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Cordillera Blanca

Huaraz, Cordillera Blanca. He vuelto a Cordillera Blanca luego de casi dos años. Ustedes lo saben, se los he referido repetidas veces, viví tres años colgado a estas montañas, entre Huaraz y Chavín, en el poderoso callejón de Conchucos. Entre el cielo azulísimo del callejón de Huaylas y el embrujo del apu Huantzán, la montaña tutelar de los chavinos de ayer y de siempre. Y he vuelto, apuradito, para recorrer cuatro de las caminatas más espectaculares que tiene el Parque Nacional Huascarán. Se las menciono:

1. La que va a la Laguna de Churup después de caminar harto entre bosques de queuñas y pedregales.
2. La que asciende hasta las faldas del nevado Chacraraju para dejarse seducir por la magia de la Laguna 69, una de las más bellas (e icónicas) del Parque Nacional Huascarán).
3. La caminata desde Vaquería hasta Cashinapampa (primer día del trekking Santa Cruz), casi en las posaderas del apu Taulliraju.
4. La que asciende por la quebrada Quilcayhuanca para observar las lagunas de Cuchillacocha y Tullpacocha.

Todas caminatas sobre los cuatro mil metros de altura. Todos recorridos llenos de luces entre los pliegues de la majestuosa Cordillera Blanca, uno de los espectáculos naturales más espléndidos de este planeta que destruimos todos los días. Estoy exhausto, debo decirlo, cansado de tanto trajín pero lleno de ilusiones y de remembranzas. Me acompaña Jomer Carvajal, el guía que hace casi diez años me introdujo por primera vez, con Alfonso Montesinos y Rocío García, a la quebrada Santa Cruz.

Vamos bien, a buen pie. Qué maravilla. Les cuento más a mi retorno.

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