Mi opinión
¿Alguien se acuerda de Milco, la mascota de los juegos panamericanos del 2019 en Lima? ¿Lo recuerdan? Era el muñequito que con mucha gracia intentaba presentar al mundo el legado de la cultura Chancay, una sociedad que se desarrolló en el litoral limeño entre los años 1200 y 1470, poco antes de los Incas, que nos dejó como insuperable testimonio de su ritualidad la belleza y altivez de los cuchimilcos, las curiosas estatuillas de arcilla que algunos investigadores asocian con la fertilidad. Ojalá que Fiu, el siete colores de la totora que compartimos con nuestros vecinos, no sea olvidado tan rápidamente como sucedió con el limeñísimo Milco, la mascota oficial de la recordada justa deportiva que tanta infraestructura supo dejarnos. Pienso que la elección de ambos “personajes” se hizo para poner en relieve los patrimonios que caracterizan a las dos ciudades que fueron cedes de los juegos mencionados: en el caso del Perú, su pasado cultural y en el caso de Chile, su diversidad biológica tan amenazada en estos tiempos por el avance de las urbanizaciones sobre los humedales de su infinita costa. Hay que tenerlo en cuenta, lo simbolismos ayudan para poner en la agenda los problemas que nos afectan y las soluciones a la vista. Y la situación de los humedales que se extienden a lo largo de esta parte del Pacífico sudamericano es sumamente crítica; lo hemos comentado muchos veces por aquí, resulta por ello urgente que se llame la atención sobre la pérdida de sus coberturas, en el caso peruano, a pesar de la aprobación durante el gobierno del presidente Sagasti de una norma que prometía su cuidado irrestricto y de la desigual lucha de combativos colectivos ciudadanos, como en el caso de Chocalla, l sur de Lima, enfrentados a la angurria de los que pretenden cubrir de fierro y del cemento las áreas naturales que tanta falta nos hacen. Les dejo por aquí una reseña del ave que hemos visto tantas veces en Villa, Puerto Viejo, Mejía y hace un tiempito nomás en la laguna de Piuray, Chinchero, otro humedal, esta vez altoandino, amenazado por el mismo embiste constructor.
Alfredo Seguel para El Ciudadano / Chile
Si hay un personaje que ha tenido protagonismo durante los Juegos Santiago 2023, ese es FIU, la mascota de Santiago 2023. Y más allá de su rol como imagen del evento multideportivo, esta bella ave, conocido como el 7 colores, cumple un rol muy importante en los ecosistemas.
Se trata de una especie que vive especialmente en humedales, específicamente en totoras y muy difícilmente sale de estos ecosistemas, por lo que resulta clave el cuidado de estos ecosistemas tan frágiles para garantizar la supervivencia de esta especie.
“Esta ave, cuyo nombre responde al sonido de su canto, es sumamente bella y reconocible por sus colores y habita en la zona centro y sur del país” destaca la organización de los Juegos Panamericanos.
En 2016 el siete colores ingresó a la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), una categoría que lo acerca el riesgo, sin embargo, desde el año 2019 esta ave se encuentra en estado de “Menor riesgo” y está presente en Brasil, Paraguay, Uruguay, Argentina, Perú y Chile, pero, una de las preocupaciones latentes sobre su existencia, es su hábitat: los humedales.
Esta pequeña ave conocida comúnmente como Siete colores (Tachuris rubrigastra) pertenece al Orden de los Passeriformes, de la Familia Tyrannidae y del Género Tachuris. En Chile se distribuye desde la región de Atacama hasta Aysén. Su hábitat son principalmente juncales y totorales de zonas de aguas poco profundas, como lagunas, tranques y vegas.
Es una especie que mide entre 10 a 11 cms, pesa alrededor de 10 gramos. Su cabeza posee una corona negra con una línea roja central y líneas amarillas a los lados. Según el sitio www.avesdechile.cl “en la cara tiene un triángulo negro azulado desde el pico hasta las auriculares. La garganta es blanca, el pecho y el abdomen son amarillos y están divididos por una banda negra incompleta en el centro. El lomo es verde amarillento, las patas son negras y sus ojos celestes.”
Asimismo, el sitio web mencionado señala que el Siete colores “se alimenta de pequeños insectos y otros invertebrados que encuentra en su hábitat, los que caza moviéndose de totora en totora, con vuelos cortos o dando pequeños saltos. Su época de reproducción es entre septiembre a diciembre, donde construye un nido tejido de tiras de juncos secos. Coloca de 2 a 3 huevos de color amarillento.”, información que fue destacada por el portal del Ministerio del Medio Ambiente.
La importancia de los humedales
Los humedales actúan como esponja natural contra las inundaciones y la sequía, protegen y albergan una alta biodiversidad, incluyendo numerosas especies de animales.
Sin embargo, los humedales se siguen perdiendo, degradando y desapareciendo a un ritmo alarmante. En consecuencia, los beneficios esenciales que dan los humedales a la existencia también van desapareciendo.
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Múltiples asentamientos humanos se siguen emplazando en estos espacios gran parte a causa de descontrolaos proyectos inmobiliarios y extractivistas e incluso, varios siguen siendo objeto de botaderos de basura y escombros.
A nivel internacional existe la Convención Ramsar, relativa a los Humedales, suscrita en ciudad del Irán situada a orillas del Mar Caspio en 1971 que entró en vigor el 21 de diciembre de 1975 (En Chile entró en vigencia en 1981). Su principal objetivo es «la conservación y el uso racional de los humedales mediante acciones locales, regionales y nacionales y gracias a la cooperación internacional, como contribución al logro de un desarrollo sostenible en todo el mundo».
Chile y los humedales
Chile tiene actualmente 16 sitios designados como Humedales de Importancia Internacional (sitios Ramsar), con una superficie de 361,761 hectáreas. Los últimos incorporados fue en el año 2020, correspondiente al de Monkul en la Región de la Araucanía, cubriendo un área de 1380 hectáreas; y, el humedal del río Limarí, con un área de 527 hectáreas
En Chile, se consideran los “altoandinos” como bofedales y vegas. En la zona costera hay estuarios, marismas, albuferas (ingresos de mar), y en zonas patagónicas se manifiestan en turberas, verdaderos bloques de vegetación y agua que se prolongan por metros hacia el subsuelo.
Hay varias cifras sobre catastros de humedales en Chile de acuerdo a cifras oficiales. Una de ellas hace referencia a 40.378 humedales inventariados, con un total de 1.317.704 hectáreas, correspondiente al 1.75 % de la superficie de Chile continental, sin embargo, dichas cifras van variando considerando si se suma lo insular y también las variaciones con respecto a las subestimaciones que hay sobre las turberas.
En definitiva, se estaría contemplando una superficie aproximada de 1.460.400 hectáreas (1,93 % superficie del país), concentrados mayoritariamente en las regiones del sur.
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