Mi opinión
Me encantó este texto –y también las fotos- de esta pequeña historia que Jaime Quiroz acaba de subir a su blog con el propósito de visibilizar, como él mismo me lo dice, a esos peruanos –niños y adultos- que suelen estar fuera del foco de los reflectores que el turismo hace tiempo encendió en el más famoso de nuestros lagos.
Estoy de acuerdo con él, el turismo no es ni debe ser la tabla de la cual asirse que les queda a los pobladores del Perú más abandonado a su suerte, ese que pareciera vivir eternamente en el naufragio. Comparto por eso su reclamo y su porfía: el Estado tiene que llegar de una vez por todas a este rincón del Titicaca. Y a tantos otros más.
A propósito de esa zona, acabo de recorrer una de sus márgenes, la hermosa y nunca bien ponderada ruta vial Puno – Desaguadero, en la frontera con Bolivia, y en todo momento no dejó de llamarme la atención la profusión de obras públicas en cada una de las localidades que fui reconociendo, al vuelo, desde mi combi.
Caray, bermas centrales por doquier, estadios colosales, canchas de fútbol con pasto sintético, locales para el funcionamiento de varios Institutos Superiores Tecnológicos recién inaugurados, cercos perimétricos para ferias ganaderas, cementerios, palacios municipales, hasta un puma en versión Calca en una de las plazas centrales que se alzan en medio de la puna.
De todo como en botica, como para creer que el centralismo limeño –y puneño- decidieron de consuno ponerse por fin las pilas para contrarrestar un poco su histórico desbalance. Pero como en Canas o en las selvas del Marañón, ese progreso medible en cubos de cemento y metros de vigas de acero no está generando desarrollo. En todo caso no está llegando a todos.
Son solo las torpes muestras, las tristes evidencias, como dice Alberto Vergara, de “un país embalado y sin norte” que no es capaz de garantizar que sus hijos, los más pequeños, los más desamparados, tengan los dientes sin caries y una mejor sonrisa.
En fin, gracias Jaime por este recorrido por las otras islas de la patria.
Estando por un par de días en Puno tuve la ocasión de visitar Kapi Cruz Grande de los Uros ubicada como a 30 minutos de las turísticas Islas de los Uros.
El turismo es una actividad que trae mejoras económicas pero que al sobre-explotarse transforma a la identidad del pueblo en un cascarón útil para el comercio. Hicimos un breve paso por los cientos de Uros Shopping Mall, todos más de lo mismo, disneylandia en el lago. ¿Cómo crear algo de valor que no se sienta como un aplastante mensaje de cómprame? Pero en Kapi Cruz de los Uros no hay turistas, solo mucha pobreza.
Revisando datos de la isla me encontré con que hace un año se incendiaron los totorales y algunas casas resultaron afectadas. Pareciera algo simple y poco importante, pero para ellos el totoral es la vida. Las casas, el piso, casi todo es de totora y maderas.
Ví una instalación de un tanque de agua elevado junto al colegio (imagino lo habrán puesto como parte de las mejoras para la recuperación de la isla), pero no ví las tuberías de la bomba, ni la bomba, ni las tuberías hacia dónde iría esta supuesta agua y menos una fuente de agua potable. Que obviamente no hay.
Un par de salones para los chicos de primaria, un par de profes que van y vienen todos los días en bote de Puno. No hay educación inicial, antes de los 6 años están a cargo de sus padres que los dejan andar por ahí y de los profesores que a pesar de que no es su trabajo les entretienen haciendo algo en clases. Niños con desnutrición, sus dientes enfermos a tan corta edad es un claro indicador de la mala alimentación, mala higiene y ninguna campaña de prevención del estado. Un programa con una visita anual por lo menos les salvaría sus dientes y el dolor constante que una picadura dental produce y que con el que de seguro conviven.
Un poco de diálogo para enterarme de dónde estoy con unas señoras que cocinaban su almuerzo:
¿Qué está preparando? – Sopita. Me levantaron la tapa de la olla y era un sopita de pescaditos del lugar, con papa y cebolla. Un pescadito de 12 cms para cada uno es la ración.
¿Y hay pescado? (la pesca es su medio de subsistencia) – Hay poco, cada vez menos. La contaminación es una razón, y peor aún en estos días sin lluvia y en veranillo que hace que el lago esté un poco más bajo de lo normal.
¿Y la papa de dónde? – La traemos de Puno, hacemos trueque con pescado.
Así es la comida diaria. Algunas gallinitas y un tipo de garza gris que se acostumbra cazar, aunque también las tienen en crianza
¿Qué tal sabe? (la garza) – Riquísima. Una escopeta “hechiza” a perdigones sirve para cazarlas.
¿Y van a ver el fútbol? (juega la selección hoy) – En blanco y negro, hay una sola (para todos).
La energía asumo que hay, porque ví por ahí algunos paneles solares instalados.
Detrás de los lindos y publicitados Uros, casi íconos del turismo de Puno, a dónde los turistas llegan por cientos por día, y de los cuales depende en parte los cientos de botes turísticos, los otros Uros están abandonados a su suerte por el gobierno local que poco o nada hace por ellos.
El turismo no es necesariamente la solución, partir de cero y entrar en la competitividad de servicio es una curva de aprendizaje muy larga, ellos necesitan urgentemente otro tipo de desarrollo, pero por sobretodo para comenzar mucha mejora en servicios de salud y educación.
Buen viaje!