Mi opinión
Sin el legado de estos imprescindibles, ocho ciudadanos de distintas procedencias que dedicaron su vida a cuidar el planeta, imaginar el futuro que nos merecemos sería imposible. Recordarlos y en el caso de los que todavía continúan su magisterio sobre la faz de la tierra, como Sir David Attenborough o Jane Goodall, escucharlos, resulta un bálsamo en medio de tantas malas noticias que nos llegan sobre el estado de la salud del planeta que habitamos con tanto desparpajo. Les dejo las reseñas que National Geographic ha preparado sobre estos héroes sin capa. Algunos de ellos, pienso en Félix Rodríguez de la Fuente o Jacques Cousteau, fueron imprescindibles para que mi generación y varias más conocieran las maravillas de la vida natural que nos toca proteger. Que su obra sea infinita.
La Tierra es un espectáculo natural que no se entendería sin los testimonios de miles de divulgadores que han dedicado su vida a protegerla, entenderla y estudiarla. Biólogos, primatólogas, oceanógrafos… todos tienen algo que decir ante los cambios que está experimentando el planeta. Recogemos las voces más icónicas y sus alegatos en favor de la naturaleza.
1 Carl Sagan
Astrónomo, divulgador y escritor, Carl Sagan marcó un antes y un después en la vida de miles de personas que, gracias a Cosmos, alimentaron su pensamiento crítico gracias a la inabarcable curiosidad del científico estadounidense. A través de su mítica serie de televisión mostró a su audiencia su pasión por el universo, las estrellas y los planetas, tratando de comunicar la enorme magnitud del infinito que nos rodea. Su idea era sencilla y compleja al mismo tiempo: comunicar el verdadero peso del ser humano en el universo y, a la vez, mostrar la inenarrable dimensión del espacio. Comunicó con valentía una verdad que muchas veces parece olvidada: el ser humano es una especie que vive sobre la superficie de un planeta cualquiera y es insignificante en términos cósmicos. No solo era un mensaje de humildad en términos absolutos, sino que también escondía un gran trasfondo poético: a pesar de ser un mero soplo fugaz en mitad de un cosmos inabarcable, sus ojos se iluminaban al hablar de las estrellas y de la inmensa fortuna de la especie humana, una suerte que le permite comprender la magnitud del universo y maravillarse ante tal demostración de grandeza.
2. Jacques Cousteau
Los océanos cubren en torno al 70% de la superficie del planeta y, a pesar de su indudable influencia en la Tierra, conocemos mejor ciertas partes de la Luna que las profundidades de nuestro planeta. Jacques Cousteau, a bordo del Calypso, se convirtió en el oceanógrafo y explorador más famoso del mundo movido por su fascinación por el mundo submarino. Desde muy joven practicó la natación y, cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, decidió unir su pasión por los ecosistemas marinos con otra de sus grandes aficiones: la filmación. Fue clave en la primera expedición arqueológica subacuática de la historia en las costas de Túnez en busca del Mahdia, donde se emplearon aparatos que él mismo diseñó junto a Émile Gagnan para la inmersión autónoma. Poco después se enamoraría del Calypso, un viejo dragaminas atracado en el puerto de La Valletta, al que remodelaría para convertirlo en el buque oceanográfico más popular de la historia de la navegación. El mundo del silencio nació como libro, se llevó a la gran pantalla y le permitió traspasar fronteras gracias a la consecución de la Palma de Oro en Cannes y el Oscar. Su legado se hizo inmenso con El mundo submarino de Jacques Cousteau, una serie documental que mostró las maravillas submarinas mientras recorría el mundo al bordo de su amado buque acompañado de la tripulación. Su concienciación con la sobrepesca, la superpoblación y los grandes desafíos que aún hoy siguen amenazando a los entornos marinos le convirtieron en un referente en la divulgación.
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3. Dian Fossey
Una de las tres «trimates» junto a Jane Goodall y Biruté Galdikas, Dian Fossey dedicó su vida a la protección, el estudio y la defensa de los gorilas de montaña. La zoóloga nacida en San Francisco decidió trasladarse a África para comprender junto al paleontólogo Louis Leakey los misterios de la evolución humana. Todos esos conocimientos los aplicó en el estudio de esta especie de primate, primero en las montañas Virunga, en la República Democrática del Congo, y después en el Parque Nacional de los Volcanes de Ruanda, donde fundó el Karisoke Research Center, un acrónimo de los montes Karisimbi y Visoke. Se dedicó en cuerpo y alma al estudio de los gorilas de montaña, una especie a la que ella vaticinó su extinción a finales del siglo XX debido a la inestabilidad de la zona y la indiscriminada caza furtiva que la amenazaba. Su libro Gorilas en la niebla se convirtió en un referente para el estudio de la especie que llega hasta nuestros días y, aunque gracias a sus esfuerzos la especie ha sobrevivido hasta la actualidad, la primatóloga perdió la vida en las montañas africanas. Fue asesinada con un machete que ella misma tenía colgada en las paredes de su vivienda y su muerte sigue siendo un misterio. Sin embargo, su defensa de los gorilas y sus estudios científicos marcaron un antes y un después en la comprensión de esta especie, una de las más próximas al ser humano.
4. Gerald Durrell
Nacido en la India cuando el territorio todavía formaba parte de los dominios británicos, Durrell trasladó su fascinación por el mundo natural a la realidad cuando fundó el Zoological Park of Jersey, que posteriormente se convertiría en el Jersey Wildlife Preservation Trust, en su lucha personal por la defensa a ultranza de los animales de planeta. Hizo de su convicción prácticamente una cruzada. El zoólogo se convirtió en uno de los naturalistas más famosos de la historia gracias a la publicación de más de una treintena de libros, embriagados todos ellos de conocimientos sobre el mundo natural con un sutil toque de humor británico. Defendió la labor de los zoológicos en una época en la que se apostaba por su desmantelamiento con la firme convicción de que eran enclaves para la preservación y el estudio de las especies más amenazadas de la Tierra, a las que quiso salvar de las atrocidades que sufrían por parte del ser humano. Pisó África y Latinoamérica en incontables ocasiones y pasó el resto de sus días en la casa situada dentro del zoológico que él mismo construyó.
5. Jane Goodall
Valerie Jane Morris Goodall nació en Londres en 1934. Hija de un hombre de negocios y una novelista, recibió de niña el regalo de un chimpancé de peluche al que su padre nombró Jubilee. Por increíble que pueda parecer, este pequeño gesto fue el fuego que encendió la mecha para que algunos años después Jane se convirtiera en una de las primatólogas, etólogas y antropólogas mas reconocidas de todos los tiempos. Sin embargo, su fama y su reconocimiento dentro de la comunidad científica internacional no serían posibles sin su carácter intrépido y explorador: a los 23 años viajó a Kenia para trabajar con el antropólogo Louis Leakey y, tres años después, se trasladó a la reserva nacional de Gombe Stream, en Tanzania, donde pasaría más de medio siglo estudiando a los primates. Entre muchas otras revelaciones, Goodall descubrió que los chimpancés (Pan troglodytes) eran capaces de fabricar y utilizar herramientas, una habilidad que se creía reservada únicamente a la especie humana: resultó ser un hallazgo revolucionario que planteó la necesidad de redefinir la relación evolutiva entre primates y homínidos. Sus aportaciones a la ciencia han hecho que nos replanteemos la naturaleza de los chimpancés, de los primates e incluso de los propios seres humanos, mientras que su papel como activista y sus conocimientos le han hecho convertirse no solo en una referencia académica, sino también un ejemplo vital.
6. Félix Rodríguez de la Fuente
Divulgador español por antonomasia, su voz se convirtió en un referente para miles de niños que crecieron durante la década de los 70 contemplando sus documentales de naturaleza. Se convirtió en un fenómeno mediático gracias a sus dotes comunicativas, que plasmó en El hombre y la Tierra, y consiguió poner a la fauna ibérica en el foco de atención. Acompañó sus virtudes frente a la cámara de un gran conocimiento del mundo natural, que aprendió por su cuenta en un camino que le llevó a convertirse en zoólogo, guía, expedicionario y realizador de programas tanto televisivos como radiofónicos. Su pasión y seguridad ante la cámara hicieron de él un personaje legendario en la divulgación de naturaleza en España. Defendió al lobo ibérico hasta tal punto que crió y estudió dos ejemplares, bautizados como Rómulo y Remo, mientras siguió divulgando acerca de este animal, proscrito de la sociedad una vez aparecieron la agricultura y la ganadería. Sus esfuerzos evitaron su desaparición en la península. Protector de las especies en peligro de extinción con un gran talento para la realización audiovisual, consiguió imágenes del planeta nunca antes vistas. Su intrépido carácter le llevó hasta Alaska para rodar una carrera de trineos con perros. Era el 14 de marzo de 1980, justo el mismo día de su cumpleaños, cuando la avioneta en la que viajaba se estrelló por causas desconocidas. Se llevó a un comunicador nato y una estrella de la divulgación, pero sus conocimientos dejaron un pedso imborrable en las generaciones que crecieron escuchando su voz.
7. Sylvia Earle
La relación del ser humano con la biodiversidad marina y la defensa de los océanos no se entendería sin Sylvia Earle. Her Deepness (la dama de las profundidades) sigue incansable en la lucha por conseguir que las áreas marinas protegidas igualen la superficie de la tierra. Y es que, a pesar de que los océanos cubren el 70% del planeta, tan solo el 6% de su área está protegido. Earle actúa con conocimiento de causa: en 1964 se convirtió en la única mujer que formó parte de la primera expedición que exploró los fondos marinos de las Islas Seychelles y más de 50 años después, con más de 7.000 horas bajo el mar a sus espaldas, sigue firme en su propósito de defender a los océanos: “seguimos sin reconocer que el mar es nuestro gran corazón azul, y que gracias a él nos mantenemos vivos”, afirmó la oceanógrafa a Carlos Fresneda en su libro Ecohéroes. Se convirtió en la primera mujer en dirigir la NOAA, la Administración Oceánica y Atmosférica Nacional de Estados Unidos, y además de ser Explorer de National Geographic, también recibió el premio Princesa de Asturias de la Concordia en el año 2018. Porque la dama de las profundidades ha pasado los 80 años, pero sigue imparable en su lucha por defender el medio océanico, un entorno al que se ha dedicado en cuerpo y alma a lo largo de toda su vida.
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8. David Attenborough
Divulgador y naturalista por excelencia de las últimas 6 décadas, David Attenborough se ha ganado un lugar de honor en los televisores de todo el mundo gracias a su intrépido carácter, su profunda fascinación por el planeta y su icónica voz, aptitudes que sigue mostrando a sus más de 90 años frente a las cámaras de BBC Earth. Mucho antes de que se acuñara el término de «cambio climático», Attenborough ya había contemplado con sus propios ojos la innegable transformación que está sufriendo el planeta con el paso de los años en todas sus latitudes. Al frente de innumerables series documentales, Attenborough ha conseguido filmar todos los rincones de la Tierra, incluidos los más inhóspitos como las frías latitudes antárticas o las profundidades marinas, mientras que ha seguido con sus labores de concienciación y divulgación a través de la herramienta más poderosa que existe: las imágenes. Planeta Tierra y Planeta Azul han inspirado a millones de jóvenes, que han visto en Attenborough un profesor, pero también un testigo del cambio a escala planetaria que ha motivado la acción del ser humano. En 2020 estrenó en Netflix Una vida en nuestro planeta, el que posiblemente sea el último testimonio del naturalista británico, donde aseguró que, bajo su punto de vista, la emergencia climática no es la única amenaza que enfrenta la Tierra, sino que la destrucción de los ecosistemas está produciendo una pérdida de biodiversidad insostenible. «Nuestro futuro no cambiará si no cambiamos nuestra relación con los animales», afirma el veterano naturalista, aportando también una serie de posibles soluciones que podrían revertir la solución. A sus 94 años, su poder de concienciación sigue intacto, pero su objetivo está más claro que nunca: pasar el testigo a las nuevas generaciones.