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Paraíso Paracas / Paracas

En Paraíso Paracas reinan Annika y Azul, las hijas, las polluelas, de Lucho Vereau y Anahí Morcos, hijos del desierto los dos y habitantes también de ese país con el que no dejo de soñar: en paz, cuidadoso de sus patrimonios, sereno y poblado por ciudadanos respetuosos de la Madre Tierra y de todas las criaturas que la habitan. A los cuatro y también a Pablito, un cronopio envuelto en un traje de avezado pescador que los asiste en mar y tierras, los suelo visitar con frecuencia para insuflar mis pulmones con aires nuevos y poder otear con alegría el futuro que nos ha ido llegando.

En Paraíso Paracas, una playita al lado de un mar escandalosamente bello que sabe esconder en sus fauces las conchas de abanico más sabrosas del Pacífico sur, los cinco náufragos de este relato conviven con una manada de perros y todas las aves -y los peces y los mamíferos y los reptiles y los caracolitos…- que han hecho de la Reserva Nacional de Paracas una suerte de Galápagos, un Edén natural de insuperable belleza, en  esta parte del océano que compartimos.

Turismo con sentido, turismo responsable y consecuente.

Vereau, de buena casta le viene al galgo, tour conductor, periodista de viajes, empresario todo terreno, sibarita, bebedor de pisco y amigo de medio mundo, arreó sus velas en Paracas para sumarse a la aventura que su suegro, Amín Morcos, maricultor de los bravos, había empezado hace una pila de años en un lindero de la bahía de la Independencia, lo repito, de una hermosura y trascendencia indescifrables. Allí, el trotamundos y la empresaria acuícola han sabido compatibilizar el negocio de las conchas de abanico, el criadero de los Morcos es uno de los primeros en esta franja litoral, con la aventura, el turismo  contemplativo y los deportes  acuáticos en el apacible mar que están cuidando con ahínco de la avaricia de quienes creen que los recursos que nos da la Mamacocha son infinitos.

Qué equivocados que están.

El camping de los Vereau-Morcos es de una sencillez ejemplar. Si al otro lado de la bahía se reproducen los hoteles cinco estrellas y las regias residencias que podrían replicarse en la Costa Azul o en las orillas del lado di Como, en Paraíso Paracas los paredes, las estanterías y el resto del mobiliario parecieran haber sido rescatados de un naufragio. “La idea es sencilla, me lo ha comentado el propio Vereau, para qué traer de Lima lo que no hace falta en este litoral, aquí la felicidad se consigue de otra manera”.

Don Pablo y el mar… también la buena conversa y las evocaciones

Sí. Lo que se ofrece en Paraíso Paracas es sutil: tan solo un lugar acogedor para acampar o, si no hay tiempo ni motivos para el pernocte, para pasar el día viendo como se escurren las horas siendo parte de de un paisaje inalterado y lleno de luces. Claro, comiendo rico, riquísimo, de los productos que regala el apacible, en apariencia, mar de Paracas. En eso la destreza culinaria de Lucho Vereau es inconfundible: sus conchas a la parmesana, gigantescas y jugosas, se han vuelto un clásico en estas tierras, ni qué decir de su afamada paella de mariscos. Sé de algunos contertulios que recorren semana a semana los 247 km que nos distancian de Paracas con el propósito de rendirle pleitesía a los fuegos y sartenes del cocinero mil oficios.

La paella de Paraíso Paracas, un clasico: frutos del mar y frutos de la tierra iqueña.

Pero de comer no solo se trata la experiencia que nos proponen estos magníficos anfitriones. Don Lucho y don Pablo, también Anahí, son expertos en tejer propuestas imperdibles:  como avistar emplumados desde tierra y mar adentro; explorar el desierto que recorrieron a su antojo los Paracas de hace tres mil años; kayakear en dirección al Sequión, la inalterada marisma donde se posan las parihuanas y el sol del atardecer o navegar en la lancha que utilizan en el campin para recoger las conchas, las Argopecten purpuratus de sus antojos o en el espléndido velero acoderado a pocos metros del continente. O bucear en  el océano prístino y lleno de vida de la bahía, o bicicletear de lo lindo. Eso y también tomar por asalto uno de los tantos paddles  a la espera de un buen jinete o simplemente rezongar, panza arriba, pensando en las musarañas. O en la cuadratura del círculo.

En el mar la vida es más sabrosa

De las propuestas mil que han ido naciendo al calor del resurgimiento y larga vida del turismo peruano, la de Paraíso Paracas es una de las más heterodoxas y vitales que conozco. Por eso la recomiendo. Por eso y porque en el reino de Annika y Azul la felicidad está al alcance de un suspiro…

Y de suspiros está compuesta la vida que nos merecemos…

Despetar y observar a un ladito, flamencos. Todo es posible en Paraíso Paracas.
Las mitológicas conchas a la parmesana de Lucho Vereau, qué delicia…
En el reino de Annika y Azul
Todos los deportes náuticos, todos.

Paraíso Marino
Primer criadero de conchas en la Bahía de Paracas, Ica – Perú
Carretera al puerto San Martín altura km 36
Reserva Nacional de Paracas
Telf. 959 370 534
lvereauvallejo@gmail.com

Campamento en la playa. Ideal para camping, caravaning, sailing, diving, seakayak, stand up paddle, birdwatching. Deportes y recreación. Slow Travel.

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