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Delfines a la vista. Expedición científica recorre cuenca del Marañón para monitorear sus poblaciones

Mi opinión

Les dejo este reportaje que acaban de publicar los amigos de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental en Actualidad Ambiental, su muy bien informado boletín virtual. Los delfines de río son indicadores de la buena salud de los ambientes acuáticos donde viven, de allí la importancia de conocer más sobre su vida y los ecosistemas que frecuenta. La expedición Marañón 2017 que lideraron José Luis Mena, director de Ciencias de WWF Perú y Elizabeth Campbell, investigadora asociada a Pro Delphinus recorrió 300 km de los cauces del Huallaga, Pastaza y Marañón para reportar delfines con la intención de saber el estado y número de sus poblaciones en este sector de la Amazonía peruana. Valioso esfuerzo de dos instituciones peruanas.


En las tardes como ésta el rio Aypena se transforma en un manto de brillos iridiscentes que contrasta con el cielo poblado de infinitos copos de nubes que anuncian la llegada de la noche. El Aypena, es un río de aguas claras donde se pueden observar los peces que se mueven en su fondo saturado de hojas y sedimentos. El sabio Raimondi lo recorrió por primera vez en 1859 subido en una canoa de un solo tronco en compañía de “siete indios beodos” y volvió a toparse con sus remansos diez años después, aquella vez escoltado por un joven y apuesto militar peruano, el alférez Leoncio Prado, héroe de Cuba y el Perú.

El Aypena es un río de “aguas negras y casi sin corrientes”, afirmó entonces. No estuvo en lo cierto, el último tributario del Huallaga es una arteria fluvial que se desliza a prisa, soterradamente, para morir en las aguas de un río mayor, más grande. Esa es la suerte de todos los cauces que fluyen por la meseta amazónica: vomitar sus aguas en un río más potente.  Nos hemos detenido en el punto en que las aguas del Aypena se entregan a las del Huallaga  para rendirnos ante un espectáculo avasallador, la llegada sigilosa de dos grupos numerosos de delfines de río, los últimos mamíferos acuáticos que sobreviven en esta parte de la selva.

El rio Aypena es el último tributario del Huallaga. Foto Sebastián Castañeda / WWF Perú
El río Aypena es el último tributario del Huallaga. Foto Sebastián Castañeda / WWF Perú

En el Wachito I

Dos especies de delfines habitan los cuerpos de agua de la selva del Perú, Inia geoffrensis, el bufeo rosado presente en casi todas las fotografías que se llevan los turistas de crucero por la Reserva Nacional Pacaya Samiria y el gris, Sotalia fluviatilis, el cetáceo audaz y saltarín que lo suele acompañar en muchos de sus recorridos. Ambas especies, lamentablemente, se encuentran amenazadas debido a la presión que ejercemos los humanos sobre sus espacios de vida, la contaminación ambiental y la anunciada construcción de hidroeléctricas en la cuenca del Marañón, el río madre donde se agota el Huallaga.

Su biología está rodeada de misterio y creencias populares, lo afirmó la recordada periodista Bárbara  D´Achille, viajera por la Amazonía y defensora de sus criaturas. En la confluencia del Aypena y el río Huallaga, un delfín gris realiza una sucesión de saltos fuera del agua mientras que un grupo de bufeos colorados deja ver sobre la superficie del río sus monumentales lomos, rosados, poderosos, inquietantes.

El Wachito I, una motonave capaz de cargar 170 toneladas de peso, ha detenido su navegación para que sus pasajeros, seis científicos peruanos convocados por WWF Perú para monitorear y censar delfines en esta porción del departamento de Loreto, lleven a cabo su trabajo. Diez, doce, quince, veinte delfines evolucionan al lado de la embarcación, la tarde se convierte en una fiesta para los sentidos. Elizabeth Campbell, bióloga con una maestría en la Universidad de Exeter, Gran Bretaña y José Luis Mena, director de ciencias de la ONG conservacionista no dejan de tomar notas.

A bordo del Wachito I, los miembros de la Expedición Marañón 2017 recorrieron las cuencas del Huallaga, Marañón y Pastaza. Sebastián Castañeda / WWF Perú
A bordo del Wachito I, los miembros de la Expedición Marañón 2017 recorrieron las cuencas del Huallaga, Marañón y Pastaza. Sebastián Castañeda / WWF Perú

Elizabeth es la responsable de la sección de mamíferos acuáticos de Pro Delphinus, una organización dedicada a proteger delfines desde 1995. José Luis, máster por la Universidad Autónoma de México, viene estudiando el comportamiento de un importante grupo de grandes depredadores desde hace varios años. Las cámaras trampas que los equipos de WWF han colocado en bosques montanos, páramos y bosques tropicales para estudiar tapires, jaguares y osos de anteojos están aportando muchísima información para entender las dinámicas ecosistémicas de nuestros biomas más frágiles.

En la confluencia de ambos ríos la efusión de vida no deja de impresionarlos.

En el territorio de los bufeos amazónicos

Un bufeo gris salta fuera del agua, la emoción es desbordante. Sebastián Castañeda / WWF Perú
Un bufeo gris salta fuera del agua, la emoción es desbordante. Sebastián Castañeda / WWF Perú
Los delfines rosados (Inia geoffrensis), fuera del agua, son menos aparatosos que los grises. Sebastián Castañeda / WWF Perú
Los delfines rosados (Inia geoffrensis), fuera del agua, son menos aparatosos que los grises. Sebastián Castañeda / WWF Perú

De acuerdo a los estudios realizados por la bióloga Campbell en la laguna de Yarinacocha, en Pucallpa y en los principales puertos entre esta ciudad amazónica e Iquitos, son los bufeos colorados los que están sufriendo con mayor intensidad el asedio humano. A la cacería de sus individuos para utilizarlos como carnada en la pesca de grandes bagres se suma la captura incidental que ocurre con cada vez más frecuencia. Sucede que bufeos y hombres de río compiten por las mismas presas en los cuerpos de agua amazónicos y muchas veces los primeros mueren atrapados en las redes de los segundos. Por eso la insistencia de Pro Delphinus en conocer más sobre su comportamiento y empezar a trabajar con los pescadores en la aplicación de acciones que mitiguen estos sucesos. La población de las dos especies de bufeos, lo dicen los ribereños, está descendiendo ostensiblemente a pesar de que existen leyes que prohíben su captura.

Elizabeth Campbell, responsable de la expedición, registrando delfines en algún punto de la ruta. Sebastián Castañeda / WWF Perú
Elizabeth Campbell, responsable de la expedición, registrando delfines en algún punto de la ruta. Sebastián Castañeda / WWF Perú

 “Una multitud de delfines rosados nos escoltaba haciendo sus saltos de carnero alrededor de la canoa”, comentó en 1885 el francés Oliver Ordinaire, otro viajero, al pasar por estos mismos parajes. Para Pro Delphinus la población estimada de delfines amazónicos sigue siendo alta, “a pesar que no tenemos un dato numeral”, acota Elizabeth, resulta evidente que se debe proteger a las dos especies. Ese trabajo lo vienen impulsando las dos ONG, por lo pronto el Ministerio de la Producción, PRODUCE, publicará en los próximos días un plan nacional dirigido a salvaguardar delfines de ríos y manatíes, el tercer mamífero perturbado y en riesgo de desaparecer de la trilogía amazónica.

Saltos de acróbatas en el río Aypena. Sebastián Castañeda / WWF Perú
Saltos de acróbatas en el río Aypena. Sebastián Castañeda / WWF Perú

La belleza  de Inia, lo afirman los dos investigadores, y sus adaptaciones a los ecosistemas que habita son sorprendentes. Las vértebras cervicales de los bufeos colorados no están fusionadas entre sí, lo que les permite flexionar el cuello en un ángulo de 90 grados y, por tanto, maniobrar con absoluta eficiencia entre los árboles del bosque inundado. Su aleta dorsal es pequeña lo que hace que sus movimientos en espacios reducidos sean muy precisos. Nadando entre los árboles que crecen en las orillas o entre las palizadas que arrastran los ríos, son extremadamente hábiles. Y esa versatilidad para moverse los ha convertido en reguladores de las poblaciones de muchas de las especies con las que comparte espacios. Junto a los grises, también conspicuos pescadores, bio-indican la salud de un ecosistema. En otras palabras, su presencia nos asegura que los cuerpos de agua que frecuentan gozan de buen estado

Usos que se deben combatir

D’Achille afirma que en el folclor amazónico las historias de mujeres que quedan preñadas por los hiperactivos bufeos colorados son comunes. Pese a la aureola de misterio y cierto respeto que rodea a las dos especies, para Elizabeth el uso de dientes y genitales de bufeos como amuletos que para conseguir éxito laboral o amoroso son también amenazas para tomar en cuenta. En los mercados populares de la Amazonía y hasta en Internet se comercializan frascos de pusanga, un elixir de cuestionable procedencia que se elabora con su grasa y se ofrece, calle Paquito en Belén, por ejemplo, como si nada. A vista y paciencia de las autoridades que deberían perseguir a los infractores.

José Luis Mena, director de Ciencias de WWF Perú en plena recolección de muestras de agua para reportar ADN ambiental. Sebastián Castañeda / WWF Perú
José Luis Mena, director de Ciencias de WWF Perú en plena recolección de muestras de agua para reportar ADN ambiental. Sebastián Castañeda / WWF Perú

Los investigadores del Wachito I saben muy bien que corren contra el tiempo.  De las cinco especies de delfines de río que habitaban el planeta hasta hace unos años, una de ellas, el llamado delfín de Baiji  (Lipotes vexillifer), endémico del río Yangtzé, en China, fue declarado oficialmente extinto en el año 2006. La contaminación de sus hábitats y la construcción de represas lo convirtieron en la primera especie de cetáceo llevado a la extinción en tiempos modernos.

Diecisiete son las hidroeléctricas que se han previsto construir a lo largo del río Marañón, sin tomar en cuenta lo que nos dijo al dejar el río Aypena la científica de Pro Delphinus: “las represas fragmentan completamente las poblaciones de delfines de río, la reproducción de la especie se altera, el intercambio genético no es el mismo, la alimentación varía, todo cambia para ellos”. Fatal.

Epílogo

Tres días después de haber partido del puerto fluvial de Yurimaguas para recorrer los ríos Aypena, Huallaga, Pastaza y Marañón, los tripulantes del Wachito I retornan a casa, el saldo pareciera jugar a su favor: llevan en sus alforjas trescientos kilómetros de recorrido y doce muestras de agua que serán analizadas en laboratorio para  determinar –vía pruebas de ADN ambiental- qué especies conviven con los delfines de río. Sesenta delfines grises y treinta y tres colorados avistados en los transectos que evaluaron, servirán para determinar en los próximos días la densidad poblacional de  la especie en el área estudiada.

Se trata, finalmente, de evitar que ocurra con los delfines lo mismo que ocurrió con las poblaciones de  manatíes o vacas marinas del Marañón, un mamífero antaño  tan común en su cauce un poblado donde el sabio Raimondi y el héroe Prado se detuvieron “para hacer provisión de leña y víveres”, si seguimos su relato, tenía por nombre el  revelador nombre de Vacamarina.

Miembros de la Expedición Marañón 2017 y periodistas asociados al trabajo. Sebastián Castañeda / WWF Perú
Miembros de la Expedición Marañón 2017 y periodistas asociados al trabajo. Sebastián Castañeda / WWF Perú

14/7/2017

En busca de los delfines de río del Marañón

 

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