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[TRAVESÍAS] Indonesia bajo el agua

Mi opinión

El ocho de junio se celebró en todo el planeta el Día de los Océanos, qué mejor manera de sumarnos a tan importante acontecimiento que repasando las líneas de este magnífico reportaje publicado en la revista Viajeros. Su autor: Martin Schmidt, biólogo, emprendedor, hombre de turismo, viajero por el mundo. Martin recorrió las islas de Indonesia tratando de tomar contacto con esas criaturas mágicas que alborotaron -y alborotan- sus apetencias de viajero sin tregua.


Tremendo reto resumir en pocas páginas un viaje de 3,600 kms por un país tan diverso y extendido como Indonesia. Sus 1.9 millones de kilómetros cuadrados (casi 1.5 veces el tamaño del Perú) no ayudan tanto con la descripción del país, como si lo hacen sus aproximadamente 17,500 islas que lo convierten en el archipiélago más grande del mundo. Así que qué mejor manera de recorrerlo que explorando sus riquezas submarinas.

Java - Mount Bromo

Ingresé a Indonesia vía Singapur. En este estado diminuto pero cosmopolita conviven descendientes de migrantes chinos, malasios e indios, con expatriados europeos, estadounidenses y australianos. Chinatown muestra la influencia china en la isla, mientras que la Orchard Road (con una tienda Rolex y Louis Vuitton en cada cuadra) refleja la obsesión asiática por las marcas de lujo. Marina Bay es mejor en la tarde-noche, mientras que Clark Quay con sus bares y discotecas al lado del río, resulta ideal para el viajero que le gusta la vida nocturna. Para presupuestos ajustados Little India es el lugar para quedarse. Ni qué decir de la comida ahí, aunque en Singapur se come bien en casi cualquier barrio.

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Un viaje en ferry de una hora separa a Singapur de la isla indonesia de Batam. Ahí nos esperaba nuestro velero de madera que estaba de paso, ya que había venido desde las islas Similan en Tailandia e iba a Komodo para la temporada de buceo en este parque nacional ubicado al sudeste del archipiélago indonesio. Nuestro pequeño grupo de doce aventureros, compuesto por australianos, estadounidenses, suecos, una inglesa, un sudafricano y un peruano, zarpó en el Jaya en dirección a Borneo, nuestra primera parada. Los orangutanes definitivamente son el atractivo principal de la tercera isla más grande del mundo que Indonesia comparte con Malasia y Brunei. Se les puede ver en el Parque Nacional Tanjung Puting. El único medio para ingresar son unos botes de dos pisos llamados klotoks (su nombre deriva del klok tok tok tok que hacen). En la parte de abajo se ubican las habitaciones y la cocina, y en la de arriba una gran plataforma techada abierta a los costados que sirve de sala, comedor y dormitorio. Desde el río observamos a los tímidos orangutanes del malayo “hombre de la selva”) y al mono narigudo, que hace honor a su nombre. Esa noche dormimos en la cubierta de nuestro klotok. La cantidad de luciérnagas era impresionante.

Dejamos atrás Borneo y navegamos bien acompañados de delfines hacia el sur. Explorando los arrecifes de innumerables pequeñas islas cuyos nombres se hace imposible retener (después de todo, bucear era una de las principales razones para hacer el viaje) llegamos a la isla de Java, en donde vive el 58% de los 240 millones de indonesios que habitan el archipiélago. Desde el Puerto Probolinggo, al noreste de la isla, fuimos por tierra hasta la zona del Monte Bromo, un volcán activo de unos 2300 metros de altura. La zona del Monte Bromo es bastante turística y de paisajes espectaculares. Todavía se ven claramente los rastros que dejó la erupción de junio del 2004: zonas desérticas e inhabitables. Llegamos hasta el mismo cráter humeante del volcán. Aunque Java es predominantemente musulmán, esta parte de la isla es hindú.

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Después de Java visitamos el norte de Bali, en donde buceamos en lo que quedaba de un naufragio. Ahí vimos los peces loro más grandes del viaje y pisamos la isla solamente para usar internet. La próxima parada fue Gilli Trawangan, cerca de la isla de Lombok. Esta isla, en donde no hay carros (solamente carretas empujadas por burros y bicicletas) y las calles no tienen nombre, es habitada por indonesios apacibles, hippies, mochileros y surfers. Estar por algunas horas en una isla habitada contrastó con la soledad de los remotos lugares que habíamos visitado, donde las más de las veces habíamos sido los únicos ahí.

Llegamos al Parque Nacional Komodo unas dos semanas después de haber salido de Batam. Si la Amazonía es considerada la zona de mayor diversidad de especies sobre la tierra, el Triángulo del Coral es la región con la más grande biodiversidad marina del mundo. La componen las aguas de Indonesia, Malasia, Papúa Nueva Guinea, Filipinas, Islas Salomón y Timor Leste, concentrando el 76% de las especies de coral conocidas. Y dentro de esta región, el Parque Nacional Komodo viene a ser una especie de Parque Nacional del Manu del mar, por su diversidad y por su estado de conservación. Aunque conocido por los temibles dragones de Komodo, es uno de los mejores lugares del mundo para bucear. En sus aguas frías y corrientosas se pueden ver corales muy bien conservados y miles de peces de colores, aunque lamentablemente tampoco Indonesia se salva de la pesca ilegal con dinamita en sus zonas protegidas. En el punto de buceo Batu Tiga vimos a uno de los animales más espectaculares del viaje: la manta raya. En promedio miden entre tres y tres metros y medio de ancho y nadan con una elegancia y tranquilidad en esta zona de corrientes fuertes y sin corales. Mientras los veíamos pasar nos aferrábamos a las piedras del fondo para mantenernos a duras penas en el mismo lugar. Junto con los tiburones son uno de los animales más impresionantes que se pueden observar debajo del agua. En Komodo también vimos grandes especímenes del ahora bastante raro pez Napoleón, por el cual se llega a pagar hasta trescientos dólares por cada kilogramo de su carne en mercados de China. En general impresiona la muy buena salud del coral y los miles de peces de todos los colores y tamaños. No he buceado tanto en mi vida, pero sin duda Komodo ha sido el mejor lugar hasta ahora.

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Aunque no sean tan espectaculares como las criaturas submarinas, es casi imperdonable ir a Komodo y no ir en busca de los dragones. Durante nuestra visita a la isla que habitan nos contaron que justamente habían dado de alta al guardaparque atacado por un dragón la semana anterior. Para que el visitante se tome su seguridad en serio y mantenga una distancia prudente a estos reptiles, se ve a la entrada una lista de los accidentes que ha habido (entre ellos algunos con desenlace mortal). Nuestro encuentro con los dragones no llegó a mayores y así terminó después de 21 días nuestro viaje en el tranquilo pueblo de Labuan Bajo en la Isla de Flores. Los nombres son consecuencia de la ocupación portuguesa de la zona.

En todo el viaje no encontré indonesio alguno que supiera de la existencia del Perú. Decir que estamos al lado de Brasil me ayudó a darles una idea de adónde había venido (aunque en ese entonces vivía en Australia). Podríamos decir que al no saber del Perú y nuestras grandes riquezas culturales y naturales, están perdiéndose de un buen viaje. Y nosotros en el Perú qué sabemos de Indonesia? La verdad que no importa. Me sucede a veces, que pienso en dejarlo todo y mudarme a Komodo para llegar a explorar lugares aún más remotos como Rajat Ampat frente a la isla de Papúa. Porque si algo sobra en Indonesia, son islas para explorar…

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Martin Schmidt es un biólogo peruano con una maestría en Administración de Empresas por la Universidad de Melbourne, Australia. Con experiencia en marketing de servicios, está actualmente vive en Lima en donde trabaja como consultor en marketing de destinos turísticos. Se le puede encontrar también en Tambopata, dedicado a darle vida a su futura Área de Conservación Privada. Está interesado en temas de conservación, ecoturismo y agronegocios sostenibles.

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