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Manolo de Castillo, diez años celebrando el Perú

Mi opinión

Manolo del Castillo, su intrépido conductor, recorre el interior de nuestro territorio para mostrarnos los destinos más maravillosos del país; explora nuevas rutas y hace de cada viaje una aventura que nos invita a ser parte de él. Es uno de los programas líderes en sintonía de TV Perú, ganador el año pasado del Premio a la Excelencia como el Mejor Programa Cultural de la Televisión, otorgado por la Asociación Nacional de Anunciantes (ANDA), y en 2007 la comunidad peruana radicada en los Estados Unidos otorgó a su conductor el premio Tumi Usa Award. Conversamos con Manolo sobre estos diez años en el camino y esto fue lo que nos dijo.


¿Cómo se siente llegar a los diez años?
Lo normal hubiera sido hacer una fiestita, pero para variar estábamos de viaje. Hace 10 años éramos varios los que conducíamos el programa y seguro no imaginamos que Reportaje al Perú estaría al aire tanto tiempo. Obviamente ahora todo el equipo está feliz; feliz por tener un trabajo tan afortunado, por saber que mucha gente nos ve, que generamos sanas envidias y que luego esas envidias hacen que muchos tomen sus mochilas y hagan el mismo viaje. Son 10 años y no dejamos de sorprendernos con cada destino. En estos años hemos confirmado que tenemos suerte de vivir en el Perú, que somos un país único y que harían falta varias vidas para conocerlo y disfrutarlo como se debe.

Has recorrido todo el Perú ¿Cuál es el viaje más memorable? ¿Por qué?
Desde los incas que ampliaron su imperio con el Cápac Ñan, pasando por Humboldt y Raimondi, con los que hoy corren autos en los Caminos del Inca y con los chicos de los colegios que salen todos los años en viaje de promoción, con todos ellos tenemos algo en común, que nos gusta movernos, que sabemos que tenemos a la mano escenarios para sentirnos vivos, lugares que nos ofrecen oportunidades de trabajo, de diversión, de lo que sea… que nos gusta ver qué hay más allá de nuestra casa, de nuestra oficina, que hay mucho por descubrir.

Y creo que no es novedad para nadie que el Perú es un país que cada día nos tiene una sorpresa, a pesar de vivir en la era de la tecnología, de los GPS, de la inmediatez. Un día un alemán anunció que existía Gocta, la tercera catarata más alta del mundo, y más cosas por el estilo como que el único camino inca no es el que lleva a Machu Picchu sino que hay muchísimos más y mejores a lo largo del Perú. Cuántos misterios aún habrán en las tumbas moche, en los volcanes de Moquegua, cuántas medicinas se descubrirán en la Amazonía y cuántos no contactados aún viven en los bosques sin saber de los otorongos que hay en el Congreso. Definitivamente el Perú es un país aún por descubrir.

Si debo escoger un destino siempre diré las montañas, mientras más alto mejor. Hace 4 años hicimos un ciclo que se llamó “Reto en los Andes”: andinismo, trekking, ecología, escalada, turismo vivencial, aventuras, paisajes espectaculares; todo entre los 3 mil y 6 300 m. Fue allí que me sentí realmente vivo, que mis piernas, pulmones, sentido común y la amistad trabajaron en equipo. Los que caminan y trepan cerros saben exactamente a qué me refiero.

Me imagino que en estos diez años recorriendo el Perú has conocido mucha gente que enriquece la experiencia ¿alguna que se te ocurra en este momento?
Primero, mi camarógrafo, con quien he pasado más tiempo que con mi ex esposa, novia o familia, y lo mismo le pasa a él. Las 24 horas del día estamos juntos durante una semana o más. Nos conocemos como uno conoce a su mochila y a sus viejos zapatos. Sin él y el resto del equipo de producción no existiría el programa como es. Tampoco existiría el programa si no nos hubiéramos cruzado con los estupendos guías y anfitriones que conocimos en cada viaje. Unos que no paran de hablar, otros parcos pero que nos llevaron a lugares soñados, los que cuentan todos el día chistes y hacen que el capítulo sea un reflejo de él, personas que le hicieron la competencia a nuestras madres con tanto cariño que nos dieron.

También conocí gente que le gusta caminar más a que mí, a fotógrafos que me enseñaron sus secretos, a guías que se pierden, a gringas enamoradas del Perú, a empresarios tercos y soñadores y a mucha gente humilde que ya vio que el turismo puede ser una gran herramienta para el desarrollo de sus pueblos.

¿Qué otras sorpresas se vienen para este año?
Seguir viajando todas las semanas, si se puede más seguido, que nuestra casa ya no esté en Lima sino en cualquier lugar del país, que nuestros hijos nos digan hola tío. Nos falta tanto por recorrer, quizás la Antártida, más cumbres, a ver si esa vez sí llegamos al Gran Pajatén, me gustaría seguir los pasos de algunos peruanos ilustres y pata de perro: Arguedas, Huamán Poma; explorar la selva de Puno, el Putumayo; en realidad solo hay que abrir un mapa, y sin pensarlo mucho señalar con el dedo un lugar, allí vamos a estar.

Tu trabajo y el de tu equipo ha sido reconocido por diversas entidades. Me imagino que ese no es el fin de tu labor pero sí pone al programa en boca y ojos de todos ¿sientes la presión de la fama?
En nuestro caso esa fama se convierte siempre en buenas vibras y es que solo recibimos muestras de afecto y colaboración por donde vamos, con los guías, las mamachas, los turistas, el pescador con cara de malo, el chofer del bus y el “chofer” del avión; y creo que el público también nos quiere un poquito. O sea, si sumamos toda esa buena energía que absorbemos por donde vamos, no es nada comprado con la presión de la fama o el comentario de algún desinformado. Es más, que venga la fama para hacer más famoso al Perú.

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