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Hablando de energías limpias

Mi opinión

Tendríamos que estar de acuerdo en que la energía renovable no convencional es la única alternativa que tenemos, por ahora, para mover el planeta que hemos creado al mismo tiempo que nos enfrentamos al calentamiento global y a todos los problemas asociados a su catastrófico devenir.


De Perogrullo, ¿no? Lo cierto es que la crisis ambiental que tenemos frente a nosotros, que ya llegó por si no nos hemos dado cuenta todavía, tendría que ser afrontada, como país insisto, pero también como aldea global, con una matriz energética distinta, menos dañina que la defendida por los dueños del petróleo y los hidrocarburos que nos gobiernan en santa alianza con las grandes corporaciones y el negacionismo siglo XXI.

Así de sencillo. En asuntos de seguridad energética no hay más pan por rebanar. O confiamos en la energía eólica, en la solar, en la hidroeléctrica (con todos sus bemoles, baste recordar los planes de sembrar de represas la cuenca del Marañón, en el Perú o las tierras del Madidi, en Bolivia) o en la fuerza energética que se consigue del movimiento de las mareas (mareomotriz), del calor de la tierra (geotermia), del aprovechamiento de la materia orgánica o industrial (biomasa) o nada, punto final, a pulsar el interruptor y a mudarnos de planeta. Si es que Elon Musk lo permite.

Lo anterior viene a colación con lo visto y escuchado la mañana de ayer en un hotel sanisidrino de boca de Brendan Oviedo y Paloma Sarria de la Asociación Peruana de Energías Renovables (SPR), un interesante y muy activo conglomerado que reúne a más de 50 grandes generadores, desarrolladores, consultores y fabricantes de tecnología que vienen apostando en el Perú desde el 2017 por el desarrollo de las llamadas Energías Renovables no Convencionales (RER) y tecnologías afines.

Uno de estos asociados ENEL Green Power, el consorcio energético que sembró “molinos de viento”, léase aerogeneradores, en las pampas de Marcona para generar desarrollo en un distrito sometido a la pobreza por una empresa de capitales chinos que explota la principal mina de hierro del país. E incorporar 132 MW de energía limpia al Sistema Eléctrico Interconectado Nacional (SEIN).  En otras palabras, algo así como energía eléctrica para 483 mil familias peruanas. Suena bien, ¿no?

El 80 por ciento de la energía eléctrica que se produce en el Perú se encuentra en estos momentos en el centro del país. Dramático. Lima y aledaños concentran en sus manos la potencia energética de la nación. De allí que pensar en seguridad energética y desarrollo en Puerto Esperanza, Ucayali; en Ocongate -sí, al lado, casi, del gas de Camisea- o en Mazán, Loreto sea a estas alturas del partido, que vamos perdiendo por si acaso, una quimera.

Tenemos que hacer el esfuerzo como sociedad para iniciar la transición energética que la hora actual requiere. Y que éste cambio estratégico, de indudable seguridad nacional, sea descentralizado e inclusivo tal como lo comentó la exministra Lucía Ruiz en el conclave de ayer.

Como lo dijeron los expositores se trata de un asunto de interés común que tiene dos componentes claves, el ambiental y el económico.

Incorporando las energías renovables al sistema interconectado nacional podríamos cumplir los compromisos climáticos que el país ha adquirido en el marco de los acuerdos de Paris y sucedáneos y organizar la casa para cuando el calentamiento global arremeta con fuerza. No olvidemos que el Perú ha sido considerado el tercer país del planeta más vulnerable al cambio climático.

Y dando este paso podríamos sembrar de trabajo los distintos departamentos del Perú: el potencial que tenemos como país en materia de energías renovables es inmenso y las inversiones en ese sentido dinamizarían la economía nacional de manera inusual y necesaria. El Perú podría convertirse en una potencia regional en producción de energías limpias. El mapa de las energías renovables nos  favorece: Piura, Lambayeque, Cajamarca, La Libertad, Ica  y Arequipa tienen cuantiosos recursos eólicos. Arequipa, Moquegua, Tacna y Puno poseen abundantes recursos solares. En temas de geotermia, Arequipa, Tacna, Moquegua, Puno y Cusco se llevan las palmas. Y en hidroenergía, el Perú es un portento. Ni qué decir en el uso de biomasa para producir energía: Lima, Junín, Loreto -que depende de los fatídicos hidrocarburos para moverse- San Martín, Lambayeque y La Libertad tienen un potencial enorme.

¿Qué hacer?

Simple, Tenemos la obligación de empezar hablar, y fuerte, de las energías renovables. Y al mismo tiempo dar la lucha como colectivo ambientalmente responsable por la diversificación de la matriz energética. Depender de los hidrocarburos resulta suicida. Y caro. E irreal. E insostenible.

Es necesario estar atentos y poner en la agenda dos puntos claves para facilitar el éxito de esta industria: 1. Planificar el desarrollo energético del país de manera descentralizada y eficiente y 2. Lograr que la participación de las energías renovables en las próximas licitaciones de las distribuidoras eléctricas permita que la competencia entre las energías limpias y las tradicionales se de en igualdad de condiciones. En otras palabras, en una cancha nivelada y con actores de verdad preocupados/comprometidos/entusiasmados con el futuro que nos merecemos y la viabilidad de un planeta a punto de desfallecer.

Voy a estar muy atento a este tema, lo digo siempre, #otromundoesposible.

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