Solo Para Viajeros

En el Día Mundial del Medio Ambiente

Mi opinión

Entre gallos y media noche, corriendo para cumplir con los encargos de todo tipo que se amontonan sobre mi mesa de trabajo, pergeñé estas notas a pedido de mis amigos de Pro Naturaleza, sobre el Día Mundial del Medio Ambiente que se celebra hoy en todo el planeta. Allí van.


Foto: Gabriel Herrera / Viajeros

Los periodistas ambientales no podemos arredrarnos ante la magnitud de los problemas que agobian a Gaia. No está dentro de nuestras posibilidades. Eso me queda claro habiendo escuchado al maestro Brack durante el tiempo que prolongó entre nosotros su maravillosa cátedra de profesor de idealismo. “No podemos dejar de chimbar, ese es el compromiso de todos los días”, eso fue lo me dijo cuándo lo entrevisté, antes, mucho antes de convertirse en el primer ministro del Ambiente del Perú, a propósito de las tareas que nos tocaba realizar a los maestros de ciencias naturales de nuestro país. Entonces yo era un joven docente de una escuela secundaria trabajando con “El ambiente en que vivimos”, el libro que le dedicó a los estudiantes y educadores de nuestro país.

He tomado nota de la misma exigencia escuchando a otro de los fundadores del conservacionismo peruano, a Marc Dourojeanni. Marc, otro maestro de idealismo, lo dijo, clarito, al recibir el premio Carlos Ponce del Prado hace algunos años: “No podemos desanimarnos ante el tamaño monstruoso de los problemas aun no resueltos, hay que enfrentarlos…”

De manera que así recibo y celebro el Día Mundial del Medio Ambiente. Tratando de enfrentar esos problemas desde mi trinchera de lucha: el periodismo independiente.
Entonado, además, y tratando de alinearme al magisterio de los que trazaron el camino que estamos en la obligación de transitar para sanar lo que nuestra especie ha destruido con tanto afán. Y en eso ando: he vuelto a Lima después de recorrer durante varias semanas la Amazonía de Perú, Ecuador y Colombia y también la Chiquitanía boliviana para recoger historias de éxito relacionadas a la extracción y comercialización de la madera legal de nuestros bosques.

Sé que el lugar común es otro: la deforestación, el tráfico ilícito de maderas, los incendios forestales, la construcción de grandes infraestructuras, el desmadre ambiental. Esas noticias llenan los escaparates de la prensa, nos encantan, nos sirven para llenarnos de desesperanza y desasosiego. Es cierto. Como que también es cierta es la respuesta de la ciudadanía que va despertando, poquito a poco, para para pedir a gritos consecuencia y hojas de ruta más claras. Cambios.

Lo vi y lo sigo viendo en Ventanilla, en ese punto del mapa litoral la gente no olvida el desastre petrolero causado por Repsol y exige justicia. Y claro, sanciones para que suceso de esa naturaleza no se vuelva a repetir. Y pide, a gritos, eficiencia y acción de los funcionarios estatales a cargo de la nave ambiental.

Hay que seguir chimbando. En Puerto Caicedo, en el Putumayo colombiano y en Palmarito de la Frontera, una comunidad de indígenas chiquitanos en un borde del Chaco boliviano, personas de carne y hueso están haciendo su parte, enfrentándose el lugar común para sembrar de excepciones el futuro que nos merecemos. Y al lado de ellos, las tan vapuleadas ONGs y la academia.

Mientras recorría con un equipo del Grupo Viajeros la Amazonía, el ecosistema hídrico más grande del planeta, me he dado el tiempo de leer las conclusiones de un panel de investigadores de los ecosistemas hídricos amazonicos reunidos a distancia en estos tiempos de pandemias y armagedones para discutir colaborativamente los objetos de conservación para la Amazonía resiliente que se enfrenta a los bolsonaros y a la ocupación a la mala de sus territorios. Buenísimo, un informe científico lleno de conclusiones y advertencias para proteger de una vez y para siempre el último territorio del planeta pletórico de ríos intactos y pesquerías majestuosas.

Hay mucho que celebrar y hay que hacerlo confiando en el futuro, seguros de ir siendo más, seguros de estar al lado correcto de la historia. Seguros de estar chimbando a favor de la corriente para construir el #otromundoesposible con el que soñamos.

Y no solamente los 5 de junio, no… siempre, todos los días.

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