Paracas Lo del asesinato de la boxeadora Aymee Pillaca en La Pampa es tremendo, inhumano. Seis meses sin que aparezca su cuerpo y el de sus acompañantes, muertos los cuatro –según lo que se susurró en el km 108 de la malhadada carretera Interoceánica- por denunciar la violación múltiple de una menor en la discoteca La Rica Miel, uno de los tantos putibares en un territorio peruano que hace tiempo cayó en manos del hampa y violencia más cruel.
Me he referido a la desaparición de Aymee varias veces, lo han hecho también la congresista Rosa Mavila, los periodistas Manuel Calloquispe y Pavel Martiarena, de Puerto Maldonado y hace unos días la historiadora Carmen McEvoy. Por si fuera poco Latina TV presentó el domingo pasado el reportaje de Beatriz Jiménez con el testimonio de los padres de tres de las víctimas, uno de ellos el de Irene Leguía, la mamá de Aymee, y los poquísimos avances en las investigaciones que tanto la policía como la fiscalía han hecho para dar con los criminales y/o los cuerpos de los infortunados jóvenes.
“No quiero buscar culpables, solo quiero dar cristiana sepultura a mi hijo”, dice el padre de una de las víctimas, “ya sé cómo y cuándo lo mataron, no me interesa saber nada más”. Terrible, hay que acabar con el estatus que se ha hecho fuerte en La Pampa y en los demás territorios ganados por la violencia que generan las actividades ilícitas y la desatención estatal. No queda otra salida…
Les dejo el video con el reportaje.
