Mi opinión
De acuerdo con Enrique Ortiz, a veces por mirar la impactante belleza de un árbol dejamos de observar la magnificencia del bosque que lo contiene. Y nos topamos de bruces con la realidad: en el tema del combate contra la crisis climática y la degradación de la Amazonía los dogmas que han permitido a muchos armar verdades absolutas nos están perjudicando notablemente a la hora de contar los pasos hacia adelante que el movimiento ambiental va dando.
Ortiz que desde hace más de tres décadas recorre los pasillos de las oficinas y los cónclaves detrás de la cooperación internacional en los países que nos apoyan hace tiempo que intenta sofrenar los impulsos de quienes quieren apagar los incendios que tenemos que enfrentar a punta de baldazos de combustibles. En la reflexión que acaba de subir a la plataforma Jugo de Caigua, que en Viajeros seguimos siempre con atención, vuelve a hacer un llamado a la serenidad de los preocupados por la data que da cuenta de la destrucción del bioma amazónico y su inminente implosión: para el conservacionista la línea de base desde la que deberíamos partir debiera considerar los avances que el movimiento ambiental ha venido obteniendo en favor de la concientización ambiental y la construcción de herramientas (tratados, leyes, reglamentos…) con capacidad de poner vallados al extractivismo avasallante y al crecimiento desmesurado de las ilegalidades. Esos resguardos democráticos (áreas naturales protegidas, conservación privada y otros sistemas de protección, inclusión de las comunidades en el manejo de sus recursos naturales…) que la sociedad regional ha instituido en los últimos años deberían ser conocidos y valorados en su justa dimensión para que desde ese reconocimiento público se mantengan vivos y se pueda aumentar sus campos de acción.
“Si evaluamos los logros del pasado, agrega en la nota que les dejo, creo que hemos sentado las bases de una institucionalidad importante —que incluye los gobiernos, la sociedad civil y sus organizaciones representativas—, y que hemos tenido grandes avances e importantes innovaciones en ese campo. En suma, si miramos al futuro —donde la única constante es el cambio—, debemos apuntar a lograr la resiliencia de ambos, la democracia y de los que la cuidan. Para mí, ese es el desafío”. Para nosotros en esta esquina del ciberespacio, también.
De allí nuestra insistencia cotidiana en comunicar con la mayor objetividad posible los avances de quienes vienen apostando desde todos los espacios de la convivencia común por el diálogo, la tolerancia y la información sensata en materia ambiental. Poner el dedo, finalmente, donde hay que ponerlo, evitando que en este mundo que detesta el wokismo, ese cajón de sastre donde van a parar todos aquellos que se enfrentan al pensamiento oficial, nuestro discurso se convierta en antagónico, en otra más de las verdades que hay que destruir para que todo sigan estando como está. O peor.
Les dejo este interesante jugo de caigua de los muchachos que el buen Gustavo Rodríguez convoca regularmente para seguir reflexionando sobre el país y el mundo en el que vivimos. 3/6/2025
Por Enrique Ortiz desde Washington para www.jugo.pe
A mediados de mayo se realizó en Lima “El futuro de la Amazonia”, un evento organizado por una importante fundación filantrópica. Se contó con la crema y nata del ambientalismo peruano e internacional y en él se hizo un pedido especifico a los distinguidos panelistas: evaluar los últimos treinta años de la defensa de este ecosistema en cuanto a avances, en tono positivo, y recomendar acciones para los siguientes treinta. Fue un ejercicio muy interesante en el que se habló de todo, lo que demostró lo difícil que es para muchos ser positivos en sus enfoques, cuando hay mucho que decir sobre los logros. Curiosamente, el futuro fue identificado como una oportunidad para defender los derechos y demandas de los pueblos indígenas y las comunidades locales (ribereños, caboclos, quilombolas, etc), y para encontrar soluciones aprovechando el avance de la tecnología, además de las oportunidades que traerá la llamada “transición energética”.
Más información en Enrique Ortiz: silencioso guardián de las áreas naturales protegidas
Si bien se hicieron intervenciones acertadas y coherentes, quizás a veces no nos demos cuenta de la importancia de problemáticas más básicas para salvaguardar este ecosistema. Poniéndolo en términos menos rígidos, como los culinarios —obsesión cultural peruana—, parecemos entretenernos con los platos de acompañamiento, como la canchita o la causita; y si lo pasamos a términos futbolísticos, nos quedamos en las jugaditas y el taquito, sin ver el plato de fondo ni los goles. Aunque es notorio que son muchos los preocupados por esos temas, creo que el futuro de la Amazonia depende de afianzar los procesos democráticos y de fortalecer las instituciones ambientales. Si evaluamos los logros del pasado, creo que hemos sentado las bases de una institucionalidad importante —que incluye los gobiernos, la sociedad civil y sus organizaciones representativas—, y que hemos tenido grandes avances e importantes innovaciones en ese campo. En suma, si miramos al futuro —donde la única constante es el cambio—, debemos apuntar a lograr la resiliencia de ambos, la democracia y de los que la cuidan. Para mí, ese es el desafío.
Sin lugar a duda, no se puede menospreciar la importancia de defender los derechos de los pueblos indígenas y de su cultura. Pero recordemos que, aunque ellos sean “propietarios” del 25-30 % de la Amazonía, ellos no controlan los territorios a nivel nacional y regional. Algunas perlas: en Colombia, la Amazonía y los territorios indígenas —que son el 50 % de ella— está dominada por las antiguas guerrillas, ahora mafias, y sin presencia del gobierno, hasta el punto de que el personal de parques nacionales ha sido retirado. En Perú, el mayor incremento de la minería ilegal se ha dado en territorios indígenas. Es claro que el control de los territorios depende en su mayor parte de los estados. La población indígena representa menos del 4% de la población del territorio que habitan y, además, existe una alta tendencia de migración indígena de sus territorios hacia las ciudades. Es decir, la población indígena amazónica es una abrumadora minoría con escasa capacidad política, más allá de la reactiva. Así, tenemos un 96 % de la población que no es indígena y que elige a los Bolsonaros, a los Castillos y los “comeoros” (recordemos a ese corrupto congresista peruano asociado a las mafias de oro ilegal). Si poco se toma en cuenta los procesos democráticos nacionales de gobernabilidad, y en particular los amazónicos, y no se enfatiza en tener instituciones capaces de defender lo logrado, de dar la luz sobre las soluciones, nos seguiremos entreteniendo con las “huachitas” o con la “canchita”. El plato de fondo es la democracia y el resto viene como consecuencia de ella.
Más info en Panfleto contra el ambientalismo ultra
El pasado y el futuro en Harvard
Hace dos semanas participé en un evento organizado por la Universidad de Harvard —hoy la estrella de la resistencia ante el trumpismo—, junto a expresidentes como la chilena Bachelet (nominada a la presidencia de la ONU), Zedillo de México, Alvarado de Costa Rica, y Marina Corina Machado (líder democrática venezolana, hoy en la clandestinidad). El tema central era, precisamente, reconocer el rol de la democracia en temas sociales, económicos y ambientales. Como panelista, me hicieron las mismas preguntas que en el evento de Lima, y también me pidieron que sea positivo. Para empezar, dije lo que realmente creo: a nivel regional el vaso está medio lleno, en vez de medio vacío[1]. Aún tenemos el 82 % de la Amazonía en pie, y posiblemente el 65 % totalmente intacto. Y, en general, hemos logrado una institucionalidad (incluyendo legislación) que, aunque frágil y frecuentemente amenazada, sentó las bases de gobernabilidad territorial. También hemos desarrollado un robusto sistema de áreas protegidas a nivel regional, y una importante distribución de derechos de uso, incluyendo los territorios indígenas. Mi generación le está dejando a la siguiente material para trabajar, y eso es un logro. Mirando al futuro, resalté la importancia de enfocarnos en la resiliencia institucional para atender los problemas coyunturales, pero más para enfrentar los cambios insospechados que vendrán —militarismos, epidemias, guerras, y quién sabe qué más—, e hice un llamado al pragmatismo en nuestras propuestas. Es de resaltar, a mi parecer, la amenaza más importante que enfrentamos hoy a nivel regional: la expansión de las mafias, incluyendo la del oro, una tendencia clara sin ideología ni escrúpulos que avanza lenta pero segura, que ya ha tomado países —miren lo que pasa en Ecuador y Colombia—. Sin tener la capacidad de reacción como sociedad, estamos siendo presas de una metástasis regional. Solo en Brasil, el Primer Comando Capital —grandes en drogas y oro— tiene 40 mil militantes armados, y no son de derecha ni de izquierda. Son como el grupo Wagner ruso. En suma, necesitamos tener capacidad de análisis para enfrentar el presente y el futuro.
Leer más en Los guardianes del Perú natural en tiempos de la COVID-19, un artículo de Enrique Ortiz
Más en Golpe en La Pampa, un texto de Enrique Ortiz
La paradoja climática de Blair
Hace unos días, el exlíder británico Tony Blair escribió una carta que ha removido a muchos, al punto de haber sido tildada de torpe por un sector del ambientalismo mundial[2]. En ella, Blair parece decir lo que realmente piensa ahora que ya no aspira a posiciones políticas. Se dio el lujo de criticar el pensamiento y las tendencias actuales sobre el tema del cambio climático y de la falacia llamada “transición energética”. En lo que ha llamado “la paradoja climática”, le pide al mundo que se dé cuenta de que manejamos, o estamos siendo manejados, por una narrativa fuera de la realidad que ve lo que quiere ver o no tiene la capacidad de analizar el presente. No puedo estar más de acuerdo con él. El mundo ha cambiado y cambiará aún más. La línea de base es diferente, y requiere otro tratamiento y narrativa. Seguimos hablando dogmáticamente y polarizando la discusión y, mientras tanto, acercándonos al abismo. El llamado de Blair a la sociedad es de get real, que revisemos serenamente el escenario y pongamos el dedo donde corresponda. Por ejemplo, según recalca, hablamos del avance de las energías renovables y la baja de la demanda por hidrocarburos, cuando en verdad ocurre totalmente lo opuesto. La disminución en las exploraciones no se da porque no se quiera usar gas o petróleo, sino porque hay demasiadas de ellas en el mercado y producir más no es negocio. Y el aumento de las renovables, si bien importante y positivo, es de una tasa de incremento mucho menor a la del consumo de las no renovables. A nivel mundial los hidrocarburos, seguido del carbón natural, siguen siendo la principal fuente de energía, y las energías renovables están posiblemente a décadas de tomar relevancia. Que no hay duda de que debemos incrementar las energías renovables, pero que más que ser una solución climática, son más deseables por asuntos de salud u otros. A propósito, recomiendo leer The New Map de Daniel Yengin para entender el presente y futuro de los hidrocarburos.
A la cooperación internacional debemos recordarle que, además de apoyar proyectos puntuales, la resiliencia se va a conseguir reforzando la institucionalidad y creando los espacios think tank en que podamos identificar soluciones y puntos comunes, sentados junto al sector privado, indígenas y asociaciones sociales. Discutiendo abiertamente posiciones y perspectivas, sin atacar al otro ni apuntando con el dedo creyéndonos estar por encima del bien y del mal, sin que nos importe ser cancelados en las redes. Espacios donde comamos el plato de fondo, y metamos los goles.
[1] https://www.drclas.harvard.edu/news/2025/05/latin-america-crossroads-climate-leadership-era-crisis
[2] https://institute.global/insights/climate-and-energy/the-climate-paradox-why-we-need-to-reset-action-on-climate-change