Mi opinión
Se acaba de publicar “Lima Dark. Guía de misterios de la ciudad”, un muy simpático repositorio de las leyendas urbanas que grafican los mil encuentros de los vecinos del desvencijado centro de la ciudad con lo inexplicable, lo sobrenatural, con aquello que escarapela el cuerpo del oyente atento a los pálpitos del más allá. Su autor, Pablo Solórzano Torres, es un conocido promotor cultural que entre tantos afanes suyos dirige el proyecto Arte Lima, una iniciativa dedicada por entero a la divulgación del arte, los hechos que sazonan nuestra historia y las leyendas que todo visitante del Centro de Lima debe saber para entonar sus recorridos por los barrios más antiguos de la capital del Perú.
Guillermo Reaño para Viajar & Leer / Solo para Viajeros
Pablo Solórzano, el impertérrito viajero por el mundo que durante tanto tiempo nos deleitara con sus historias y embelesos en el blog La brújula de azar, la audaz bitácora que pergeñó durante los varios años que radicó en la vieja Europa, volvió a la grisácea ciudad nuestra para dedicarse, entre otras cosas, a hurgar entre sus pliegues y meandros las pequeñas historias que tiene por referir la pomposa villa que empezó a construirse al compás del drama quinientista y que casi medio milenio después, vicisitudes virreinales y porrazos republicanos a destajo, pareciera estar a punto de convertirse en Tanis, la efímera ciudad del Arca Perdida.
Ciudad de oropeles y de blasones fatuos, de historias de aparecidos y tesoros incásicos ocultos bajo el peso de sus zaguanes, de golpes de Estado y cierrapuertas permanentes, de inquisidores, bufones y espiritistas, de orates poblando esquinas, callejones y conventos, las Tres Veces Coronada Villa es, no me quepa la menor duda, el relicario perfecto, ideal, para que los fisgones de toda laya hallen las petit histoires que encandilan a los foráneos. Y también, debo reconocerlo, al resto de los que habitamos el gigantesco barrio.
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Y Solórzano, cicerone en ejercicio por las calles, museos, panteones, parques y conventos de la Lima a flor de piel y de la Lima dark, es un fabulador de los buenos y de los más constantes. Digamos que a eso se dedica durante la mañana, el medio día y la tarde también: Pablo es guía oficial en la ciudad antigua y sus barrios periféricos. Por ello nada de lo acontecido en Lima le es ajeno, todo le sirve como materia prima para fascinar al respetable: desde el brillo de las baldosas de la Casa de Aliaga hasta el hábito franciscano con el que antaño amortajaban a los cadáveres listos a partir al Camposanto de la ciudad. Todo le resulta de utilidad para aderezar sus peroratas callejeras: las noticias de incendios pavorosos cerca a palacio de Gobierno o los escritos suntuosos de los tantos vendedores de cebo de culebra que llegaron a las riberas del Río Hablador para fascinación de una ciudad adicta a los sortilegios y las pláticas con los muertos dispuestos a quedarse para siempre entre los vivos.
Las historias que el inquieto y bien informado Solórzano ha ido arrejuntando en sus largos años de pesquisas en bibliotecas, hemerotecas y libros que ya nadie lee le han servido para enhebrar el apetitoso juguete periodístico-literario en forma de guía de misterios que acaba de publicar en el novísimo sello Artífice, con don Jesús Raymundo, el Dr. Tilde, como eficiente editor.
Lima Dark, la ópera prima del turistólogo de la Ruiz de Montoya bebe sus fuentes en lo que podríamos llamar el costumbrismo limeño: esa vertiente de la literatura y el chismorreo nacional que tuvo en el siglo XIX a dos epígonos fundamentales, el célebre tradicionalista Ricardo Palma, citado repetidas veces por el autor del libro que comentamos y El Murciélago, el gran Manuel Atanasio Fuentes, otro de los escritores de obligada consulta por Solórzano. Agregar solamente que esa afición tan limeña por la descripción hilarante de la vida y milagros de los habitantes de la Ciudad de los Reyes reclutó sus primeros bardos mientras se organizaba y se ponía a andar la ciudad fundada por Pizarro en 1535. No olvidemos que el cronista Sarmiento de Gamboa, plumífero al servicio del virrey Toledo, abandonó Lima para ir al Cusco a espulgar los datos más íntimos de los ilustres miembros de las panacas imperiales con el nada noble propósito de armar un folletín que daba cuenta de sus trapisondas y excesos.
Claro, la máxima autoridad virreinal quería sofrenar de alguna manera las críticas a la violencia sufrida por el pueblo indígena durante la Conquista dejando mal parados a los gobernantes de la nación vencida. Y también a sus momias. No le importó a Toledo que el buen Pedro de Sarmiento, magallánico navegante por el planeta y quiromántico a tiempo completo, haya sido acusado y juzgado durante su paso por México por la mismísima Santa Inquisición por su afición a la magia, las prácticas sobrenaturales, la hechicería, la nigromancia y las burlas y desacatos a la autoridad.
Los temas de los que Solórzano se ha convertido en una autoridad a punta de lecturas y más lecturas. Y claro a punta también de gastar suelas de tanto caminar por el Damero de Pizarro y sus periferias…
Del gusto por estos entremeses histórico-costumbristas dan cuenta las 200 páginas del libro que acaba de presentar en la Feria Internacional del Libro. En sus páginas Solórzano nos regala un apurado recuento de los “terribles y sangrientos sucesos” que han atribulado a los habitantes de la regia ciudad; verbigracia, la muerte y el descabezamiento de tres de los conquistadores peruleros durante las guerras civiles entre españoles o el ushanan jampi de los hermanos Gutiérrez en 1872 a manos de una turbamulta enardecida. O la dantesca muerte de cinco bomberos, sesenta años después, en un edificio de la calle Los Plumereros, actual cuadra tres del jirón Camaná. Tragedias personales y públicas que le sirven al autor de Lima Dark para transportarnos a un mundo, a un inframundo, poblado por pecadores lanzados a la hoguera inquisitorial, nakaqs y degolladores rubios y de piel blanca allende las montañas, monjas de claustro no tan célibes, exorcistas y exorcizadas, duendes, espiritistas, hipnotistas, brujos… todos ciudadanos y ciudadanas de una villa que no va a terminar jamás de sorprendernos.
Buena tarea, la suya… pero inmensos los trabajos que le quedan por delante al novel escritor después de haberse lanzado al ruedo de las pesquisas historiográficas. Si Pablo Solórzano nos ha vuelto a traer la fascinante historia de Carlos Paz Soldán, telegrafista, médium, espiritista y paciente del Hospital de la Misericordia, el loquerío de la vieja Lima, el padre, por decirlo de alguna manera, de la nigromancia capitalina y también ha podido rescatar, para contarlas, las triquiñuelas al por mayor y menor del famoso mentalista Enrique Onoffrof, de gira por nuestro país a principios del siglo pasado, espero que le quede físico para contarnos las vicisitudes de los locos de la colonia retratados con precisión de relojero suizo por el Dr. Hermilio Valdizán en su olvidado libro de 1919 o los sucesos que antecedieron al escándalo perpetrado por el Conde de Lemos, don Abraham Valdelomar y Pinto, y sus amigos al burlar la vigilancia de la muy pía ciudad de Lima para interpretar, violín de por medio y en el cementerio Presbítero Maestro, las rítmicas notas de la Marcha Fúnebre de Chopin con Norka Ruskaya, la “indómita beldad” suiza “cubierta solo por la túnica que usaba para bailar”. Suceso que espantó a la cucufata vecindad limeña y que por cierto depositó a la bailarina en las mazmorras de Santa Tomás, la cárcel para mujeres de una Lima versión belle époque.
O las acrobacias que todavía persisten en la sesera colectiva protagonizadas por Blakamán, el escapista que en los años sesenta del siglo que hemos dejado atrás estuvo a punto de morir al ser sepultado, en transmisión en vivo y en directo por la tele en blanco y negro, a vista y paciencia de la atribulada tribuna. O los padecimientos, en épocas más recientes pero olvidadas, de un animador también de televisión que le prometió a su audiencia pernoctar siete días en la fantasmal Casa Matusita, la vivienda en el cruce de Garcilaso de la Vega y España que alborotó mi infancia, y que a las dos horas y media o un poco más de emprendido el desafío tuvo que abandonar su empeño para ser internado en el manicomio que aún ocupa los terrenos donados por el filántropo Víctor Larco Herrera para atender los desvaríos de los orates de la alocada ciudad que habitamos.
Gran trabajo, Pablo, que se repita…
Lima Dark
Guía de misterios de la ciudad
Artifice, 2025
203 pp.