Mi opinión
Kris Tompkins, la viuda del filántropo estadounidense Douglas Tompkins, el aventurero y defensor de la naturaleza y la vida al aire libre muerto en el sur de Chile en el 2015 mientras creaba parques nacionales, es, no me cabe ninguna duda, una de las voces más lúcidas contra el cambio climático y la sinrazón de un planeta que sigue considerando que la economía es más importante que la salud y el bien estar de sus habitantes.
Kris y su obra, que es inmensa, valiosísima y ejemplar, acaban de ser retratados en el especial de mayo de la revista National Geographic, que por cierto hemos reposteado desde esta plataforma. Su trabajo en la Patagonia y en los esteros de Iberá, en la región el Chaco argentino, de rewilding, léase asilvestramiento, el proceso por el cual se reintroducen en los hábitats que alguna vez ocuparon especies emblema de los bosques y descampados de Sudamérica, es sencillamente extraordinario: una ilusión y una esperanza para los que venimos sosteniendo el #otromundoesposible. Lo hecho y por hacer desde Tompkins Conservation al sur del continente es inspirador. Tienen que conocer el trabajo de los equipos de milicianos de esta organización conservacionista.
La señora Tompkins apunta en la entrevista que le acaban de hacer en Clarín que son tres las crisis ambientales que penden sobre nosotros: el cambio climático, la extinción de especies y la aparición de pandemias… y que resulta francamente iluso, por decir lo menos, creer que una cuarentena va a tener el poder de hacerle frente con éxito. Para Kristine McDivitt Tompkins las inequidades sociales se agudizarán como consecuencia de la crisis sanitaria y la presión sobre las áreas naturales se incrementará. También el apetito de las transnacionales por recuperar los que perdieron mientras duró el aislamiento social.
La CEO de Tompkins Conservation advierte que la tala de los bosques y la explotación irracional de los recursos de la naturaleza crecen en la medida que abandonamos el campo para huir del virus de marras.
“La aparición de animales insólitos, si bien es una noticia simpática, es anecdótica, acota. Los animales volverán a retraerse ni bien la cuarentena cese”. Pero su aparición nos debe mostrar el camino a seguir: “más vida silvestre significa ambientes mejor conservados y también más calidad de vida y empleo para las personas”. Genial, en esta plataforma militamos con firmeza y mucha emoción en ese convencimiento. Abrazo para todos desde San Bartolo.
Entrevista a Kris Tompkins
Coronavirus y medio ambiente: qué piensa la mujer que más tierras conserva en Argentina sobre la pandemia
y las amenazas que vendrán después
Tomado de Clarín de Buenos Aires
Permanece en cuarentena en un campo de California, donde se dedica a cultivar lo que consume y a gestionar vía zoom la cantidad de proyectos de conservación que lleva adelante en la Argentina. Kris Tompkins, viuda del magnate ecologista Douglas Tompkins, es una de las ambientalistas más importantes del planeta. Es además la mujer que más cantidad de tierras controla en el país. El fin suena loable: comprar y regenerar ecosistemas para crear Parques Nacionales. Su trabajo es silencioso y eficaz. Cuadrillas de ambientalistas a sus órdenes se mueven por diferentes sitios naturales de Tierra del Fuego, Santa Cruz, Chubut, Corrientes y Chaco. Lugares que en tiempos de coronavirus, contra lo que se piensa, ven aparecer nuevas amenazas. Pandemia y medio ambiente, coronavirus y cambio climático, pandemia y consecuencias ambientales, ¿qué los enlaza? ¿qué los vincula? Sobre todo eso trata esta conversación que la activista mantuvo en exclusiva con Clarín.
Aún no está claro el vínculo entre la pandemia y la degradación del Medio Ambiente. ¿Existe algo que enlaza al coronavirus con el desarrollo industrial a destajo?
Existe numerosa evidencia de que la aparición de epidemias está relacionada con la degradación de ecosistemas naturales y con el tráfico ilegal de vida silvestre. Los ecosistemas naturales nos brindan servicios esenciales para la supervivencia . Si los destruimos dejan de prestar esos servicios. Uno de ellos es la prevención de pandemias. En un ecosistema en equilibrio, también están en equilibrio los patógenos con sus huéspedes naturales. Cuando alteramos ese equilibrio los patógenos “saltan” a otras especies, incluido el hombre. Esto es válido para el CoVid-19 y también para el Ébola, HIV, SARs. Está documentado que a mayor tasa de deforestación, hay mayor incidencia de dengue y malaria por la proliferación de los mosquitos vectores. En ecosistemas donde el lobo está presente, la incidencia de tuberculosis es menor que en donde hemos extirpado al lobo, que controla a los herbívoros que portan a esta bacteria. En el caso del CoVid-19 no solo la destrucción de ambientes naturales ha jugado un papel importante. También el comercio ilegal de especies silvestres, asociado a nulos cuidados sanitarios. Y nuestra capacidad de desplazarnos en aviones, a todos los rincones del planeta, ha hecho que el virus disperse rapidísimo.
¿Cómo la afectó a usted y a sus equipos en Sudamérica la irrupción de la pandemia?
Nosotros trabajamos en conservación de ambientes y especies, con alto involucramiento de las poblaciones locales. Pero los turistas y los guardaparques han desaparecido de los ambientes silvestres. Esto ha desembocado en falta de empleo y falta de control, un cóctel peligroso. Hemos visto que mucha gente ha tenido que salir a cazar para poder llevar comida a sus platos (otros también por simple placer) y no hay nadie que controle. Yo creo que en los parques nacionales, al contrario de lo que se percibe, va a haber un retroceso en términos de conservación de vida silvestre.
¿De qué modo llevan adelante la cuarentena sus conservacionistas?
La mayor parte de nuestro personal trabaja y vive en los territorios donde tenemos los proyectos de conservación. La gran mayoría están transcurriendo las cuarentenas aislados en las estaciones biológicas que administramos. En buena medida son afortunados porque no se encuentran encerrados en una casa aunque sí aislados del resto de las personas. Pueden salir a los pueblos cercanos a hacer compras de comida para ellos y los animales. Y continúan con las tareas de cuidado de los individuos de las especies que estamos reintroduciendo.
¿Qué están haciendo que no pueden esperar?
En el corto plazo y mientras dure la cuarentena, debemos ocuparnos de los individuos de distintas especies (yaguaretés [jaguares], nutrias gigantes, guacamayos, pecaríes) que no pueden ser desatendidos. Estos animales necesitan ser alimentados, necesitan tener cuidados veterinarios. También debemos cuidar los territorios que adquirimos para evitar la cacería, el incendio de pastizales o que rompan los alambrados perimetrales y entre ganado a las reservas.
El ambientalismo celebra que bajaron casi todos los niveles de contaminación por el cese de actividades. ¿Usted que piensa?
Hemos asistido a una recuperación del aire y el agua. Sin embargo, las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera no han bajado. Se necesita mucho más que una cuarentena para solucionar este grave problema. Las tres grandes crisis ambientales son el cambio climático, la extinción de especies y la aparición de pandemias. Ninguna de ellas se soluciona en un lapso de tiempo reducido como es el de una cuarentena. Hay que buscar soluciones de fondo. La conservación y la restauración a través del Rewilding es una de esas soluciones, al igual que el desarrollo a mayor escala de economías regenerativas locales, un mayor empuje al uso de energía renovables y a la agroecología.
Los animales volvieron a las ciudades…
Celebro que la naturaleza nos muestra que, si hacemos las cosas bien y cesamos en las terribles presiones que ejercemos sobre ella, tiene capacidad de recuperarse. Pero la aparición de animales en lugares insólitos, si bien es una noticia simpática, es anecdótica. Estos animales volverán a retraerse ni bien la cuarentena cese. Su aparición nos muestra cuál es el camino. Más vida silvestre significa ambientes mejor conservados y también más calidad de vida y empleo para las personas. De eso se trata el Rewilding.
Hay una imperiosa necesidad de volver a la actividad económica, ¿cree que habría que regresar del mismo modo o es el momento de plantear temas postergados?
Hay que aprovechar el ¨parate¨ y reinventarnos. El planeta, y la humanidad inmersa en la naturaleza, no pueden sostenerse en este modelo de crecimiento infinito, sin límites. Necesitaríamos cuatro o cinco planetas para sostener este nivel de consumo y población. Hay que hacer la paz con la naturaleza. Existen posiciones de muchos líderes mundiales que son inspiradoras en este sentido, el “Laudato Si” del Papa Francisco es un ejemplo maravilloso.
El coronavirus hizo que se dejara de hablar del Cambio Climático. ¿Por qué?
El cambio climático y la crisis de extinción de especies son las otras dos grandes crisis ambientales que amenazan nuestra supervivencia en el planeta. Sin embargo pasan más desapercibidas ya que sus efectos progresan más lentamente que la pandemia del CoVid-19 y son crisis invisibles a nuestros ojos. También porque existe un fortísimo lobby en contra del cambio climático, que lo niega y evita la búsqueda de soluciones a este problema.
Hay quienes dicen que tener tan parada la actividad económica provocará una pandemia peor de desempleo y agobio social y que los pobres serán los principales perjudicados. ¿Qué opina?
Sin ningún lugar a dudas que el párate económico provocado por la cuarentena agravará la crisis económica que ya afectaba a la Argentina y al mundo. Entonces el gran desafío es cómo conservar más ambientes naturales, cómo recuperar las especies perdidas, a la vez que generamos empleo de calidad, genuino, digno y sustentable. Los proyectos de creación de parques y reintroducción de especies que llevamos adelante en distintos lugares de Argentina van en ese sentido. En un principio nosotros realizamos inversiones millonarias en compra de tierras, infraestructura de uso público como campings, refugios, mejoramiento de caminos y apertura de senderos, invertimos en construcción de casas de guardaparques y estaciones biológicas. Empleamos muchísima mano de obra local en lugares marginales, para llevar adelante estas tareas. También empleamos a profesionales argentinos que ejecutan los proyectos de conservación y reintroducción de especies. Trabajamos mucho en crear y dar a conocer un destino de naturaleza asociado a actividades de turismo de observación de fauna. Y ahí es donde aparecen los emprendedores locales. Gente joven, mujeres, todos orgullosos de su conocimiento y su cultura que se transforman en guías, proveedores de alojamiento, cocineros, artesanos. Buscan formas de asociativismo para tener más éxito. Se empieza a desarrollar una economía próspera que, cuanto más conserva la naturaleza, mejor le va. Después llega el tiempo de donar todo este engranaje que ya camina solo al estado. Y ahí llegan las inversiones públicas que consolidan este modelo económico. Empieza a intervenir el estado, pero ya no con asistencia social, sino desarrollando inversiones que permitan jerarquizar y aumentar los empleos sustentables y de calidad que se desarrollan a través de este modelo.
¿Cómo evalúa los comportamientos de los gobiernos de Chile y la Argentina frente a la crisis?
Desconozco en detalle todo lo sucedido en estos países, pero por lo que he leído y me ha comunicado mi equipo, los gobiernos de Chile y Argentina, al revés que el de Estados Unidos, se movilizaron rápidamente para minimizar los impactos de esta pandemia en la ciudadanía. Creo que las cifras de mortalidad causadas por Covid-19 en ambos países reflejan una repuesta rápida y eficiente.
¿Cómo vive en California estos días de aislamiento?
Pasé las últimas seis semanas en la estancia de mi familia en California, trabajando con Zoom todos los días con los equipos que se encuentran en el Cono Sur, mientras cultivo verduras en la huerta y flores en el jardín. La semana pasada fue la cosecha de paltas. De alguna manera, estoy reviviendo mi crianza en el campo. Estoy muy contenta de poder dejar de estar en movimiento y al mismo tiempo participando en los esfuerzos locales y regionales para apoyar a las familias que carecen de comida y a los profesionales de la salud.
¿Qué piensa sobre China? ¿Lo ve responsable sobre toda esta catástrofe?
Claro, por lo que sabemos, el virus apareció por primera vez en Wuhan. Pero en mi opinión podría haber aparecido en cualquier otra parte del mundo. No creo que China sea el villano de esta historia. Creo que nosotros, la civilización global, somos los responsables. Culpo a la codicia, a la avaricia y a la economía global con su sistema de valores tan ciego que pone al crecimiento como un Dios, por encima de todo. Yo soy responsable y vos también.
¿Cómo cree que será el futuro?
Si me hubieran preguntado esto hace seis semanas, te diría honestamente que se estaba abriendo una ventana a partir de donde se podían ver cambios auténticos. Creo que el cambio principal debería ser que las personas viviéramos como si toda la vida tuviera valor intrínseco. La crisis de hoy nació de las decisiones que tomamos a partir de la segunda guerra mundial. Hoy enfrentamos una crisis terrible de desempleo de la cual brotará un conflicto no menor. Veo que la ventana de oportunidad se está cerrando y creo que, en vez de buscar alternativas basadas en economías sustentables, volveremos a las prácticas degradantes de nuestros ecosistemas tan pronto tengamos la oportunidad. Estamos perdiendo la oportunidad de aprender algo, y esto es especialmente preocupante porque pronto la madre de todas las crisis, el cambio climático, estará tocando a nuestras puertas.
¿Piensa que habrá proteger más a los espacios naturales de ahora en más?
Sin ningún lugar a dudas. A nivel mundial está surgiendo un movimiento muy fuerte que busca llegar al año 2030 con el 30% del planeta protegido. Es un desafío inmenso y difícil de lograr. Pero hay que trabajar en ello.
¿Serán esos sitios la verdadera pieza codiciada en un mundo que desconfiará del amontonamiento?
En las regiones donde ya es posible viajar y las áreas protegidas están abiertas, las visitas se ha incrementado muchísimo, lo que nos indica que hay un sentimiento muy extendido de que las actividades en un entorno natural son un antídoto tanto físico como psíquico contra el estrés provocado por la pandemia. Yo creo que esto sucederá en otras áreas naturales a medida que las restricciones de la cuarentena se vayan relajando.
¿Cuál es la enseñanza que nos dejará todo esto ?
La enseñanza más evidente, es que la salud es más importante que la economía. Pero no hay salud humana en un planeta enfermo. Es la salud de nuestros ecosistemas lo que tenemos que intentar sanar para evitar nuevas pandemias. De un día para el otro, despertamos a una realidad donde no somos más dueños de nuestras propias decisiones. La naturaleza manda. Creo que la mayor enseñanza debería ser la humildad. No podemos controlarlo todo, no somos los dueños del mundo.