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Colombia inicia proceso para darle a sus guardaparques un régimen laboral similar el que se acaba de aprobar para Perú

Mi opinión

Qué bueno. El Perú tiene una de las legislaciones más desarrolladas en la región en materia ambiental, eso nadie lo discute y su modelo de gestión de las áreas naturales bajo protección, además, es también uno de los más avanzados; de allí que no nos debería sorprender que nuestros vecinos del norte estén tomando como ejemplo, para darles mejores condiciones de trabajo a sus guardaparques, a la recientemente aprobada Ley del Cuerpo de Guardaparques de nuestro país, que como explicita la nota que comentamos empezará a regir a partir de agosto próximo. Vamos a estar atentos al proceso de construcción del marco legal colombiano que por cierto tiene entre sus principales impulsores a la senadora Julia Miranda, una profesional que durante dieciséis años fuera la directora de Parques Nacionales Naturales de Colombia. Interesante saber que los legisladores colochos buscan introducir en la ley en preparación la puesta en marcha de una Escuela de Guardaparques encargada de formar a los futuros servidores públicos de sus áreas protegidas, una instancia académica que a criterio de Marc Dourojenni, fundador del guardaparquismo peruano, quien propuso lo mismo para el Perú, permitiría a sus integrantes acceder a una formación de rigor y moderna. Suena bien.


Por Julio César Caicedo para La Silla Vacía

Muchos sueñan con ser guardaparques. Pero poco se habla de los apuros que deben soportar. Implica estar lejos de la familia por largos periodos, renunciar a comodidades básicas como la energía eléctrica y viajar varios días para llegar a sus sitios de trabajo. 

También tienen que enfrentarse a climas extremos, a una alta exigencia física y, en el peor de los casos, a ataques de infractores o grupos armados que buscan hacer negocio a costa de la naturaleza. Su labor es fundamental en la actual crisis climática, cuidan cerca de 23 millones de hectáreas de bosque en Colombia. 

En medio de la discusión nacional suscitada por la reforma laboral, a finales de abril la Comisión Séptima del Senado aprobó por unanimidad en primer debate un proyecto de ley que busca crear un nuevo régimen laboral para los guardaparques. La propuesta toma elementos de la que ya es una ley en Perú.

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La minireforma laboral para guardaparques 

El nuevo régimen laboral especial para los guardaparques que trabajan en áreas protegidas contempla dos primas anuales extra para compensar las condiciones de riesgo, así como las condiciones climáticas y de desplazamiento. Además, quienes lleven más de 25 años en el cargo tendrían la posibilidad de pensionarse a los 50 años (hombres) o 55 (mujeres), debido a las exigencias físicas de su labor.

Los guardaparques podrán contar con una póliza que cubra riesgos como desplazamiento forzado, secuestro o muerte. Se les reconocerá como tiempo de servicio lo que se demoran en entrar y salir de las áreas protegidas y se crean condiciones diferenciadas para ascender en la carrera administrativa: ya no solo será un examen escrito, sino que tendrá en cuenta las aptitudes físicas y el trabajo con comunidades. 

También ordena al Gobierno crear una dependencia para la formación y capacitación permanente de los guardaparques llamada La Escuela de Guardaparques. El proyecto es liderado por la representante a la Cámara, Julia Miranda, del Nuevo Liberalismo, quien dirigió Parques Nacionales durante 16 años.

“Si un área protegida no tiene guardaparques, es un área pintada en un mapa, pero sin ningún tipo de gestión de lo que se está conservando”, dice Miranda. “Veo un buen ambiente, la gente valora la tarea de los guardaparques y a los congresistas les importan mucho los parques de sus regiones”, agrega sobre el clima político en el trámite legislativo. 

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El proyecto beneficiaría a cerca de 400 de los 600 funcionarios de planta de la entidad, que son los que trabajan permanentemente en áreas protegidas. Según un análisis realizado por Fedesarrollo, el costo estimado del nuevo régimen sería de alrededor de $5.300 millones para la vigencia de 2024. Tiene la ventaja de que, en teoría, no debería costarle mucho al Estado, ya que podría financiarse redistribuyendo el presupuesto de la entidad. 

Miranda espera que antes del 20 de junio sea aprobado en plenaria de Senado para que en el segundo semestre sea discutido en la Cámara. 

No solo de “mística” se vive en el bosque

El requisito no escrito para ser guardaparque es tener “mística”. “La mística es una vocación por trabajos en condiciones difíciles, tanto por las distancias como por las incomodidades. Implica entender otras culturas, tener apertura para compartir el territorio y entenderlo para conservarlo”, dice Jenny Cueto, directora de la Territorial Amazonía de Parques Nacionales. 

Verónica Velasco tiene 36 años y es “hija de la conservación”. Su papá fue guardaparque en el Parque Pisba, entre Boyacá y Casanare. Desde que era una niña siguió la senda ambiental, estudió Ingeniería Forestal y pasó el concurso público para ser guardaparque.

“Siempre vi a mi papá como un superhéroe, aprecié su esfuerzo cotidiano por conservar. Me encantaba ir a acampar con él, a investigar el páramo”, dice. Ahora continúa su legado en el Parque Nacional El Cocuy, en la parte oriental, cerca a Arauca. “En esta profesión uno aprende a conocer la realidad del país, a entender las dinámicas sociales y económicas. Además de ser la presencia del Estado frente a las comunidades, somos sus amigos”, continúa.  

Velasco comenzó en el parque Tamá, en Norte de Santander. Para llegar al puesto de control tomaba una moto cuatro horas y caminaba media hora más. Allí se quedaba hasta una semana, sin internet ni energía. Todo su tiempo era para el control del parque. 

Pese a las expediciones que deben hacer, actualmente el régimen laboral de los guardaparques es el mismo que rige a los demás servidores públicos. Es decir, el de una persona que va a su oficina en la mañana y regresa a su casa en la tarde. Otros funcionarios, como militares y policías, tienen regímenes específicos debido a las particularidades de sus oficios: mejores garantías en materia de jubilación, compensaciones, primas y seguridad social, teniendo en cuenta el riesgo ligado a sus funciones.

De acuerdo con diferentes fuentes, entre 1986 y 2021 fueron asesinados 17 guardaparques en el país. Algo que no es ajeno a la realidad de que Colombia es el país más peligroso para proteger el medioambiente, según la ONG Global Witness. 

“En algunas zonas los compañeros no están pudiendo trabajar. Hay unas amenazas muy fuertes: la frontera agrícola, la minería ilegal, cultivos con fines ilícitos. Parques Nacionales es de las pocas entidades que hace presencia en los territorios donde confluyen estas situaciones”, dijo Juan Iván Sánchez, director de la territorial Pacífico y líder de la Asociación de Guardaparques de Colombia. “Han sido sometidos por los rigores del conflicto: desplazamientos, asesinatos, retenciones, todo eso lo hemos vivido y debe haber reconocimiento y reparación”, agrega.

Leer más en Coincidencias históricas que debemos aplaudir, un texto de Marc Dourojeanni sobre la reciente Ley del Cuerpo de Guardaparques del Perú

Actualmente, una de las regiones más críticas es la Amazonía, pues es la retaguardia de las disidencias de las Farc: las de “Calarcá”, la de “Mordisco” y los Comandos de la Frontera. En los últimos meses, en el marco de los diálogos de paz con la facción de “Calarcá”, hubo avances para retomar el trabajo de Parques Nacionales en el sur del Meta y norte del Guaviare. Sin embargo, la suspensión del cese al fuego entre el gobierno y ese grupo lo puso en pausa. 

Las zonas donde opera Iván Mordisco, como el sur del Guaviare, están vetadas para funcionarios relacionados con el tema ambiental. Y del otro lado, en el sur de Putumayo, están los Comandos de la Frontera, que operan en parques naturales como La Paya. 

Perú marca un norte para los Guardaparques

Perú, como Colombia, cuenta con ecosistemas en altitudes diversas, como el mar, la sierra y la selva. Los problemas también son similares, pues sus guardaparques tienen que lidiar con madereros, mineros y cazadores ilegales que los ven como un obstáculo.

“Tenemos una presión de los que cometen los delitos ambientales. En cualquier momento esos señores amenazan a los guardaparques y a veces les quitan la vida”, dice Ignacio Sánchez, dirigente del Sindicato de Trabajadores del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas de Perú. El año pasado fue asesinado el guardaparque Victorio Dariquebe Gerawairey en la región de Cusco y, según Sánchez, en esa región a los guardaparques incluso les han puesto un precio a sus cabezas.  

“Aparte de eso, estás expuesto a que el río te puede arrastrar, te puede morder una serpiente, una araña o te puedes topar con un incendio forestal. Los guardaparques se desmayan, se caen, se accidentan y cosas así”, dice. Por eso, considera que todos los países deberían considerar su profesión como de alto riesgo.

A diferencia de Colombia, en el país vecino ya fue aprobada una ley que reconoce formalmente a los guardaparques. Se trata de la Ley 31991, que comenzará a implementarse en agosto. “El hecho de que haya una ley que reconoce cuáles son sus derechos, deberes y funciones, ayuda a empoderarlos mejor en el territorio. Los ayuda a posicionarse como autoridades”, agrega Deyvis Huaman, director de Gestión de Áreas Naturales Protegidas de Perú. 

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La nueva ley peruana contempla beneficios similares a los del proyecto de ley en Colombia y es un referente y elemento de presión política en esa materia. Aumenta también el salario de los guardaparques y les da incentivos a quienes trabajan en zonas de frontera o lugares aislados. 

Tanto en Perú como en Colombia, piden que se siga apoyando que haya un mayor intercambio de experiencias con otros países para aprender y replicar buenas prácticas. El programa Paisajes Sostenibles de la Amazonía, del Banco Mundial, ha avanzado en ese aspecto. “Ver cómo funciona en otro país es muy positivo. Muchos funcionarios han ido a otros países y otros han venido. Es un intercambio que fortalece sus capacidades”, dice Jenny Cueto, de la territorial Amazonía de PNN. 

“El intercambio no ha sido solo entre guardaparques sino entre personal directivo, técnico y administrativo de áreas naturales protegidas”, agrega Huaman, de Perú. “Hemos discutido no solamente sobre la lucha contra amenazas, sino también sobre promoción de actividades económicas sostenibles, educación ambiental, monitoreo biológico, etc.”.

Ese programa promovió, además, la aplicación de una encuesta, por parte de la ONG Wildlife Conservation Society —WCS—, a 512 funcionarios, de ellos 322 guardaparques, de siete países amazónicos, incluido Colombia, para identificar las principales necesidades de entrenamiento que tienen y que sirva de insumo para la política pública de todos los gobiernos. 

Lo que falta: ampliar la planta, tecnología y protección 

Además de las garantías laborales, hay varios temas pendientes para fortalecer la labor de los ‘rangers’, como se les conoce a nivel mundial. “Hay que pensar en tener más gente trabajando en la conservación. No somos los suficientes para seguir cuidando las áreas protegidas”, dice Juan Iván Sánchez, de la Asociación de Guardaparques de Colombia.

En Colombia hay un guardaparque por cada 40 mil hectáreas, según el medio Mongabay, cuando el promedio internacional es de uno por cada 7 mil y lo recomendado por la Unión Internacional para la Conservación es uno por cada 500. Además, el presupuesto para PNN bajó. De $245,9 mil millones en 2023 cayó a $159,7 mil millones en 2024 y $155 mil en 2025.

Luis Olmedo Martínez, el director de PNN, coincide con esa necesidad, pero destaca un concurso público que se realizó recientemente para 240 cargos dentro de la entidad. Plantea como posible solución crear incentivos y facilidades para quienes quieren ser guardaparques voluntarios. 

Para Ignacio Sánchez, del Perú, otra de las necesidades es la capacitación en nuevas tecnologías: “Aquí se está tratando de avanzar en el tema de drones. Eso se tiene que hacer en todos los países, manejar tecnología para evitar riesgos”. También recomienda subir las sanciones penales en contra de quienes agreden a guardaparques, a la par de lo que ocurre con agentes de la Fuerza Pública. 

Mientras en el país se habla de reformas y algunos salen a marchar para defenderlas, los guardaparques aguardan su futuro desde los bosques. Esperan que el Congreso alivie sus cargas para avanzar más hacia la conservación.

*Nota de la Editora. La Silla Amazonía recibe financiación para su operación del programa Paisajes Sostenibles de la Amazonía, liderado por el Banco Mundial con recursos del fondo mundial para el medio ambiente —GEF—. Esto no compromete la libertad editorial de La Silla ni la responsabilidad del Banco por la información acá publicada.

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