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Sobrevuelo en la Amazonía: el rastro de los depredadores

Mi opinión

Nelly Luna, periodista especializada en temas ambientales y desde hace mucho estudiosa muy acuciosa de las rutas del oro ilegal, sobrevoló hace unos días Madre de Dios con el propósito de observar el impacto de la explotación aurífera en el bosque de lo que alguna vez fuera la capital de la biodiversidad del Perú y lo que vio no ha hecho más que confirmar lo que la prensa independiente viene denunciando desde hace buen tiempo: la actividad minera se ha desbordado en Madre de Dios -corredor minero, áreas naturales protegidas y territorios indígenas, incluidos- como consecuencia, entre otras cosas, de la docilidad, por no decir complicidad, de un gobierno que facilita el lavado del mineral arrancado a la mala de las entrañas de la tierra, vale decir la conversión del oro extraído valiéndose de cualquier modo en oro legal, a través de mecanismos dolosos como el Reinfo, el tristemente célebre Registro Integral de Formalización Minera, una herramienta creada para facilitar la formalización minera que se ha convertido en la patente de corso para que el crimen organizado y los capos del negocio aurífero actúen a sus anchas. Les dejo su testimonio, la solución del drama que aqueja a la Amazonía peruana no pasa por el incremento de los ocasionales bombardeos a las dragas que operan en cauces fluviales, cochas y riberas de río, detrás del negocio ilícito, como afirma la directora de OjoPúblico, se esconden mafias que han logrado copar las más altas esferas del gobierno nacional, si no se actúa en esos estamentos del Estado poco es lo que se va a avanzar en la tarea urgente de recuperar esas zonas liberadas por la delincuencia que se ha enseñoreado y hace lo que quiere en grandes porciones del territorio nacional.


Una artículo de opinión de Nelly Luna, OjoPúblico

Desde aquí arriba es posible imaginar lo que un águila harpía (Harpia harpyja) ve cuando sus alas cortan el viento: las copas de los árboles, como brócolis gigantes, troncos escapando del suelo en busca de luz, serpenteantes ríos dorados; decenas, cientos, todas las tonalidades del verde nacieron aquí en la Amazonía. Volando a esta altura en una nave militar, abriendo la escotilla que se encuentra bajo su panza, podemos contar árboles, creernos pájaros. Y al mismo tiempo, conocer el rastro de los depredadores más despiadados. 

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Después de sobrevolar un rato, los bosques se acaban, y dan paso a un cementerio de árboles: es la tierra despedazada por la codicia global que empuja la fiebre del oro. La voracidad por este mineral, que moviliza a nuestra especie desde hace siglos, está convirtiendo uno de los ecosistemas más ricos del mundo en un territorio fragmentado. Desde aquí arriba se ven islas de bosques acorralados por desiertos.

El sobrevuelo en Madre de Dios confirma lo que las cifras de comercio de oro, analizadas en una investigación transfronteriza de OjoPúblico, señalan: en la última década las exportaciones de oro ilegal en Perú se han incrementado. Una parte de este total salió de aquí, de las entrañas del bosque, y fue vendido libremente gracias a un fracasado sistema de formalización minera que se ha convertido en un mecanismo de blanqueo del oro ilegal del Perú hacia el mundo.

Sobrevuelo en los bosques de Madre de Dios organizado por la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible. Imágenes: FAP / FCDS
https://youtube.com/watch?v=UF2H5iUlY3s%3Fsi%3DbhPEuVnH_9RVSW-k

La minería ilegal existe porque tiene un mercado que lo compra y un mecanismo como el Registro Integral de Formalización Minera (Reinfo) que facilita el lavado. De nada sirven las intervenciones en el campo y la persecución a los mineros informales que operan directamente en la zona (los eslabones más débiles de esta cadena), si el gobierno de Dina Boluarte continúa permitiendo el blanqueo del oro ilegal con el pretexto de una formalización que no funciona, si el Congreso termina eligiendo como su presidente a un parlamentario que impulsa más ampliaciones del registro; y si, aún conociendo todo esto, hay un mercado dispuesto a importar este oro sucio. 

Sobrevolando Madre de Dios podemos contar árboles, creernos pájaros. Y al mismo tiempo, conocer el rastro de los depredadores.

Son tan depredadores los que directamente deforestan el bosque, como también lo son la presidenta y su gobierno que mantiene un sistema de control roto, el Congreso que impulsa la permanencia de ese mecanismo que sostiene el negocio ilegal y el mercado que compra este oro que devasta y envenena. 

Mientras en Perú a las autoridades no les importa encarar el tema, hay algunas iniciativas afuera que abren las puertas de la esperanza para controlar el blanqueo. La Unión Europea ha anunciado que, así como la norma que prohíbe la importación de productos agrpicolas que hayan generado deforestación “están diseñando una directiva de diligencia debida para evitar que se importen minerales de origen ilegal como el oro”, nos confirmó el embajador de la Unión Europea, Gaspar Frontini, que participó en el sobrevuelo.

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“Lo que hemos visto hoy nos interpela a todos. Si hay una lección que podemos sacar hoy es que debemos reforzar nuestra voluntad para cooperar con el Perú para frenar la deforestación”, comentó.

Además de Frontini, en este sobrevuelo organizado por la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS), también estuvieron los embajadores y consejeros de Reino Unido, Alemania y Noruega. Todos vieron desde arriba el avance de la destrucción. “Se necesitan mercados más conscientes”, enfatizó el embajador de Reino Unido, Gavin Cook.

Oro ilegal - Madre de Dios - OjoPúblico
PÉRDIDAS. La deforestación acumulada en Madre de Dios por la extracción minera es de 135 mil hectáreas. Foto Aldair Mejía / Ojo Público

“Dentro de poco tiempo los países más desarrollados ya no van a comprar más estos productos de áreas deforestadas y porque también es un requerimiento para entrar a la OCDE”, recordó la embajadora de Alemania, Sabine Bloch.

El avión con el que hemos sobrevolado los bosques vibrantes, pero también, la devastación, tiene la trompa de un tiburón: los dientes de este C26B que opera la Dirección de Vigilancia Amazónica (Divan) de la Fuerza Aérea Peruana parecen tragarse las nubes. En la panza lleva una cámara que graba e identifica las zonas de expansión de la minería ilegal. Pero su alcance es limitado: no puede contra las nubes; cuando las hay, sus sensores no ven nada. No tienen la tecnología que permita atravesarlas.

Esta dirección se creó el 2023 para monitorear las principales amenazas del entorno amazónico, y desde entonces, proporciona información a cualquier entidad del Estado que lo solicite, aunque no siempre se la piden, y no siempre tienen recursos para el monitoreo permanente.

Los oficiales que conducen la nave confirman que la situación está cada vez peor en la Amazonía. Si se interviene en un lado, rápidamente los mineros reemplazan sus motores y se desplazan a otro lugar. El área más crítica ahora está en el Parque Nacional Bahuaja Sonene, donde las dragas han invadido los ríos. La deforestación acumulada solo en Madre de Dios por la extracción minera es de 135,000 hectáreaas, y de esta cantidad, 51.000 hectáreas se registraron solo entre el 2019 y 2023, identifica un análisis reciente de Conservación Amazónica (ACCA).

Hace unos años, antes de la pandemia, en un sobrevuelo similar, en muchas partes era posible ver un horizonte verde más allá de las extensiones mineras. Una línea de frontera donde el bosque volvía a renacer. Hoy, en algunas zonas, ese horizonte no existe. La destrucción de los bosques crece al ritmo del alza histórica del precio del gramo del oro, de los intereses económicos y políticos de sus depredadores y de la violencia en el territorio.


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