Aunque la idea de las lluvias pueda asustar a algunos, esta época tiene un encanto único que muchas veces se pasa por alto. Cusco, con su historia y paisajes, adquiere una personalidad diferente en estos meses, y a menudo, una más auténtica y acogedora.
Vamos a desglosarlo paso a paso:
Cuando las lluvias pintan todo de verde
Sí, la temporada baja coincide con la época de lluvias (noviembre a marzo). Pero no te imagines aguaceros interminables arruinando tus planes. En realidad, las lluvias suelen ser intermitentes, y muchas veces te dejan con largos periodos de cielos despejados. Además, ¿alguna vez has sentido ese aire fresco y limpio que solo llega después de una buena llovizna? Cusco está lleno de eso en esta época.
Y luego está el paisaje. Las montañas, que durante la estación seca pueden parecer algo áridas, explotan con un verde que te deja con la boca abierta. Ah, y Machu Picchu… Con la niebla revoloteando entre las ruinas, es como si hubieras retrocedido en el tiempo.
La ciudad (y los sitios arqueológicos) solo para ti
En temporada baja, Cusco pierde las multitudes de turistas que suelen abarrotar sus calles en junio y julio, y eso marca toda la diferencia. Puedes tomarte tu tiempo explorando rincones históricos como Sacsayhuamán o Qenqo, sin un guía turístico apurándote para que el siguiente grupo pase.
En los casinos locales, una actividad que ha ganado popularidad entre los visitantes, también es posible notar este ambiente relajado. Aunque Cusco no es conocido por ser un destino de juegos de azar, muchos turistas aprovechan su tiempo en Perú para vivir la experiencia del casino en Perú, disfrutando de esta experiencia como parte de su inmersión cultural.
Tu bolsillo también te lo agradecerá
Viajar fuera de temporada alta implica que todo, desde vuelos hasta alojamiento y tours, tiende a ser más económico. Además, las agencias de turismo suelen estar más dispuestas a negociar o personalizar las rutas. Si alguna vez soñaste con hacer un tour a medida sin sentirte como parte de una excursión en masa, esta es tu oportunidad.
¿Eventos grandes? No siempre, pero sí experiencias únicas
Es cierto que los festivales más icónicos, como el Inti Raymi, se celebran en temporada alta. Pero eso no significa que Cusco esté aburrido el resto del año. Por ejemplo, diciembre trae el Santurantikuy, un mercado navideño lleno de artesanías únicas. Caminando por ahí, puedes encontrar desde figuritas para el nacimiento hasta tejidos hechos a mano, perfectos como recuerdos.
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Si lo visitas en enero o febrero, todo tiene un ritmo más pausado. Puedes explorar el Valle Sagrado o incluso rutas menos populares, como la caminata a la laguna Humantay, sin las multitudes habituales.
Comer bien y sin apuros
La comida en Cusco es una de las razones por las que siempre querrás volver. Y durante la temporada baja, es aún mejor. Puedes entrar a esos restaurantes famosos que siempre están llenos y disfrutar de un ají de gallina o una pachamanca sin tener que esperar una eternidad.
Uno de los mejores platos es la trucha fresca. Hay algo mágico en saborear un pescado recién sacado de los lagos andinos, acompañado de papas nativas y un toque de rocoto. Además, los mercados están a reventar de productos frescos en esta época, así que aprovecha para probar frutas andinas que quizás nunca hayas visto.
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