debilidades. Qué viva la fiesta, Carlitos Lezama…
Carlos Lezama / www. carloslezamavillantoy
La boda de Felipe Coarite en la colonial Iglesia de Santa Catalina, de Juliaca, está ya escrita en Puno. Los muros de la iglesia matriz fueron testigos del «si» que la pareja se dio ante el Dios de los cristianos.
Empresarios y artistas del folclor que saben celebrar bodas de ensueño, mejores que las de la lejana y apechugada Lima, con platillos regionales, «edificios» de cajas de cerveza y los mejores grupos en vivo.
Desde Bolivia llegaron Los Internacionales Ronisch, demostrando los lazos amicales con el Príncipe Sandino, un ídolo de multitudes en Bolivia. El avión de Lima arribó también cargado de amigos, familiares y artistas consagrados, digo la Diosa Hermosa del Amor, Dina Paucar, y el cantautor ayacuchano Max Castro, quien retornaba a Juliaca tras varios años. !Cintura, cintura, cadera, cadera…! todo el Perú bailó por la feliz pareja a ritmo de morenadas, huainos y cumbias.