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Martin von Hildebrand: “Estos son los dos años políticos más importantes de la Amazonía”

Mi opinión

Vuelvo después de algunas semanas a von Hildebrand, el defensor de los territorios indígenas de las selvas colombianas y desde octubre pasado responsable de la secretaría general de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), el organismo creado en 1995 por los ochos países que integran la cuenca para mejorar la calidad de vida de sus habitantes y la adecuada conservación y utilización racional de sus recursos.

Von Hildebrand suele hablar muy claro, no tiene pelos en la lengua: para el antropólogo nacido en Nueva York pero más colombiano que el café tenemos la obligación de impulsar una economía amable con la naturaleza si es que de verdad queremos evitar el punto de no retorno en la Amazonía que compartimos, el concepto desarrollado por Lovejoy que nos advierte de la transformación de la selva tropical en sabana si los niveles de deforestación continúan al ritmo actual. Y detener esa loca carrera de devastación y cambio de uso de los bosques amazónicos solo se va a lograr con el concurso de todas las naciones involucradas a partir de una hoja de ruta común.

Para el conservacionista que tiene en su haber la titulación de más de 200 mil hectáreas a nombre de los pueblos originarios “la selva es un sistema, entonces tenemos que protegerla desde una perspectiva integral, articulada, porque de lo contrario, si bien cada uno, por su lado, puede hacer un esfuerzo, no logrará mantener la conectividad y el funcionamiento de la selva”.

Para von Hildebrand la conectividad entre todas las partes del mosaico amazónico resulta fundamental, esencial, para no llegar al malhadado 25 por ciento de pérdida de sus bosques, el momento en el que el colapso amazónico se va a producir indefectiblemente. Andamos, de acuerdo a las provisiones que recoge el científico en un 18 por ciento; vale decir, al borde del abismo, con poquísimo tiempo por delante y muchísimas tareas por hacer. Les dejo sus atinadas reflexiones: en estos tiempos de trumpismos desenfrenados su voz debería sonar más fuerte que nunca.


Por Emilia Delfino / Mongabay Latam

  • El etnólogo colombiano asumió a finales de octubre como secretario general de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), integrada por ocho países que comparten jurisdicción sobre la Amazonía.
  • Sostiene que es un momento histórico, que los gobiernos están trabajando y que podrán llegar a un acuerdo para proteger al principal pulmón de Sudamérica y el mundo.
  • Lleva unos 50 años trabajando para conservar la Amazonía junto a los pueblos indígenas frente al avance de la minería ilegal, la ganadería, la deforestación y los cultivos ilegales, además del narcotráfico.
  • Habla de sus metas, las dificultades que ha encontrado en el organismo multilateral y la esperanza de dejar un legado.

“Ando por aquí”. Martin von Hildebrand se encuentra en alguna porción de la Amazonía, cerca de Leticia, en la frontera entre Colombia, Perú y Brasil. En “puro territorio indígena”, dice, el etnólogo mientras busca un lugar con buena señal telefónica para dialogar con Mongabay Latam. A sus casi 82 años, lleva cinco décadas trabajando por el reconocimiento del derecho de los pueblos originarios a estas tierras y por la conservación de la Amazonía. Además, asumió a finales de octubre como secretario general de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), integrada por ocho países que comparten esta región de Sudamérica: Brasil, Colombia, Perú, Ecuador, Venezuela, Bolivia, Surinam y Guyana. El organismo debe acordar políticas clave para frenar las amenazas y conservar el bosque tropical más extenso del mundo.

Von Hildebrand logró que se protegieran más de 200 mil kilómetros cuadrados de selva amazónica en Colombia a partir de la década de 1980. Pasó por la función pública y también creó la fundación Gaia Amazonas para protegerla en alianza con los pueblos indígenas.

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Es hijo de padre alemán y madre irlandesa, ambos refugiados políticos en Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. La familia llegó a Colombia cuando sus padres fueron invitados como profesores fundadores de la Universidad de los Andes. De adulto, renunció a la ciudadanía estadounidense para convertirse oficialmente en colombiano.

Desde la década de 1970, cuando llegó a la Amazonía por primera vez, es un “gringo” en territorio desconocido pero aún así se ganó la confianza de los originarios.

Von Hildebrand (en el medio) asumió como secretario general de OTCA en octubre de 2024. Foto: Felipe Rodríguez / Fundación Gaia Amazonas.

Su vida gira en torno a este bosque tropical, lo que le valió el prestigioso Premio Right Livelihood, conocido como el “Nobel Alternativo”. Ahora, se prepara para cumplir una nueva misión.

-¿Con qué escenario se encontró cuando asumió el liderazgo de la OTCA?

-El tratado es un cambio fundamental. En la Cumbre de la Amazonía, en Belém do Pará, los presidentes sacaron una nueva declaración que realmente abrió las posibilidades del Tratado, mucho más allá de las que tenía. Lo más importante es que se abrió la participación a la sociedad civil en términos amplios, es decir, a los pueblos indígenas, comunidades locales, la academia, los científicos, el sector privado, movimientos religiosos. No sólo para que todos participen sino, gracias a unas resoluciones de los cancilleres del Diálogo Amazónico, para que existan instancias formales manejadas por la sociedad civil para participar en las declaraciones que sacan los presidentes cada dos años.

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Otra parte fundamental es que pusieron en el centro de la escena evitar el punto de no retorno. Eso se pone como prioridad. Todo tiene que estar apuntado a evitar el punto de no retorno porque tenemos unos problemas muy graves que hay que abordar como es la inseguridad tanto ambiental como social en la región. Debemos buscar una nueva economía, que no sea extractivista, una economía que sea amable con la naturaleza. Los países tienen que participar de una manera conjunta, tienen que cooperar con una visión integral de la Amazonía, porque solos, cada uno por su lado, pues, no es posible. Este año es la oportunidad política para avanzar en los acuerdos.

-¿Por qué es importante esa cooperación entre los gobiernos de la región amazónica?

-Si no estamos todos coordinados, pues, se escapan las enfermedades, se esconde la contaminación causada por la minería, y la minería ilegal particularmente, pero también los cultivos intensivos. La contaminación del agua también hay que trabajarla desde una perspectiva regional ecosistémica para proteger la selva. La selva es un sistema, entonces tenemos que protegerla desde una perspectiva integral, articulada, porque de lo contrario, si bien cada uno, por su lado, puede hacer un esfuerzo, no logrará mantener la conectividad y el funcionamiento de la selva. Si tú cortas la selva y la fragmentas, pones unas islas en la selva, estas no se pueden reproducir porque hay como una endogamia. Se reproducen internamente y se comienza a degradar.

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“Son pueblos sofisticados. Hay diferentes formas de ser un ser humano y ellos tienen su forma, su civilización, su cultura”, dijo con von Hildebrand sobre los pueblos indígenas de la Amazonía. Archivo Fundación Gaia Amazonas.

Entonces, para que la selva sobreviva tiene que estar conectada para que fluyan los genes de unas especies a otras y se mantenga la selva funcionando. Lo mismo para la evaporación y transpiración y el flujo del agua. Entonces cuando hay segmentación se deteriora el bosque. Hay que volver a conectar. Se han tumbado muchas partes dejando islas, se hacen parques nacionales, que son muy importantes, pero se deforesta más allá del parque. Entonces el parque queda aislado.

Me encuentro con eso, con esos pasos adelante. Me encuentro con un momento histórico muy importante. En agosto del año pasado, tuvimos la Cumbre de la Amazonía. Luego, la COP16 sobre biodiversidad, en Cali. Aquí en Colombia habrá otra cumbre de presidentes el próximo agosto y luego la COP30 (en Brasil). Estos dos años son los dos años políticos más importantes de la Amazonía, con toda la tensión mundial. Pero también me encuentro con unas dificultades dentro de la OTCA para tomar decisiones y nombrar al secretario general.

-¿Cómo son esas dificultades?

-Asumo porque le había tocado el turno a Colombia y me solicitaron que yo asumiera ese cargo, pero se demoró un año mientras se tomaban las decisiones porque todo es por unanimidad y había diferencias políticas entre los países. No por el candidato, sino por diferencias de desencuentros políticos. Entonces perdimos prácticamente un año, pero ahora ya estamos trabajando de nuevo. Entonces es un momento muy interesante, muy fuerte. También nos encontramos con los incendios, con las sequías. Encontramos que ya tenemos un 18 % de deforestación y si llegamos a un 25 %, según los científicos, comienza inevitablemente el colapso o, si quiere, la transición de la selva a la sabana, lo cual es evidentemente muy grave. Como usted sabe, los árboles evaporan y transpiran siete veces más humedad de la que hay en la misma extensión o área de mar. El bosque transpira mucho más porque saca agua del subsuelo y eso crea lo que hemos llamado los ríos voladores, que alimenta con agua a todo el subcontinente sudamericano.

Von Hildebrand, en la Amazonía. Actualmente, el etnólogo busca que “se respete más a fondo, se comprenda y se respete la importancia del conocimiento indígena y su aporte a la humanidad”. Foto: Archivo Fundación Gaia Amazonas.

La meta es una selva conectada

-¿Cuáles son sus planes para lograr este trabajo en conjunto entre los distintos gobiernos que tienen soberanía en la Amazonía?

-Mira, hay oportunidades importantes. Por ejemplo, los gobiernos han hecho un trabajo y han avanzado con la participación de la sociedad civil y de los pueblos indígenas. Han sacado adelante áreas protegidas, han reconocido territorios indígenas y hoy el 47 % de la Amazonía está bajo alguna figura de protección. Te lo comparo con el 30 % que todos los países del mundo deben tener en biodiversidad protegida. Lo que pasa es que este 47 % no funciona muy bien. Tenemos que consolidarlo, tenemos que conectarlo porque son áreas que a veces están desconectadas y la conectividad es fundamental para el flujo genético. Entonces es cuestión de que los indígenas y las áreas protegidas, los gobiernos, respetando los derechos de los indígenas, respetando la autonomía y la responsabilidad de cada uno, busquen la forma de llegar a acuerdos de articulación y de cooperación.

Nos toca enfocar mucho en la restauración para mantener esta conectividad y consolidar lo que ya tenemos y en algunos casos quizá ampliar, pero esto ya nos da una oportunidad enorme, podemos llegar a un acuerdo entre los países. Creo que podemos llegar a unos acuerdos regionales, tenemos un trabajo avanzado. Necesitaríamos unos recursos adicionales de la cooperación internacional.

-¿Cuál es su principal desafío en esta oportunidad?

-La seguridad es compleja. Sin seguridad, pues, no podemos restaurar ni podemos hacer prácticamente nada. Porque si a uno lo mandan a la selva y lo van a asaltar o lo van a matar… Cuando uno comienza a combatir la ilegalidad, no sólo el narcotráfico sino la minería y la ganadería ilegales, detrás de eso hay mucho dinero, hay mucha gente pesada y es muy delicado, pero nos toca hacer una gran evaluación. Hay una gran preocupación en los ocho países y evidentemente nos toca crear las condiciones habilitantes en el sentido de ver que todos los países tengan más o menos la capacidad institucional, la capacidad jurídica para abordar el problema con el monitoreo, con la trazabilidad en la ganadería, etcétera. Pero esto no es suficiente.

Von Hildebrand, en una de sus visitas a la Amazonía, en 1973. Foto: Archivo Fundación Gaia.

También necesitamos alternativas económicas para el bienestar de la gente porque en las áreas urbanas, sobre todo, tenemos los índices más graves de pobreza en todos estos países. En las áreas rurales, generalmente, los indígenas, los campesinos se protegen mejor, pero tenemos los incendios, tenemos las sequías, que ya son un problema global, y que no es un problema que podamos manejar nosotros aquí nomás. Es un problema de cambio climático global, que también va a ser muy complicado. Entonces la situación es bien complicada. Pero en pocas palabras, diría que estamos buscando llegar a unos acuerdos entre los ocho países para colaborar, cooperar para el funcionamiento y la protección del funcionamiento de la Amazonía. Creo que podemos llegar a acuerdos sobre seguridad. Si ya llegamos a estos puntos, yo creo que estamos avanzando mucho.

-Con respecto a la seguridad, ¿la solución es a través de un enfoque policial y militar o debería ir por otro lado?

-Hay que ir por todos lados. La cuestión policial es fundamental. Si no tenemos las leyes y las bases jurídicas, tampoco podemos ni retener ni controlar. Necesitamos todo un sistema de monitoreo. Necesitamos alternativas económicas para que la gente no tenga el interés o la necesidad de integrarse en lo ilegal. Necesitamos mayor gobernanza local. En fin, es mucho más complejo y la policía es fundamental. Pero es puntual. No se puede esperar que ellos resuelvan el problema. Ellos siempre tratan de controlar.

-¿De dónde deberían salir estos recursos? ¿De la cooperación internacional?

-Se ha planteado condonar las deudas externas y de esa manera asegurarse que la plata ya está aquí porque no hay que mandarla afuera para pagar. Es una posibilidad. Otra sería la cooperación, pero sabemos que ha sido muy complicado y lo vimos ahorita en (la cumbre de cambio climático en) Bakú. Uno de los problemas que tenemos es que vamos a la COP30 y parece que se habla más de plata que de otra cosa. Los científicos ya dijeron lo que hay que hacer. Hay alternativas económicas locales que no van a alcanzar, pero sí aportan muchísimo, como puede ser los créditos de carbono, como pueden ser alternativas económicas locales, empleo que se puede generar con la transición a energía limpia o agua potable, manejo de residuos sólidos o alternativas económicas como el turismo. Toca construir con todo.

“El territorio no es la tierra. El territorio es su identidad, es su cultura, son sus sitios sagrados, están sus ancestros. Ellos son hijos de la tierra Madre. Esa visión de ser hijos de la tierra es muy fuerte en ellos”, afirma von Hildebrand. Foto: Archivo Fundación Gaia Amazonas.

La búsqueda de un gobierno amazónico

-Usted ha dicho que las soluciones tienen que ser grupales o colectivas. ¿Qué respuestas cree que deberían estar pensando los países colectivamente?

-Creo que inicialmente tienen que pensar en el concepto: miremos el Amazonas como un gran sistema. Entendamos que lo que se hace en el este afecta al oeste y lo que hace en el sur afecta al norte y viceversa. Si queremos salvar la selva… la tenemos que salvar porque si no las consecuencias son gravísimas. Si perdemos el Amazonas, perdemos la posibilidad de mantenernos por debajo de los 2, 2.5 grados de temperatura porque la selva también mantiene la temperatura más baja. Además de que perdemos los ríos voladores, la biodiversidad. No podemos darnos el lujo de perder la selva sin una consecuencia muy grave para el planeta y para todos nosotros. En segundo lugar, tienen que pensar en la inseguridad, tanto social como ecosistémica, si no lo manejamos en todos los países no lo vamos a lograr. Otro tema es la contaminación, especialmente por la minería ilegal, que utiliza muchos químicos que están fluyendo hacia el agua.

-Si tuviera que hacer un diagnóstico de la situación actual de la Amazonía, ¿qué diría?

-Te diría dos cosas. Resalté la participación de la sociedad civil en términos amplios. Los gobiernos no pueden hacer esto solos. Por lo tanto, hay que crear conciencia y darle posibilidades a la gente de que participe y que también tenga cómo participar. Pero yo iría más a fondo: uno de los problemas fundamentales que tenemos es nuestra visión occidental del desarrollo, nuestra visión de la naturaleza. Nosotros vemos a la naturaleza como una colección de objetos, como algo diferente a nosotros que podemos explotar y utilizar según nuestros planes de desarrollo o según los términos de bienestar que estemos buscando. Los indígenas que viven aquí desde hace miles de años no son gente primitiva ni atrasada, sino que se trata de culturas sofisticadas, muy golpeadas, con un gran conocimiento del medio ambiente y de la comunidad y la vida social. Esta gente muy digna y muy golpeada en el conocimiento dice: “Somos naturaleza”.

Ellos ven la naturaleza no sólo como una comunidad a la cual pertenecen, sino como una comunión de sujetos. Todo está interrelacionado y es una gran comunión. Una visión de que somos naturaleza y convivimos con la naturaleza. Es importante cuando hablamos de una sola salud, la salud con el medio ambiente y el ser humano, que es también un poco lo que está detrás de las pandemias, el haber descuidado eso. Pararnos y ponernos a nosotros en el centro, eso no va a resolver el problema. Hay que poner la vida en el centro.

“Yo tuve el privilegio de estar en un lugar muy aislado, muy tradicional. Pude pasar mucho tiempo sentado en las malocas mascando coca y pensando con ellos”, contó von Hildebrand sobre sus experiencias con pueblos indígenas de la Amazonía. Foto: Archivo Fundación Gaia.

-¿Qué le pediría a los gobiernos de los ocho países?

-Creo que los presidentes fueron muy claros en la cumbre de Belem do Pará, en agosto de 2024. Sacaron una declaración con unos puntos muy claros, los cuales yo he venido repitiendo: la necesidad de seguridad, las alternativas económicas, las necesidades de financiación, la necesidad de la participación de la sociedad civil en términos más amplios, parar la deforestación, evitar el punto de no retorno, la restauración, etcétera. Ahora, claro está, que no es suficiente, porque hay presiones globales del cambio climático, de responsabilidades de otros países y otras partes del mundo donde emiten carbono, suben las temperaturas, se repiten los fenómenos de El Niño, de La Niña y todo eso nos afecta muy fuertemente. Aunque hagamos lo máximo por la Amazonía, si seguimos con el calentamiento global, se seca la Amazonía y se quema. Los países necesitan apoyo técnico y financiero.

De amenazas, éxitos, metas y esperanza

-¿Cómo describiría la situación actual de los pueblos originarios en la Amazonía?

-Mira, eso varía mucho según los países. Hay unos países que les han reconocido muchos más derechos y otros un poquito menos. Se han reconocido más territorios. Brasil ha reconocido mucho, Colombia ha reconocido mucho, otros países un poco menos. Los pueblos indígenas están luchando por su participación, pero también están luchando y conscientes del cambio climático y de que ellos están cumpliendo un papel importante en la conservación del medio ambiente. Ellos tienen, si no me equivoco, del orden de 28 millones de hectáreas, eso es un cuarto de toda la región amazónica. Ellos son un poder real. No podemos avanzar sin sentarnos con ellos a la mesa. No sólo para la repartición de beneficios, sino para escucharlos y para tratar de entenderlos, para que ellos participen en el desarrollo regional.

-¿La situación de los pueblos indígenas, entonces, ha mejorado en la Amazonía a pesar de los problemas que enfrentan? Los ve mejor organizados…

-Hay mucha más normatividad que los apoya. No siempre se aplica la normatividad, pero la hay. Por otro lado, están los presidentes que dijeron que tienen que participar los indígenas y es muy claro que se hicieron unas resoluciones para la participación indígena en la Justicia. Tenemos los canastos, pero en muchos casos hay que llenar esos canastos

-¿Podría compartirnos alguna de las enseñanzas que usted más valora y que le ha dejado conocer a los pueblos originarios?

-Mira, yo creo que lo que más valoro es que me cambió mi visión del mundo. Veo y entiendo que soy parte de la naturaleza, que es un gran conjunto de la cual todos dependemos y vivimos. Me impone mucha claridad, no podemos seguir explotando la naturaleza sin llegar a la destrucción del planeta. Me puso mucha claridad de que son pueblos sofisticados. Hay diferentes formas de ser un ser humano y ellos tienen su forma, su civilización, su cultura. Y esa cultura realmente es muy, muy importante y de mucho valor. Me ha enseñado que lo más importantes del mundo no somos nosotros. Es un privilegio extraordinario que aquella gente que aún tiene esa claridad aún existan y haya podido sobrevivir hasta la fecha. Evidentemente tenemos que hacer un esfuerzo enorme por apoyar esas culturas y no negarlas. Nuestra visión de sociedad, de consumo y nuestra visión bastante colonialista de expansión tiende a menospreciar a los indígenas y a tratar de integrarlos en la sociedad de consumo, que es precisamente lo que nos está creando los problemas.

Vista de la Amazonía en el Guaviare, Colombia, desde Cerro Azul. Foto: Laura María Villarraga Ariza.
Vista de la Amazonía en el Guaviare, Colombia, desde Cerro Azul. Foto: Laura María Villarraga Ariza

-Usted ha contado en su libro El llamado del jaguar que llegó a la Amazonía porque lo mandan, su mentor lo envió allí. Pero antes de eso existía en usted el interés por la antropología y por los pueblos originarios. ¿Cómo nació ese interés?

-Pues mira, yo creo que en mí nació sin darme cuenta, sin conciencia que era con los indígenas. Pero mi madre era irlandesa. Irlanda es un país que ha sido colonizado durante 500 años por los ingleses y se liberó el siglo pasado. Es un pueblo que luchó por la tierra, por su cultura y su reconocimiento y por tener un gobierno autónomo. Yo estudié en Irlanda, en la universidad y yo sentía esto muy fuerte y lo siento en su música, lo siento en su cultura, en su tradición. Y cuando encontré a los indígenas también sometidos, negados, sin ningún derecho ni a la tierra, cuando no se reconocía su cultura y mucho menos tenían un gobierno, yo sentí una fuerza interna que me decía “caray, hay algo que tienes que hacer”. Pensé que podía avanzar en dos años y se me fueron 50, pero se logró, se logró con ellos. Yo no estoy diciendo que lo logré solo, ni mucho menos, se logró con ellos y con otros, pero sobre todo con ellos.

Es esta lucha por la descolonización. El derecho a ser diferente. El derecho a ser uno mismo. El territorio no es la tierra. El territorio es su identidad, es su cultura, son sus sitios sagrados, están sus ancestros. Ellos son hijos de la tierra Madre. Esa visión de ser hijos de la tierra es muy fuerte en ellos. Yo tuve el privilegio de estar en un lugar muy aislado, muy tradicional. Pude pasar mucho tiempo sentado en las malocas mascando coca y pensando con ellos.

Atardecer en la Amazonía peruana. Foto: Rhett A. Butler

-¿Qué le gustaría concretar cuando finalice su cargo en la OTCA?

-Tener unas bases bien montadas para el funcionamiento de la selva, que haya conectividad, que haya protección, que haya recursos necesarios para trabajar y bienestar de la gente, tanto en lo urbano, para sus necesidades básicas, y en lo rural para el bienestar de las comunidades. Y lo otro que me parecería fundamental si se lograra es que se respete más a fondo, se comprenda y se respete la importancia del conocimiento indígena y su aporte a la humanidad.

Delfines grises (Sotalia fluviatis), también conocidos como Tucuxi, en la bocana del río Aguarico y el río Cocaya, en la Reserva de Producción Faunística Cuyabeno, en la amazonía ecuatoriana. Foto: Michelle Vela / WWF Ecuador

-Si usted asume este rol es porque tiene esperanzas….

-Yo creo que tengo bases concretas, pero también bases concretas que me pueden cuestionar lo que digo. Yo he sido siempre de la mentalidad de que si tengo una visión, un sueño, lucho por ello. Yo entro y hago todo lo que puedo para que eso sea una realidad. Y como le digo, me ha ido bien. No sé cómo me seguirá yendo. Las contrafuerzas son enormes porque estamos llegando al punto de no retorno. Comienza a colapsar la selva. Yo creo que hay que luchar, hay que hacer el esfuerzo máximo por lograrlo. Ese es mi compromiso, hacer el esfuerzo por lograrlo. No sé si voy a triunfar o no, pero sé a dónde quiero llegar, a donde creo que es importante llegar.

-De aquellos momentos, usted ha escrito mucho. ¿Cuál se le viene como con mayor cariño en este momento?

-Cuando llego por primera vez y me preguntan que cómo es el mundo de donde vengo y explico el invierno y el verano y les hago un dibujo, un esquema en la tierra con el sol y la tierra y me escuchan con mucha paciencia y mucha atención. “Eso es lo que ustedes blancos llaman una explicación. ¿No? ¿No tiene un cuento?” Les cuento el rapto de Perséfone, el mito griego. Pero ahí me doy cuenta. Mire, la vida es contando cuentos.

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