Mi opinión
No pude coincidir con Pep Bernadas durante mi última estancia catalana. Lo busqué en Altaïr, su casa y el hogar de tantos viajeros de paso por la ciudad condal pero no estaba, andaba por otras calles, urdiendo proyectos nuevos, seguramente. Ni modo, a dejarle una nota, que tuvo la gentileza de contestar a los pocos días, y aguardar otro momento para el ritual de siempre cada vez que me asomo por Barcelona: abrazarlo con cariño para agradecerle en seguida por todo lo que ha hecho por los que vivimos embelesados por la cultura viajera, ese estar en el mundo, y en nuestro tiempo, que su librería, la revista que fundó y el ateneo que dirige, nos enseñó a valorar. Y a comprender.
Pep Bernadas es el capitán del barco en el que nos transportamos desde hace tanto ilusos y viajeros de toda laya y Altaïr la nave insignia que sigue dando batalla en estos tiempos de banalidades y culto a lo absurdo. Les dejo esta sabrosa entrevista-reseña que le acaba de hacer Domingo Marchena, periodista de los buenos, que acaba de publicar La Vanguardia. Buen domingo para todos, a seguir guardando la compostura.
Pep Bernadas se sonroja cuando sus amigos lo comparan con Ramon Vinyes, el sabio catalán de Cien años de soledad . Pero si él hubiera vivido en Macondo, también habría conocido a Aureliano Babilonia y le habría vendido los libros que le ayudaron a descifrar los pergaminos de Melquíades. Los libros que descifran enigmas son de hecho su especialidad. En realidad, cualquier tipo de libros. Y, por supuesto, la cartografía y la literatura como herramienta para conocer el mundo.
Como Ramon Vinyes (1882-1952), Pep también nació en la comarca barcelonesa del Berguedà, (en Gironella, a menos de 10 kilómetros de la cuna de su paisano, Berga). Y también él es un viajero irredento y “se ha leído todos los libros del mundo”. Gabriel García Márquez describía así a su sabio catalán, un hombre culto y sensible que ejerció de faro y mecenas cultural en Barranquilla. Cultura, sensibilidad y mecenazgo, además de amor por la literatura, unen a Ramon Vinyes y a nuestro protagonista, que acaba de cumplir 68 años…
Nació en 1952, un 1 de mayo, el día del Trabajo. Eso pone en su carnet de identidad, 68 años, aunque sus traviesos ojos verdes siguen siendo los de aquel joven del Zócalo. En la primavera de 1979, en este bar del Born él y su amigo Albert Padrol inauguraron una exposición fotográfica sobre Nepal y el norte de India. Los dos eran estudiantes de antropología y ya se habían licenciado en su verdadera especialidad: el viaje. El 17 de diciembre de aquel año enloquecieron y se embarcaron en una aventura, la librería Altaïr.
Sí, era una locura. Los dos compañeros de clase querían, además de vender libros que no se encontraban en casi ningún otro sitio, convertir su proyecto en un punto de encuentro, de intercambio de opiniones e informaciones. El primer local estaba en la calle Riera Alta. Era un comercio pequeño e incómodo y a veces olía a humedad. Pero ya tenía sus señas de identidad: una sala de exposiciones y un altillo con un par de mesas para cafés y conversaciones interminables. El nombre, Altaïr, lo tomaron prestado.
Así se llamaba el velero de uno de sus héroes, el comerciante, escritor y navegante francés Henri de Monfreid (1879-1974), que surcó las aguas del mar Rojo y alimentó con sus relatos los sueños juveniles de los dos libreros. Altaïr es también el nombre de una estrella que se puede ver todo el año desde el hemisferio norte en la constelación del Águila. El local de Riera Alta se vio desbordado muy pronto y fue necesario trasladarse a otro mucho más amplio de la calle Balmes.
Altaïr ya podría haber cincelado en mármol para entonces las palabras de Amin Maalouf en León el Africano (Alianza Editorial): “No procedo de ningún país, de ninguna ciudad, de ninguna tribu. Soy hijo del camino, caravana es mi patria y mi vida la más inesperada travesía”. Y, como no hay dos sin tres, también aquel local se quedó pequeño y fue necesario un nuevo traslado. Esta vez al número 616 de la Gran Via. Dos plantas, más de 1.000 m2 y un fondo documental de 65.000 títulos.
Es la librería especializada más grande de Europa. Permanece momentáneamente cerrada por la crisis sanitaria de la Covid-19, aunque dos empleados atienden y entregan los pedidos que reciben por internet. Como tantas empresas, se ha acogido a un expediente de regulación temporal de empleo. Tarde o temprano, Altaïr y la mayoría de sus compañeras que aún no lo han hecho reabrirán. Pero estos meses han sido un mazazo y algunas ya no podrán plantar cara a Amazon, que ha engordado todavía más con la pandemia.
Pep Bernadas ya sabe lo que son los tiempos difíciles. Entró en un quirófano el 18 de octubre del 2001 por una hernia cervical. Pensaba que estaría ingresado una semana. Estuvo un año y medio. Las cosas no salieron como estaban previstas y el bisturí le afectó a la médula espinal. Pasó semanas con respiración asistida, inerte, sin poder hablar ni moverse, pero consciente de todo. “Si sobrevive, quedará en estado vegetativo”, dijo un médico en su presencia, sin importarle que lo pudiera oír.
Cuando vuelva a nacer, Pep Bernadas será un tuareg, un viajero entre mundos, un nómada entre fronteras, un hijo del camino. Al pueblo del desierto consagró su tesis doctoral. Le encanta Cada hombre es una raza (Alfaguara), del escritor mozambiqueño Mia Couto. Él completa el título del libro con una coletilla: “Cada hombre es una raza… y la Tierra, un solo país”. También dice mucho sobre su rebeldía una de las lecturas a las que siempre vuelve, El corto verano de la anarquía (Anagrama), de Hans Magnus Enzensberger.
Altaïr cumplirá 41 años el 17 de diciembre. Con motivo de su 25 aniversario, Albert Padrol y Pep Bernadas recordaron que los constructores de las catedrales en la baja edad media decían: “Haz tu herramienta y tu herramienta te hará a ti”. Cada uno de nosotros nos hemos construido con las herramientas de las lecturas que hemos hecho. Si nuestro Ramon Vinyes particular, con muletas y dificultades para andar, pudo regresar un día a las dunas de Tamanrasset, ¿no regresaremos ahora nosotros a las librerías? ¿A los oasis que tanto amamos?
Este artículo forma parte de una serie de reportajes sobre mujeres y hombres de todo el mundo, célebres por sus experiencias viajeras.