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Enrique Angulo: “Viajo para aprender y empaparme de la riqueza de cada lugar que visito”

Mi opinión

Enrique es periodista y conservacionista acérrimo, defensor apasionado de causas que, a veces, parecen perdidas, pero que el tiempo termina haciendo justicia, como en el caso de Pómac, un lugar que Enrique conoce muy bien.


Empezó a viajar desde chico por diferentes rincones del país y, en los diez años que vivió en Alemania, recorrió sus tierras con efusión.

“En cada viaje intento empaparme de la cultura del lugar y conocer todo lo posible de los destinos a los que voy. Intento además escapar de los sitios turísticos u “obligatorios” y prefiero andar por los mercados, las plazas, los lugares en donde conoces más de cerca a los lugareños y, a través de ellos, las principales costumbres y manifestaciones culturales. Cuando viajo mi consigna es llevarme del sitio todos los conocimientos, sensaciones, olores y sabores que pueda”.

“Un viaje que me marcó de por vida fue aquel que hice como mochilero en 1997 por Italia y parte de Francia. Pude disfrutar de un “baño cultural” impresionante y palpar parte de todo lo que había aprendido de la historia humana y conocía solo por los libros. Además, pude visitar el lugar (Génova) desde donde zarparon mis antepasados hace una centuria rumbo al Perú. Otro viaje que me produjo una gran impresión fue el que hice al ex campo de concentración de Auschwitz en Polonia, a pocas horas de Cracovia. Allí pude apreciar muy de cerca esta especie de recinto convertido en un llamado de atención a la humanidad”.

“Recientemente, he visitado diversos puntos del país, poniéndole especial ahínco a los destinos donde se puede descubrir y palpar el genuino y diverso Perú. Me fascina por ejemplo apreciar y navegar por los ríos como el Tumbes y el Marañón. Siento especial atracción por el Santuario Histórico Bosque de Pómac y su mágica conjunción de diversidad biológica, historia, olor a algarrobo y belleza.  Me fascina el bosque seco y la selva alta”.

“Viajo para aprender. Así aprendí una vez, en un tren polaco, a entender mejor nuestra condición humana al intentar descifrar lo que me decía una anciana, a la cual no le entendía nada y viajaba como polizonte. No obstante, logré saber que solamente quería agua y algo de abrigo. No puedo olvidarla”.

Actualmente, además de seguir viajando, escribe y viene conjurando un proyecto sobre periodismo científico. Finalmente, nos deja una frase un tanto pesimista, pero realista: “A viajar que el mundo se va acabar (si seguimos dándole duro)”.

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