Solo Para Viajeros

MORIR EN LA PAMPA

Aimee Pillaca, 21 años, madre de familia de una niña de cuatro y boxeadora de grandes condiciones según sus amigos en la Federación Peruana de Boxeo. Aimee Pillaca Leguía, una víctima más de de las tantas que va cobrando el crimen organizado que reina en La Pampa, el archipiélago de asentamientos humanos que creció alrededor de la carretera Interoceánica como consecuencia del boom del oro que azota la región Madre de Dios.

Aimee llegó a La Pampa a fines del 2015 para trabajar en uno de sus tantos prostibares, quien sabe si captada por su propio novio el también pugilista Alexander Chávez o por cuenta propia. Lo cierto es que desde el 10 de enero sus familiares perdieron su rastro y con justa razón empezaron a alarmarse. Pensando lo peor viajaron hasta La Pampa y allí se fueron enterando de lo que le había pasado a ella y a su acompañante. Aparentemente el día 15, Aimee fue testigo de una violación múltiple cometida contra una menor de quince años que trabajaba con ella en el bar La Rica Miel, un antro dos veces intervenido por prostitución y trata de menores en los últimos meses.

La violación múltiple es el castigo que las niñas reciben de sus tratantes cuando intentan escapar del encierro al que son sometidas. Parece una historia salida de una película de Ian Nielsen pero no, hechos como este ocurren aquí, en Madre de Dios, la capital e la biodiversidad del Perú. La buena de Aimee, eso es lo que le han contado a sus padres los pocos testigos que se han animado a hablar, decidió proteger a la niña y la ayudó a escapar. En Puerto Maldonado pudo subirla a un bus hacia el Cusco para ponerla lejos del drama vivido.

Nadie sabe por qué, pero la boxeadora volvió a La Pampa para caer en manos de la mafia que no la quiso perdonar. Hoy ella, Alexander, su novio,  y según se cuenta en los putibares de ese infierno, dos personas más forman parte de una lista interminable de muertos en un Far West que existe a vista y paciencia de todo el mundo.

“Si quieres encontrar el cuerpo de tu hija, espera que alguien lo tire a la carretera”, le dijeron unos matones de La Pampa a los desesperados padres de la boxeadora. La denuncia ya se puso en la DIVINCRI Madre de Dios y la fiscalía ha empezado a actuar, también el Ministerio de la Mujer. Hace unos días la policía allanó  La Rica Miel para encontrar lo mismo: silencios –como el que precedió a la muerte de Alfredo Vracko en noviembre del año pasado-  y decenas de mujeres, algunas menores de edad, atrapadas en la prostitución y la violencia. Se detuvo a dos de los administradores del putibar, sus alias dicen más que una foto: Lonchera y Sachavaca.

Pobre, Aimee, pobre país nuestro. Justicia para ella y para todos los que sufren tanta violencia, tanta muerte. San Bartolo