Un reciente estudio basado en los descubrimientos llevados a cabo en el sitio arqueológico de Quilcapampa, en Perú, sugieren que los wari ofrecían a los invitados a sus celebraciones bebida de chicha mezclada con semillas del árbol vilca, lo que proporcionaba una experiencia alucinógena difícil de superar, algo que contribuyó al control político wari.
Investigadores del Dickinson College de Pensilvania, el Museo Real de Ontario en Toronto y la Universidad de Rochester en Nueva York acaban de publicar un interesante estudio en la revista Antiquity en el que afirman que los gobernantes de la cultura wari bebían cerveza mezclada con drogas alucinógenas derivadas de las semillas de algunas plantas, y que este hecho pudo haber contribuido al mantenimiento de su control político sobre el resto de pueblos de la región durante cientos de años. El dominio wari se extendía desde el norte de Perú hasta el extremo sur, cerca de la frontera con Chile, y desde la costa hasta las zonas montañosas de los Andes entre los años 600-1000 d.C., y se vino abajo cuatrocientos años antes del surgimiento del Imperio inca.
El estudio se ha basado en las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo entre 2013 y 2017 por arqueólogos del Real Museo de Ontario en el sitio de Quilcapampa, en el sur de Perú, un lugar que fue abandonado en el siglo IX d.C. Los resultados de la investigación parecen sugerir que los wari de Quilcapampa usaban semillas del árbol vilca (Anadenanthera colubrina), que tienen principios alucinógenos, y las combinaban con chicha, una especie de cerveza elaborada con los frutos del árbol molle (Schinus mole). Esta bebida fermentada se servía a los asistentes a las fiestas comunales, lo que contribuiría a reforzar los lazos sociales y mantendría el control político wari.
Cerveza para todos
El descubrimiento de semillas de vilca en Quilcapampa ayuda a llenar un vacío en la comprensión de cómo civilizaciones muy distintas utilizaron sustancias de tipo alucinógeno. «Este fue un punto de inflexión en los Andes en términos de política y uso de alucinógenos. El contexto del uso de este alucinógeno es diferente al de civilizaciones anteriores, que parecen haber reservado el consumo de drogas para unos pocos elegidos, o el del Imperio Inca, que incentivó el consumo masivo de cerveza, pero no empleó sustancias psicotrópicas como la vilca en sus festividades», explica Matthew Biwer, profesor asistente visitante de Arqueología en el Dickinson College y uno de los autores del estudio.
Por su parte, Justin Jennings, arqueólogo del Museo Real de Ontario y otro de los autores del estudio, afirma que la experiencia que se podía obtener con la ingesta de esta bebida no era la misma que la que proporcionaba por ejemplo la ayahuasca amazónica, mucho más potente. Según sugiere Jennings, con la vilca «podías tener un viaje, una experiencia extracorporal hasta cierto punto, pero era una experiencia más larga, más suave y menos violenta. Podías tener esa sensación de estar yendo a algún sitio, de alucinar, pero con amigos. Lo que hicieron los wari fue decir: Vamos a combinar estos dos elementos y cuando los juntemos, vamos a tener esta experiencia compartida».
Impresionar a los huéspedes
Durante mucho tiempo se ha sabido que los wari consumían chicha y realizaban ceremonias públicas como parte de su función de control político, pero esta investigación ha demostrado también dos cosas: su acceso a la vilca y que la empleaban como alucinógeno. Además, los científicos han hallado asimismo evidencias de que los wari elaboraban chicha en grandes cantidades en Quilcapampa. Junto a algunos restos botánicos bien conservados, los arqueólogos han descubierto en el centro de la población un gran número de recipientes cerámicos, lo que indicaría que en este lugar se elaboraba la bebida y se llevaban a cabo dichas celebraciones festivas, según el estudio.
«Los wari agregaron la vilca a la cerveza de chicha para impresionar a los invitados a sus fiestas, que sabían que no podrían devolver la experiencia. Esto creó una deuda entre los anfitriones y los comensales, probablemente procedentes de la región circundante. Nosotros creemos que el festín, la cerveza y la vilca sirvieron para crear y consolidar conexiones sociales entre los aliados del Imperio wari y los locales a medida que el dominio wari se iba expandiendo. También fue una manera de mostrar y mantener el poder social, económico y político por parte de los líderes wari. Los invitados a estas fiestas se habrían sentido obligados a reconocer el poder de sus anfitriones o a sentir la necesidad de tener que devolverles el favor en un futuro. En los Andes, se sabe que esto ocurre típicamente por el consumo de cerveza (chicha), carne de llama, plantas como maíz y papas, y otros alimentos y bebidas», explica Biwer.
El consumo de vilca, inhalada o fumada en pipa, data de hace al menos cuatro mil años. Prueba de ello es el hallazgo de una antigua pipa de esa época localizada en el sitio de Inca Cueva, en Argentina. Este tipo de droga también fue consumida por los habitantes de Tiwanaku, en Bolivia, durante el período de gobierno wari. Asimismo, hallazgos anteriores han demostrado que la vilca solo era accesible para algunos miembros de la élite, como los sacerdotes, y no estaba disponible para todo el mundo. En cambio, este comportamiento «inclusivo» de las clases gobernantes wari no solo mostró su hospitalidad, sino que ofreció una experiencia difícil de obtener en otros lugares y que nadie que quisiera oponerse al control wari podría ofrecer fácilmente.
Acceso a recursos lejanos
Pero ¿de dónde procedía la vilca? Según el estudio, la región que rodea el sitio de Quilcapampa es demasiado árida para el cultivo de vilca. De hecho, la vilca crece en la región de Ayacucho, donde una vez estuvo la capital del Imperio wari, así como en zonas de la región de Cuzco, a 400 kilómetros de Quilcapampa. A pesar de la distancia, algunos estudios han demostrado que los wari tenían la capacidad de poder acceder a recursos distantes, como conchas marinas, obsidiana y plumas amazónicas, por lo que el acceso a la vilca no debía de ser complicado para ellos. «Wari estableció un sistema de caminos, que usaron posteriormente los incas, para facilitar la movilidad de personas y recursos, por lo que no hubiera sido extremadamente difícil llevar la vilca a Quilcapampa», argumenta Biwer.
Los investigadores tienen previsto seguir buscando más asentamientos wari en los valles costeros de Perú. El descubrimiento de nuevos sitios podría ayudar a determinar cómo el cambio climático y la sequía podrían haber afectado a la sociedad wari antes de que su dominio se acabase extinguiendo.