Mi opinión
Que el ejemplo londinense cunda en nuestras ciudades y los parques y jardines públicos y hasta las bermas de las grandes avenidas se conviertan en lugares para el encuentro y la contemplación de la naturaleza. Que las rejas dejen de cumplir su deleznable cometido para que los urbanitas, nosotros, retomemos el hábito de los paseos viendo pasar las horas y el momento feliz de darle curso a la merienda que guardábamos en la canastita de ocasión. Sería lo máximo, nos humanizaríamos que tanta falta nos hace.
Por primera vez en la historia, los jardines del Palacio de Buckingham van a permitir acceder a los visitantes para hacer pícnics. Así lo ha anunciado el palacio, que tilda de “una oportunidad única en la vida de hacer un pícnic con vistas al palacio”.
Será entre los meses de julio y septiembre (del 9 de julio al 19 de septiembre de 2021) cuando los visitantes puedan acceder a este oasis amurallado en el centro de Londres y recorrer sus sinuosos senderos. También podrán contemplar los plátanos plantados por la reina Victoria y el príncipe Alberto, el famoso lago con isla propia que alberga los panales de abejas del palacio, la llamada Avenida Castaño de Indias o los muros de vegetación de 156 metros de longitud.
Hay que tener en cuenta que este es el jardín privado de la reina, el más grande de Londres, en el que la monarca realiza eventos privados pero también alguno público, como las Queen’s Garden Parties, con las que la realeza buscaba premiar a las personas que más impacto positivo habían tenido en la comunidad pero que llevan suspendidas desde el inicio de la pandemia de coronavirus.
Historia de un jardín
El jardín cuenta con 325 especies de plantas silvestres, 30 especies de aves y más de 1.000 árboles, incluidos 98 plátanos y 85 especies diferentes de robles. Pero, sin duda, el lugar más especial es el lago, creado en el siglo XIXy que originalmente recibía agua del lago Serpentine de Hyde Park. Hoy recibe agua de un pozo del palacio. En este lago anidan muchas aves acuáticas, como el andarríos chico, el carricerín común o la curruca zarcerilla.
Un prado de flores silvestres y un jardín de rosas completan este espacio en el que también se cuela una cancha de tenis, donde el rey Jorge VI y Fred Perry (sí, el de los polos) echaban sus partiditos en 1930.
El jardín tiene una historia que se remonta al año 1608, cuando el rey Jacobo I plantó una serie de moreras para criar gusanos de seda. Aquel experimento no le salió del todo bien, ya que eligieron el tipo incorrecto de morera, pero eso no ha impedido que hoy sí haya moreras en el jardín, concretamente 45 tipos distintos en lo que se conoce como la Colección Nacional de Moreras desde el año 2000.
Siglos más tarde, a mediados del XVIII, el rey Jorge III y su esposa Carlota llegaron a introducir animales exóticos en el jardín: desde un elefante a una de las primeras cebras que se vieron en Inglaterra.
El diseño actual del jardín responde al primer tercio del XIX, cuando Jorge IV transformó lo que entonces se llamaba Buckingham House en el palacio de Buckingham. El monarca confió en William Townsend Aiton para diseñar un jardín privado, ya que Aiton estaba a cargo del Real Jardín Botánico de Kew, que hoy es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Aiton fue quien creó el lago.
Jorge VI y la reina Isabel (la reina madre) también le dieron su toque al jardín, despejando muchos de los densos arbustos victorianos e introduciendo una selección de árboles decorativos con flores y arbustos perfumados.
Visitas guiadas
Otra manera de conocer más en profundidad el jardín es a través del libro Buckingham Palace: A Royal Garden, que analiza un año en la vida del jardín real e incluye ideas y consejos de su jardinero principal, Mark Lane, así como anécdotas reales y fotografías.
- Leer más / William H. Hudson, profeta