Mi opinión
Pablo Yglesias sigue en sus trece, continúa más convencido que nunca del poder sanador de la reforestación amazónica y de las tantas acciones más que tenemos que hacer para recuperar un ecosistema vital y estúpidamente maltratado. A su pasión por Tierra Linda, la reserva ecológica que levantó de la nada con el entomólogo mallorquí José Vicens y la profesora Pilar Diez en los feraces bosques de Chontachaca, en el distrito de Kosñipata, Cusco, se suma ahora una nueva aventura: la puesta en marcha de un novedoso centro de investigación situado en la Amazonía peruana que funcione como necesario semillero para los estudiosos que el bioma necesita a gritos.
Bravo por la terquedad y los buenos ánimos del catalán, experiencia le sobra. Desde este rinconcito del ciberespacio estamos siguiendo y alentando sus buenos propósitos.
Ha plantado más de 10.000 árboles, creado una reserva ecológica y ayudando a centenares de especies tropicales, pero ahora se propone dar un paso más: quiere crear una fundación y reforestar con ella el Amazonas. Por el momento, ha lanzado una campaña de crowdfunding en GoFundMe con la que espera recaudar 10.000 euros, la cantidad necesaria para poner en marcha la fundación y financiar los materiales que precisa.
Se llama Pablo Yglesias y es de Barcelona, pero hace seis años que vive y trabaja en el Parque Nacional del Manu, un espacio natural protegido al sureste de Perú y uno de los puntos con mayor biodiversidad del planeta.
La vida de Yglesias, técnico de sonido y luces, dio un giro de 180 grados la primera vez que aterrizó en la selva. España estaba sumida en plena crisis económica y este joven barcelonés decidió hacer un voluntariado en Sudamérica.
Lo que no sospechaba es que descubriría así su nueva pasión, la naturaleza, la misma que lo impulsó en 2013 a fundar la Reserva Tierra Linda, un área de conservación que administra y con la que promueve, con acciones de voluntariado, una relación más armoniosa con la naturaleza y los pueblos indígenas que la habitan.
«Es un centro de conservación e investigación situado en el corazón del Amazonas peruano, una especie de hotel para investigadores», aclara. Sin embargo y tras años de experiencia, ha decidido dar un salto cualitativo y «profesionalizar» su actividad para «no tener que depender de agencias (de voluntarios) que en el fondo son mafias y a quienes les interesa que haya desgraciados para lucrarse».
Por eso, su meta ahora es crear una fundación de estudios amazónicos para formar a profesionales en técnicas de reforestación de especies tropicales, una institución dirigida a estudiantes de ciencias ambientales, ingeniería agrónoma, biólogos y personas especialistas en la materia.
«Una parte del curso será online, pero la oficina presencial estará en la selva», continúa antes de indicar que las clases las impartirán docentes de universidades peruanas, por lo que está buscando también formas de conseguir becas para los alumnos. Otra opción con la que trabaja, asegura, es que las facultades convaliden créditos a sus estudiantes por participar en estos talleres prácticos.
Yglesias asevera así que él es la persona ideal para liderar el proyecto, porque tiene experiencia y en estos años ha aprendido «a valorar las pocas cosas» que tiene y que la felicidad «no viene de lo material». «Yo llevo seis años viviendo sin electricidad, sin Internet, sin comprarme ropa… Y, al final, me he dado cuenta de que todas las necesidades que nos formamos en Europa, no sirven para nada», confiesa antes de agregar: «Aquí, soy el hombre más rico de la selva».