Mi opinión
Se cumplieron hace unos días cuarenta años de la repentina muerte de Félix Rodríguez de la Fuente (1928-1980), el periodista español que se elevó sobre sus pares para advertirnos de la necesidad que teníamos como civilización de cuidar la vida silvestre en todos los confines del planeta.
Rodríguez de la Fuente fue un visionario, un terrícola atento a los problemas de su tiempo y la relación que muchos de estos problemas tenían con el equivocado modo con el que nos estábamos vinculando con la Tierra. Para los que no han escuchado su nombre, les cuento: hace muchísimo tiempo, cuando la televisión empezaba a convocar por primera vez a los habitantes de la aldea global, un empecinado aficionado a la cetrería accedió a ella, en Madrid, para poner en la agenda ciudadana temas que hasta entonces parecían irrelevantes: la vida silvestre en la península ibérica primero y en Europa y el mundo entero, posteriormente.
Eran tiempos, tanto en el Perú como en España, de dictaduras y poco apego a la razón. Pese a ello, Rodríguez de la Fuente se elevó sobre el statu quo y las medianías para mostrarle al gran público la belleza que vibraba en los campos y campiñas y los peligros que acechaban al planeta si seguíamos jugando todas nuestras cartas, como hemos venido haciéndolo y sin parar, al desarrollismo en boga y al crecimiento económico sin sostenibilidad.
En la tele, pero también en la radio y el diarismo, la voz de este conservacionista y etólogo autodidacta ganó audiencias impensables y su magisterio creció de tal forma que en pocos años -fines de los sesenta, principios de la década siguiente- fue considerado como el español más conocido en el mundo después de Franco. Tenía un carisma inusitado y una prosa verdaderamente poética. A Perú llegaron sus programas de TV y también una revista de fauna silvestre en que fungía como director, de apenas 24 páginas y fotos que hoy parecen tomadas por aficionados pero que entonces suscitaban rebeldías y una militancia absoluta en tiempos mejores. Por allí he leído que más del 80 por ciento de los chicos que estudiaron biología y ciencias afines en la España de su época lo hicieron atraídos por sus mensajes y su pasión por la naturaleza y el futuro que nos merecemos.
Mi generación lo veneró de inmediato y lo hizo su portaestandarte: crecimos leyendo la Enciclopedia Salvat de la Fauna, el primoroso compendio natural escrito por Rodríguez de la Fuente y una serie de aficionados notables dedicado a la vida silvestre y no dejamos de ver sus programas televisivos que se pasaban en Lima y el resto del mundo en las horas estelares.
Se dio maña, entre tantos encargos, de fundar la sección española World Wildlife Fund (WWF) y su prédica a favor de especies emblemáticas, como el lobo y el lince ibérico, contribuyeron a su salvación. Gracias a él se crearon zonas de protección en todo el país e iniciativas de conservación que hasta ahora se recuerdan. Cuando su fama traspasó las fronteras de su país, Félix empezó a viajar por el mundo para grabar programas y documentales que vimos con entusiasmo y ganas de cabalgar el mundo. Precisamente en una de sus aventuras por el planeta que amaba tanto le alcanzó la fatalidad. Rodríguez de la Fuente murió en Alaska al precipitarse la avioneta en la que viajaba al lado de su equipo de filmación cerca de una aldea inuit hace cuarenta años. Fue una tragedia para su familia y la humanidad. Hoy aquello es más claro que nunca…
Les dejo la nota evocativa que escribió hace unos días Juan Carlos del Olmo, discípulo del maestro y director actual de WWF-España.
Félix vive y su mensaje es más actual que nunca
Por Juan Carlos del Olmo /WWF España para El Ágora
Pionero, visionario y carismático, Félix Rodríguez de la Fuente cambió la sociedad española y sensibilizó y movilizó a toda una generación de niños y jóvenes en un momento de pleno desarrollismo en el que muchas especies hoy protegidas eran consideradas alimañas y perseguidas. Como fundador y vicepresidente de ADENA-WWF, luchó sin descanso para cambiar mentalidades y crear las primeras leyes de conservación de la naturaleza. Cuarenta años después de su muerte, su voz sigue fresca y viva, y su mensaje vigente, más urgente y necesario que nunca.
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Me siento muy orgulloso de pertenecer a la Generación Félix (GF), una generación de chavales que crecimos sintiendo a Félix Rodríguez de la Fuente como a alguien muy cercano y familiar que cambió nuestra forma de ver el mundo y la necesidad de protegerlo. Con su seductora y enérgica voz nos dejamos asombrar con las maravillas de la Naturaleza que nos invitaba a descubrir, despertándonos el amor y lo que es aún más importante, el compromiso de defenderla.
Hoy que los jóvenes de todo el mundo salen a las calles para exigir acciones contra el cambio climático es importante recordar que hace 40 años en España miles de jóvenes se formaron, organizaron y movilizaron para defender la naturaleza inspirados por Félix Rodríguez de la Fuente. De hecho buena parte de los ecologistas más activos de nuestro país en los últimos años pertenecemos a esa generación.
No lo conocí personalmente, pero a través de los medios de comunicación me encontré con el Félix aventurero, científico y divulgador. No fue hasta llegar a la dirección de WWF España (antes ADENA), cuando investigando en sus archivos,descubrí a Félix como un activista completo, activista incansable, estratega, visionario y totalmente comprometido con la defensa del medio ambiente y del ser humano.
Félix fue un figura excepcional e irrepetible. Su pasión y carisma hicieron de él un referente público y un maestro de la comunicación capaz de agitar conciencias, de influir en la sociedad de su época y de convencer al Gobierno del final de la dictadura y de la transición a la democracia para que aprobaran las primeras leyes de protección de la naturaleza española. Fue fundador y vicepresidente de ADENA, la organización pionera en la educación ambiental, las campañas públicas, el activismo y los proyectos de conservación sobre el terreno contribuyendo a cambiar la percepción de la sociedad hacia nuestro entorno.
Félix en la fundación de ADENA
Cuando en 1967 Peter Scott, fundador seis años antes de WWF, recibió la propuesta de crear una delegación en España, Félix Rodríguez de la Fuente era ya un joven naturalista conocido como el “amigo de los animales” que cautivaba con sus intervenciones a la audiencia del programa Fin de Semana.
Peter Scott recomendó contar con personas reconocidas por la sociedad española que dominaran los nuevos medios de comunicación y la causa de la defensa de la naturaleza, y surgió el nombre de Félix. Así, el 30 de julio de 1968, nacía ADENA, con Félix Rodríguez de la Fuente como vicepresidente al tiempo que dirigía Fauna, su propio programa de televisión. Después vendría Planeta Azul y en 1973 El Hombre y la Tierra, que le convirtieron en una de las personas más populares y queridas de España.
En un momento en que el asociacionismo estaba prohibido en España, ADENA fue una auténtica novedad por ser la primera dedicada íntegramente a la defensa de la naturaleza y su reconocimiento creció en paralelo a la popularidad de Félix, llegando a contar en poco tiempo con decenas de miles de socios, algo inaudito en aquellos años.
Con ADENA-WWF como arma, Felix no dudó en denunciar la destrucción de la naturaleza y en activar a jóvenes y adultos para defenderla en cada rincón de España.
ADENA-WWF con Félix como vicepresidente, se enfrentó a las políticas de los controvertidos ICONA (Instituto para la Conservación de la Naturaleza) e IRYDA (Instituto Nacional de Reforma y Desarrollo Agrario), y declaró la guerra al uso masivo de la estricnina y a las Juntas de Extinción de Alimañas y Protección de la Caza, que desde 1953 diezmaban por orden gubernativa águilas, buitres, linces, nutrias, lobos y cualquier especie que no fuera considerada útil o cinegética.
De hecho, gracias a las campañas de denuncia y la presión pública la Ley de Caza de 1970 introdujo por primera vez el concepto de especie protegida, retiró la recompensa por matar animales dañinos y acabó con las juntas provinciales de extinción.
Hermano lobo y enclaves únicos
Félix fue un apasionado de las rapaces pero fue al lobo, la especie más odiada y perseguida en la España rural de la época, a quien Félix y ADENA dedicaron un esfuerzo mayor. Mientras en televisión contaba “la verdad del lobo”, desde ADENA hacía campaña hasta convencer al Gobierno para que el carnívoro gozara por primera vez de un mínimo estatus legal. Gracias a ello el lobo no se extinguió, algo que ya había ocurrido en casi toda Europa Occidental.
Con Félix a la cabeza, ADENA creó el Refugio de Rapaces de Montejo de la Vega, la primera iniciativa de custodia del territorio en España, y se opuso a la destrucción de enclaves tan valiosos como Las Tablas de Daimiel o Doñana y promovió la protección legal de lugares como el archipiélago de Cabrera.
El Club de Linces: los cachorros de Félix
Félix trabajó sin descanso para formar a la nueva generación (GF) de jóvenes españoles, en el amor y el respeto a la naturaleza, animándonos a defenderla mediante la creación del Club de Linces de ADENA, que en muy poco tiempo contó con la participación entusiasta de miles de niños y niñas, que nos reunimos en una red de 130 grupos de jóvenes convertidos en vigilantes y protectores de nuestro entorno.
A través de la revista de ADENA animaba a los más jóvenes a organizarse y a luchar por la vida natural: “… a formar parte de nuestra gran familia, la familia del amor y la protección de las criaturas salvajes, que tiene miembros en todo el mundo, y que un día no muy lejano cambiará la faz de la Tierra…”, “…hacia eso debemos caminar nosotros, queridos linces, esa debe ser nuestra misión, incidir en la Sociedad para que los hombres comprendan que si acaban con la naturaleza acabarán con ellos mismos”.
Félix creía firmemente en la necesidad de que niños y niñas experimentaran el contacto directo con la naturaleza para conocerla y respetarla. Para ello, ADENA puso en marcha los primeros campamentos de verano en las hoces del río Riaza y todos los veranos Félix convivía unos días con los acampados, haciendo excursiones y compartiendo con ellos historias junto a la hoguera, sentando así las primeras bases de la educación ambiental en España.
Visionario de la conservación y adelantado a su tiempo
Gracias al estudio continuo y a sus viajes, Félix Rodríguez de la Fuente desarrolló una visión global e integradora del ser humano y la naturaleza adelantada a su tiempo. En un momento en que solo algunos expertos y entidades como el Club de Roma eran capaces de predecir nuestro impacto sobre La Tierra, él ya hablaba del Planeta Azul y de La Tierra como un solo organismo vivo y alertaba desde ADENA de amenazas a escala global como: contaminación, plásticos, pesticidas, destrucción de los ecosistemas, consumo desmedido de recursos naturales, deshumanización de las ciudades o la desaparición del mundo y la cultura rural, y el acoso a etnias y pueblos indígenas.
Un ejemplo de ello es que unos días antes de viajar a Alaska, Félix presentó en Madrid en presencia de las máximas autoridades del país, la primera Estrategia Mundial para la Conservación de la Naturaleza, un documento, elaborado por el PNUMA, UICN y WWF, que recogía por primera vez las amenazas y estrategias necesarias para salvar la naturaleza ante la presión creciente del hombre, sentando las bases de lo que hoy conocemos como desarrollo sostenible y marcando la ruta a seguir.
Cuarenta años después, todo lo que nos enseñó sigue vivo y su pasión y fuerza es más necesaria que nunca. Hemos conseguido avances importantes, pero las amenazas son cada vez mayores. Por eso creo firmemente que los defensores del medio ambiente sólo tendremos éxito si sabemos transmitir a la sociedad, como Félix hizo, la emergencia de actuar y la sinrazón que supone malgastar el capital natural y la belleza extraordinaria que hemos heredado.
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Juan Carlos del Olmo es secretario general de WWF España
[HOMENAJE] “Félix Rodríguez de la Fuente era una fuerza de la naturaleza, en todos los sentidos”