Solo Para Viajeros

Tingana para todo el mundo

Esperaba más de mi visita a Tingana, el emprendimiento emblema en materia de Turismo Rural Comunitario en el Alto Mayo, Moyobamba. Esperaba digamos, lo que los otros participantes al Primer Encuentro de Turismo Rural de las Américas 2018 encontraron durante el recorrido que hicieron ayer a las Cuevas de Palestina y/o a los renacales de Santa Elena: gestión adecuada de la biodiversidad y el espacio apropiado para que anfitriones e invitados nos diéramos la mano para seguir festejando lo que se ha avanzado en la materia.

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Lamentablemente no encontré en Tingana ni lo uno ni lo otro y no peco de exagerado, lo que les digo resume los comentarios que escuché de los visitantes que llegaron del extranjero.  De la biodiversidad poco, apenas los amagos de un paisaje único, sobreviviente de lo que alguna vez fueron los renacales y aguajales del Alto Mayo, dos especies del bosque amazónico de San Martín desplazadas brutalmente por los arrozales y cafetales que el modelo de ocupación gestado desde Lima impuso en la región.

Del importante encuentro y diálogo intercultural que toda experiencia de Turismo Rural Comunitario tiene que generar para existir como tal, apenas los buenos modales y el carisma de Juan Isuiza y sus familiares. “Había mucho que ver y qué sentir, pero faltó ese sabor, esa forma de ser que nos sobra a los centroamericanos”, me dijo uno de los invitados llegados desde el norte y sintetiza muy bien lo que sentí.

No tuvimos el momento necesario parta escuchar a los actores y comprometernos con su sueño y durante el recorrido por los caños del río Avisado solo tuvimos tiempo para hacer silencio e intentar ver la fauna del lugar que nos fue imposible apreciar.

Después de eso, solo las ráfagas de un almuerzo apresurado y el recuerdo -ojalá que volátil- de haber utilizado unos servicios higiénicos que a esas alturas de la tarde ya habían colapsado por el uso dado por los visitantes que nos antecedieron. Luego dos horas más de retorno por un río hermoso del que nadie dijo nada.

Vengo yendo y viniendo a Tingana con cierta regularidad desde por lo menos el año 2005 y ésta ha sido mi visita más insulsa, menos grata. Lo digo con buen ánimo, con el deseo sincero de que se ponga en la agenda la necesidad imperiosa de no dormiros en nuestros laureles y saber aprovechar al máximo las oportunidades que otros no tienen.

Los compañeros de Tingana, por la importancia de los visitantes que llegaron ayer, debieron esmerarse en atenderlos como los hubiera atendido, estoy seguro, Cristina Suaña en Uros, Puno: con la sonrisa a flor de labios, la casa en orden y todas las ganas de decirle al mundo entero que en las islas, en sus islas viven los peruanos más felices y comprometidos con el desarrollo de todos.

En fin, qué la crítica constructiva los ayude a mejorar, esa ha sido y no otra la intención de estas notas apuradas desde el tercer día del encuentro TRC americano.