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Amargo revés para los humedales urbanos de la costa de Chile

Mi opinión

Hace unos días hicimos referencia por aquí a la tesonera lucha de un colectivo de vecinos de Chocalla, al sur de Lima, agrupados para defender sus humedales, los bellísimos cuerpos de agua que fructifican en la árida costa peruana para poblar de vida los descampados y favorecer, entre otras cosas, la migración aviar en esta parte del continente. Y mencionamos también la dolorosa destrucción de estos ecosistemas a manos de la angurria urbanizadora y el patético desconocimiento ciudadano con relación a la importancia que tienen. Lamentablemente la situación pareciera ser la misma en el litoral chileno, al menos eso es lo que se desprende de la nota que hemos recogido de la prensa de ese país que nos habla de un idéntico proceder de las inmobiliarias locales: en Chile una ola de sentencias cuestionables está dejando sin piso a los defensores de los humedales de las periferias urbanas entre Arica y Chiloé, causando visibles estragos en la ecología de playas y ecosistemas asociados. Los humedales y las dunas, dice el reporte que presentamos, interactúan con las playas, siendo claves para el suministro de las arenas estacionales que permiten mantenerlas. Según los informes recogidos por la autora del artículo que reposteamos el 86 por ciento de las playas afectadas por este problema en el segmento litoral mencionado presentan problemas muy serios de erosión. Gravísimo, debemos detener, en especial, la destrucción de los espacios comunes de la costa del Pacífico sudamericano, una de las zonas del planeta consideradas por los que estudian este fenómeno de mayor vulnerabilidad al cambio climático. No digo más, que la razón venza a tanto descuido…nos queda poco tiempo.


Carolina Martínez para El Mostrador de Chile

Ha sido sin duda uno de los grandes logros medioambientales de los últimos años en Chile: la publicación en 2020 de la Ley 21.202 y su reglamento, normativa que resguarda a los humedales urbanos reconocidos por el Ministerio del Medio Ambiente. Desde entonces, la llamada “Ley de Humedales Urbanos”, ha conseguido resguardar cerca de un centenar de estos ecosistemas a lo largo de Chile.

Pero estos avances en la protección de humedales, que la ciencia considera ecosistemas fundamentales para la adaptación al cambio climático y la protección ante fenómenos naturales como tsunamis, marejadas o el aumento del nivel del mar, sufren ahora un grave revés: una “ola” de sentencias adversas dictadas por tribunales ambientales. Ya son 11 las declaratorias de humedales anuladas debido a reclamos de privados e inmobiliarias, según se ha informado en la prensa en días recientes.

En Perú ocurre lo mismo: Continúa destrucción del humedal de Chocalla en distrito de Asia mientras vecinos esperan respuesta de autoridades

La información señala que otros 18 humedales podrían pronto también perder su protección, debido a resoluciones como éstas, que no se sustentan en conocimiento científico alguno y que se explican por un ordenamiento jurídico vetusto, que no reconoce el concepto de bienes naturales comunes o de dominio público marítimo, como sí hacen los países más avanzados. 

En dichas materias, las reglas vigentes en Chile son fundamentalmente las del Código Civil de don Andrés Bello, que data de 1855 y que no han sido revisadas en casi 170 años. De acuerdo con su artículo 594 es bien nacional de uso público hasta donde llegan las olas en las más altas mareas. En definitiva, es esa frontera fija, arbitraria y anacrónica, la que limita la posibilidad de protección de los ecosistemas marino-costeros y de las comunidades que dependen de ellos. 

Esto implica que en la práctica se puede resguardar una parte muy poco significativa de los bienes marino-costeros de interés público, dejando valiosos ecosistemas asociados fuera de toda figura legal de protección y, por cierto, generando múltiples conflictos entre los intereses privados, las comunidades y los ecosistemas que, sin una adecuada protección, simplemente desaparecerán. Retroceso que ya vemos en las playas en distintas regiones del litoral chileno y cuya degradación ya está en niveles críticos.

Más info en Humedales de Puerto Viejo: las aves del adiós…

De estos resquicios legales se valen los intereses privados para impugnar la protección de humedales, a favor de proyectos que muchas veces no consideran el impacto que tendrán en el largo plazo problemas como el aumento de marejadas o del nivel del mar. La ONU señaló hace algunas semanas que estamos ante un proceso que ya es inevitable, aun cuando logremos limitar a 1,5 ºC el aumento de la temperatura global para fin de siglo. Por lo tanto, uno de cada 10 habitantes en el planeta se verá afectado por este fenómeno, vale decir, cerca de 900 millones de personas que habitan en zonas costeras.

Un claro ejemplo de las consecuencias de intervenir en los humedales es el caso de Los Molles, donde se levantó un enorme condominio emplazado justo en el sector donde originalmente se encontraba el Humedal Estuario Los Molles y el estero Los Coiles. ¿El resultado? Tras las marejadas la inundación ha llegado hasta los primeros pisos de los departamentos ubicados frente a la playa.

La desprotección de humedales también incide en la grave pérdida de nuestras playas debido a fenómenos como la erosión: tanto humedales como dunas, interactúan con la playa, siendo claves para el suministro de arena estacional que permite mantenerlas. Nuestras investigaciones indican que las playas no se están recuperando, al punto que el 86% de las ubicadas entre Arica y Chiloé presenta problemas de erosión. Uno de los casos más graves se registra en las costas de Algarrobo, donde hay playas que retroceden hasta cuatro metros por año, en medio de una explosión de proyectos y construcciones frente a la costa.

Importancia de los humedales para la migración aviar: El largo vuelo del zarapito pico recto: 9,359 kms entre Chiloé y Kansas

Pese a toda la evidencia científica de los servicios ecosistémicos que proveen los humedales –como el acceso al agua, fundamental en épocas de sequía– los tres tribunales  especializadas en medio ambiente, tramitan más de 40 reclamos a lo largo de Chile, demostrando las debilidades de la esperada Ley de Humedales.

Todo esto pone de relieve, una vez más, la urgencia de aprobar una Ley de Costas, actualmente en discusión en el Parlamento, que tome en cuenta las bases científicas de cara a las necesidades que nos impone el cambio climático, conciliando de manera efectiva a través de una gestión integrada de áreas litorales, los diversos usos que se presentan en la zona costera de nuestro país. 

Más info en La magia de los humedales

Recientemente, celebramos la decisión de actualizar la Política Nacional de Uso del Borde Costero de 1994, que integraría un enfoque ecosistémico articulada a una gestión integrada de áreas costeras, sin embargo, para que pueda generarse un cambio profundo en el reconocimiento del carácter público de la costa y su deslinde (zona costera), es necesaria una ley, impulsada por el ejecutivo. Solo así se podrá proteger efectivamente las playas, los humedales costeros y los campos dunares, bienes comunes y patrimonio de todos los chilenos. Mientras este vacío normativo perdure, en el mes de los océanos, no tenemos nada que celebrar. 

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