Solo Para Viajeros

Corre, Víctor Ccanto, corre…

Mi opinión

Soy hincha de este bravo, de este deportista sin tregua forjado en las canteras de Alto Perú, el barrio caliente en extremo del distrito de Chorrillos. A Ccanto, a Ccantito, lo he visto desde bastante joven driblear a punta de cintura y una agilidad de gato techero los arteros golpes que suele lanzar el destino a los chicos que nacen en las periferias de la ciudad acomodada y risueña que habito. Por eso es que su gesta es doblemente esperanzadora, doblemente inspiradora.

Estamos frente a un peruano que ha sido capaz de sacarle la mugre a las estadísticas, como solía mencionar el cholo más gringo de Cabana al referirse a los condicionantes que suelen enfrentar los niños/niñas de nuestro país para salir adelante. Y lo ha hecho sin complejos, sin floro, a lo barrunto; con desenfado, mirando a los ojos a la adversidad y a los desafíos.

Así lo encontré, lejano ahora 2017 en la histórica Maratón de Sables que se llevó a cabo en Paracas, formando pelotón entre los deportistas locales en la partida: allí el mozalbete que se mudó al Valle Sagrado para seguir cincelando su épica, sin mayores galardones que una decisión inquebrantable, intentaba venderle cara su victoria al multicampeón marroquí Rachid El Morabity, una máquina humana capaz de someter a las dunas y desiertos más voraces del planeta. Ccantito no apareció, al final de las competencias, en el top ten, ni en el top cincuenta, creo, pero allí estaba el bandido, fortaleciéndose, para otros retos.

Así también lo encontré, en diciembre del 2023, en San Bartolo, tomándose un descanso, un respiro, para entrenar, qué bestia, desde las cinco de la mañana en las arenas del sur de Lima, subiendo y bajando cerros con el mismo objetivo: fortalecer músculos y cerebro para seguir sacándole la michi a lo predecible, para seguir saltando firme esos vallados que a la mayoría, me incluyo, nos aficiona tanto evitar.

Celebro sus éxitos últimos en la 100 K cusqueña, ¡100 kilómetros en menos de dieciséis horas a todo galope!, celebro también su conversión en profesor de idealismo, en dómine atento detrás de los primeros pasos de sus pupilos en Urubamba, unos wayquis de acero inoxidable que han sido premiados por los apus con un ADN que los puede hacer capaces de subir y bajar a las cimas más complejas de las cordilleras. Qué suerte la que tienen esos peruanitos, se han topado con un adalid de la lucha cuerpo a cuerpo contra el apartheid emocional que este sistema cruel impone a millones de sus criaturas humanas en las montañas, quebradas y descampados de este país cuyos habitantes seguimos descuidando tanto. A pesar de los Víctor Raul Ccanto, altoperuano de verdad. Mis respetos.


Por Rogger Fernández para revista Somos

Cuando el aislamiento social el quitó en marzo del 2020 la posibilidad de hacer lo que le apasionaba, Víctor Ccanto tomó la mejor decisión de su vida. Abrió la ventana. Respiró. Pensó: “¿Y si dejo todo y me voy?” Entonces acabó con el encierro del frío departamento limeño en el que vivía para instalarse al pie de las montañas cusqueñas. Cambió el cemento por la cordillera. Y desde allí, cerca del resplandeciente cielo celeste, pudo sacar oro: de ser un peleador de Muay Thai, mezcla de pitbull y acróbata, precisión de cirujano y la fuerza de un boxeador rankeado, se convirtió en el corredor peruano más rápido a más de tres mil metros de altura. El tiempo le fue enseñando a mejorar la respiración, a conocer las calles, a mirar las inmensas piedras del Cusco como su nuevo hogar. Ccanto lo había logrado: cambiar su vida. Hace unas semanas, celebrando un nuevo triunfo en el Valle Sagrado, lo ratificó.

La historia de Víctor es un testimonio de superación. Encontró en la desesperanza de la pandemia un impulso para renacer como deportista, En agosto, fue el ganador de los Andes Race 2024, una de las competencias de trail running más tradicionales y fuertes de la región. Y también estableció un nuevo récord al recorrer 100 kilómetros en 15 horas, 20 minutos y 16 segundos. Todavía con ese entusiasmo por haber ganado la prueba extrema, Víctor conversó con El Comercio y contó detalles de lo que fue la carrera, su preparación para rendir en la más alta exigencia, sus proyectos para el futuro y su decisión de cambiar el Muay Thai, deporte que antes practicaba y en el que se coronó campeón en distintos torneos, por el atletismo. Esta es su historia.

Víctor Ccanto en un alto durante su debut en la Maratón de Sables, Paracas 2017.
Por lo menos desde el 2015 me vengo ocupando en esta plataforma de los deportistas peruanos (y de vez en cuando de los extranjeros) que le están  dando duro a las carreras de fondo, en especial a las que se desarrollan a campo traviesa, en las montañas y tantísimos otros territorios ásperos de nuestro país. Considero que es en esos espacios, en esas canchas al aire libre para la práctica de disciplinas atléticas y otras más,  donde se están forjando, se están fraguando los sentidos y la memoria compartida de los peruanos y peruanas que van a dar mejor batalla por un planeta más sano, cuidado de otra manera por sus habitantes. Y que nuestro biotipo, de cholos  de acero inoxidable, es sin duda el más apropiado para escalar posiciones en  la alta competencia. En el siguiente link:  https://soloparaviajeros.pe/tag/maraton/ pueden encontrar las opiniones que he ido expresando en SPV al respecto.

— ¿Cómo ha sido esta experiencia de competir en los Andes Race?

Es la tercera vez que compito en los Andes Race; y, a diferencia de las otras, esta fue muy especial. Se vino trabajando desde el inicio de manera muy competitiva para ocupar los cinco primeros lugares. Estaba bien contento porque en el último tramo, ya faltando 20 o 25 kilómetros para llegar, se me habían adelantado los primeros puestos, me sacaron 15 minutos de ventaja y yo estaba preocupado por eso. Yo aceleraba y aceleraba, pero me decían que estaban adelante. Y dije: ‘voy a seguir porque quizá lo agarro herido por allí’. Y eso fue lo que pasó. Faltando dos kilómetros, alcancé a mi rival y aceleré mucho más para pasarlo. Gané la carrera y él quedó un minuto después de mí.

— ¿Cómo fue la preparación?

Lo más importante es el trabajo de atletismo fuerte, pero a este tipo de competencias se suma la estrategia y la experiencia que vas teniendo en anteriores carreras. Si no conservas la experiencia de tus carreras de manera educativa para la próxima, te puede ir peor. Algo que he ido rescatando de cada carrera en esta distancia es que he ido viendo en qué detalles estuve fallando. Me he enfocado en esos detalles estratégicos para que no me vuelva a pasar. En ese sentido. he cubierto mucho mi nutrición y mi abrigo.

— ¿Qué es lo más difícil de correr este tipo de rutas?

El clima cambia mucho. Tú puedes tener un cronograma o unas señales de que va a haber lluvia, pero puede haber otra casa. Y si eso ocurre y no tomaste previsión, quedas expuesto.

— Conseguiste una marca de 15:20:16. ¿Cómo fueron las anteriores?

El año pasado hice 16 horas con más de 40 minutos. Y en la ruta que había hecho mejor tiempo fue de 15 horas con más de 21 minutos. Este año he hecho 15 horas con 20 minutos. He bajado mi tiempo. Estuve trabajando mucho para lograrlo y estoy feliz por eso.

— ¿Es posible mejorar esa marca en las próximas competencias?

Yo creo que todo es mejorable. Trabajo para mejorar. Igual, estoy viendo qué pasó en esta carrera para en la siguiente tratar de mejorar. Siento que puedo bajar mucho más mi marca.

— Esos dos últimos kilómetros en los que se define la carrera. ¿Cuál fue la primera sensación que tuviste tras cruzar la meta?

Estaba feliz, era una sensación que no podía transmitirla en palabras. Era un sentimiento puro. No me rendí. Yo estuve hablando conmigo mismo: ‘estoy segundo, tengo buen tiempo’. Pero después me daba cuenta de que no hay manera de que haga un buen tiempo y llegue segundo. Había que pelear por el primer lugar. Fui con la idea de alcanzar y pasar a mi rival. Y cuando lo hice, era una felicidad pura. Pude lograr la marca y superar los obstáculos de la competencia.

— ¿Sentiste el cariño de tus seguidores antes, durante y después de la competencia?

Eso es lo bonito de competir. Hay mucha gente detrás de uno. Da mucha felicidad cumplir los objetivos propios, pero es bonito que a través de tus resultados la gente esté muy contenta. Hay mucha gente que me acompaña, así que eso es importante para mí.

—¿Encuentras algunas dificultades de dedicarte a este tipo de deporte?

No. Yo estoy dedicado al alto rendimiento desde que tengo 19 años. He sido seleccionado y capitán de la selección de Muay Thai por más de 10 años. Más bien, toda esa experiencia me ayuda a mejorar mi nivel en lo que me dedico ahora. Me siento más cómodo. Toda la vida me he dedicado al deporte. He buscado la manera de que forme parte de mi vida y de practicarlo profesionalmente.

— ¿Cómo fue ese cambio de Muay Thai al atletismo?

Hoy en día soy entrenador a tiempo completo, pero sí fue un poco difícil. De sacarse los galones de campeón de Muay Thai, seleccionado, viajando por el mundo y compitiendo en mundiales, a empezar a correr y convertirme en un peleador que corre fue difícil para mí. Es como volver a ser nada, empezar de cero. Fue un poco raro al comienzo, pero al final hay que decidir. La pandemia ayudó a eso. Hoy estoy viviendo en Urubamba, en Cusco. Aquí entreno en las montañas para poder desarrollarme lo más óptimo posible. Estoy feliz por el cambio.

— ¿La pandemia te hizo cambiar de deporte?

Me ayudo a que eso se concrete. Una vez que nos encerraron y venían las olas (de Covid-19), yo estaba en Lima encerrado en un departamento y no había forma de que siguiera así. Me vine al monte y aquí tengo todo para entrenar. Aquí la pandemia se vivió de una manera más tranquila. Me ayudo a decidirme a decidir de una vez.

— ¿Por qué?

Correr es algo que me gusta, pero no me dedicaba a eso. Yo era bueno peleando. Pero el atletismo es base de todo deporte. Yo siempre corría 8 o 10 kilómetros diarios y era el más rápido corriendo. Sin un asesoramiento ni nada, solo corría. Luego me conseguí un buen entrenador. Más allá del talento que uno tenga, si no hay una persona con experiencia que sepa lo que uno hace, no vas a poder destacar. Para mí fue importante conocer a mi entrenador Joaquín Ortiz de Zevallos, con él trabajamos hace tres años y desde la primera conversación hasta hoy estamos claros en lo que queremos. Estamos trabajando despacio, tranquilos, porque sabemos que esto lleva su tiempo.

— ¿El entrenamiento en las montañas es un plus para los atletas en general?

El atletismo es el movimiento base de todo ser humano. Pero si ese ser humano está en las montañas, su rendimiento va a ser mucho mejor que cualquier ciudadano que entren sobre el nivel del mar. Eso ya es un plus. Ahora súmale que hay un trabajo de base, que haya federación, equipos, entrenamientos diarios, semanales, con un programa ambicioso a largo tiempo, se darán buenos resultados. Yo decidí dedicarme a esto; y si quiero ser bueno, tengo que vivir donde están los atletas de nivel.

— ¿Cuál es tu planificación en competencias?

Por este año ya terminó a nivel de competencias. Solo sigue el programa de entrenamientos, que no para nunca. Ahora me voy a Alemania como entrenador de Muay Thai, voy a trabajar un mes y medio allá. Y para el otro año lo que tenemos es el tour europeo. No hay duda de que el nivel está en Europa, los mejores competidores son de allá; así que vamos a establecer un pequeño campamento de entrenamiento, que involucra competencias en la temporada de verano (mayo, junio y julio). Después volvemos al Perú para correr los Andes Race. Es el plan que tengo.

— Dentro de esta planificación que tienes. ¿Qué tan importante es el apoyo de tus sponsors?

Soy deportista de Adidas. Es mi tercer año con ellos y siento mucho el interés en mi desarrollo. Hay muchas marcas que eso les va y les viene. En mi caso es muy diferente. Siento que estoy mejorando, tengo equipo técnico. Antes no le veía mucho sentido, pero la zapatilla, las medias, la licra y la ropa hacen que mi entrenamiento sea más eficiente. Y si eso mejora, yo mejoro. Es importante por el impacto que causa.

— ¿Qué haces cuando no estás competiendo?

Me dedico a Aylluccanto. Es un proyecto social que brinda talleres deportivos gratuitos para chicos de las comunidades más alejadas en Lima y Cusco. Es un espacio seguro. Más allá de que hagan Muay Thai o trail running, el deporte es muy importante para formar carácter en esa etapa de los chicos. Parte de mi tiempo lo dedico a eso. Los talleres se dictan de lunes a viernes con niños desde 5 a 13 años.

— ¿Cuál es el objetivo de Aylluccanto?

El foco en brindar un espacio seguro para los niños que practiquen deporte y también, con los que quieran, dirigirlos a la alta competencia. Tratamos de que todo gire alrededor del ejemplo. En este caso, yo que compito lo puedo hacer y compartir. Y los niños lo reciben. Tenemos algunos niños que ya están compitiendo en torneos nacionales con buenos resultados. Eso motiva a los demás chicos.

— ¿Con cuántos niños trabajan actualmente?

En Urubamaba trabajamos con 20 niños. Hay 8 que son del equipo de competencia de ese taller. En Lima estamos en distritos como Chorrillos, Villa María del Triunfo, San Juan de Miraflores, Lurín. Y manejamos un total de 80 niños. El objetivo del proyecto es tener una base en cada región del país. Perú es un país muy rico, con mucho talento y necesidad de espacio seguro para los más pequeños. Estamos en la capital, en la Sierra y para más adelante en la Selva.

— ¿Y otra actividad fuera del deporte?

Tengo una agencia de turismo. Es una sociedad que conformamos con dos amigos más. Se llama Abraexplore. Qué mejor que seguir cerca de la montaña trabajando y generando empresa. Hacemos ruta y contamos con guías profesionales. Es un proyecto que inició hace un año. Es algo a lo que me quiero dedicar cuando deje de competir.

— ¿Estás en tu mejor momento?

Pueden venir mejores, pero me agarra en un momento fuerte mentalmente. Sé que tengo que entrenar, pero lo hago con calma. Antes, cuando estaba en Muay Thai, entrenaba como un enfermo; pero ahora ya no. Sé que debo entrenar, pero más tranquilo, sin ese estrés, porque ya sé lo que tengo que hacer.

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