Mi opinión
Conozco a Oxlahun Ben, es mi amigo; solía llamarlo Luis Federico Cisneros, el nombre que utilizaba en los tiempos de la oficina de Viajeros en Higuereta, cuando nos juntábamos para revisar textos y preparar nuevos artículos. Respeto y admiro su rollo, sus convencimientos, los ánimos que mueven sus pasos; con gente como él, y como sus amigos en Rumichaka, tenemos que construir el futuro.
Les dejo esta historia de descubrimientos y pasos firmes hacia la libertad.
Cada 21 de marzo celebramos el Equinoccio de Otoño en el hemisferio sur del mundo. Y cada 21 de Junio llega el Solsticio de Invierno con toda su magia para iluminar nuestras vidas. Los 21 de Setiembre el Equinoccio de Primavera aparece para enseñarnos a florecer desde el amor. Y en Diciembre 21 nos reunimos para recibir el Solsticio de Verano, agradeciendo por todo lo vivido y por todo lo que vendrá. Sincronías extraordinarias diseñadas desde la eternidad para conectar con el corazón de la Madre Tierra, Pachamama. Momentos planetarios para sanar y renacer con toda la fuerza del Universo.
Un hombre alto vestido de blanco me abre la puerta y me da la bienvenida a Casa Qanchay, Casa de Luz, un espacio diseñado para compartir momentos de paz y conexión al aire libre, en plena naturaleza. Llegué hasta aquí luego de perderme un rato alrededor de La Capilla, uno de los puntos claves del mapa para llegar fácilmente. Después de casi tres años, insertado nuevamente en Lima, volvía a caminar y a sentirme más libre que nunca entre el cielo y las montañas, rodeado de su grandeza. Fue un regalo perfecto. Así fue como llegué al hogar de la familia Tribu Holística, la casa dorada de Papoq y Cristine, una pareja de artistas espirituales que a través de sus magias sanadoras y ofrendas desde el corazón, acompañan y musicalizan la vida de los viajeros que llegan especialmente para compartir las ceremonias de conexión que celebran cuatro veces al año, entre Solsticios y Equinoccios, desde los portales de un Templo Chakana, rodeado de piedras e instalado desde hace 8 años en el plexo solar de su bella morada en Rumichaka.
El aire puro del Valle Sagrado nos envuelve con un abrazo inmenso, etéreo y fugaz como el viaje de un cometa listo para la muerte. Poco a poco las personas van llegando a esta casa arcoíris rodeada de naturaleza pura. Desde diversas partes del globo los visitantes aterrizan para comulgar con el espíritu amoroso de la Pacha Mama. Es un día de ofrenda y celebración, momento perfecto para compartir rituales y experiencias místicas que limpian las almas y los corazones. Todos somos recibidos muy cálidamente y mientras el sol del mediodía resplandece, una muchacha australiana se acerca para contarme la fascinante historia de su más reciente liberación.
Y es que la energía de estos días crean ocasiones propicias para compartir nuestros procesos, nuestras vivencias. Hay una sensibilidad especial que nos permite reflejarnos en los otros, darnos cuenta de nuestros actos, actitudes, palabras, pensamientos, reflexionar sobre nuestra forma de vivir y abrir un poco más la mente y el corazón. Son sucesos geniales (y muy oportunos) para salir de las ciudades y reencontrarnos con hermanos y hermanas de esa tribu ancestral llamada humanidad.
Jamás olvidaré ese día. Fue mi primera Ceremonia de Equinoccio en el Valle. Formamos un hermoso círculo entre todos esa mañana y conectamos con la fuerza y la luz del Tayta Inti, el Padre Sol de los cielos, que nos llenó de su amor incondicional, nutriéndonos como una verdadera fuente de vida. Todos los que estuvimos esa mañana logramos sentir la conexión y la vibración energética que se creó desde el interior de la Chakana, desde el interior de cada uno de nosotros. Experiencias internas alrededor del fuego y el alma de los prójimos.
Con sonidos sanadores de fondo se fue armando un bello momento de sanación con los elementos de la naturaleza, donde todos tuvimos la oportunidad de sanarnos a nosotros mismos y de sentir el poder curativo del fuego, el agua, la tierra y el aire. En especial, el poder curativo del amor, del abrazo entre los extraños que se acercan y dejan de ser tan extraños. Es una experiencia profunda de ofrenda a la Tierra y de comunicación constante con el Universo que habita en cada uno de nosotros.
Algunos momentos son más tranquilos, otros más intensos, otros van en crescendo y uno hasta puede lograr vivir una catarsis muy sanadora, dejar atrás los dolores, las tristezas y llorar por todas las heridas del alma que antes no supimos curar. Para todos es una experiencia distinta, pero finalmente nos quedamos envueltos en una atmósfera de paz infinita y uno siente que ha encontrado algo realmente verdadero dentro de sí mismo.
Luego de un refrescante descanso y momento de compartir agua fresca y muchas frutas, subimos al segundo piso para un viaje de luz a través de la música cósmica etno andina que compone nuestro querido amigo Papoq, hombre papacho y músico terapeuta, quien junto a su compañera Cristine, mujer de la Tierra y maestra de Yoga, co crearon un ambiente relajante único, a través de sonidos sanadores, cantos e instrumentos para el viaje de las almas. Fue un verdadero viaje interior. Al despertar me encontré con la mirada limpia y feliz de una chica de Canadá. Nuestros corazones habían resonado juntos y nunca supimos nuestros nombres. Fue uno de los despertares más puros que he tenido.
La llegada de los Equinoccios y Solsticios son fechas planetarias que llegan con mucha energía sanadora a la Tierra. Los mensajes que nos traen del cielo nos dan la oportunidad de conectar con su origen divino, elevando nuestro agradecimiento y amor hacia la vida, despertando nuestra Conciencia y reconectándonos con la esencia infinita del Presente Mágico. Vivir y celebrar la vida fuera del tiempo es una experiencia espiritual muy enriquecedora, un arte en sí mismo que nos invita a recordar nuestro origen cósmico.
Ser conscientes y tomar más conciencia de los cambios de la naturaleza – y su efecto psicomágico en nuestras vidas – es una invitación que nos permite aprender a fluir con ellos y aceptar la realidad de cada momento para comenzar a ser más felices, desde esa atemporalidad donde la vida sucede, donde reside el corazón del tiempo natural, esa frecuencia de vibración alta que nos permite sentir la plenitud de estar en paz, agradecidos con la vida y envueltos en amor infinito. Así continuaremos más alineados con el Universo – con el pulso rítmico de la Tierra – nuestro viaje hacia el Despertar de la Conciencia, ese camino del alma que día a día podemos nutrir un poco más.
A través de esta ceremonia andina volví a conectar con la magia del espíritu y el amor incondicional de la Madre Tierra, Pachamama, desde una remota casa rodeada de árboles en medio de un universo verde, refugiada desde hace 12 años entre los cielos celestes y montañas del Valle Sagrado.
Actualmente, Papoq y Cristine continúan viviendo entre los sinuosos caminos y paisajes de Urubamba. Si alguna vez viajan o transitan por el Valle Sagrado y buscan vivir una experiencia de conexión fuera del tiempo…. no duden en buscarlos.
¡Que tengan un hermoso camino!
Si te gustó esta historia y te animarías a vivir algo así puedes encontrarlos como Tribu Holística.
* Texto inspirado en la Ceremonia de Equinoccio de Primavera que vivimos el 22 de Setiembre de 2012, fecha simbólica en la que llegué por primera vez a Urubamba como enviado espacial de la Revista Viajeros. Ese mismo día conocí a Papoq y a Cristine (Día 13 de la Onda Encantada de la Serpiente, Tierra Cósmica Roja, en La Ley del Tiempo / Sincronario Maya). Bella sincronía de luz la que nos volvió a juntar.
Data viajera