Mi opinión
Un par de semanas atrás, Talía Lostaunau, Tali, y Carolina Butrich, Caro, las dos chicas que conducen con pasión y tremenda simpatía el programa de viajes 2 en Ruta no se imaginaban el revuelo que iba a causar el estreno del proyecto que maduraron durante varios meses con dos experimentados amantes de la aventura y las travesías todo terreno: el videasta Conan Muñiz y el fotógrafo Gabriel Herrara, amigos de esta casa.
Pero los pasos dados con firmeza, conducen siempre a buen puerto. El programa de TV que han lanzado al ciberespacio va ganando audiencias y sus primeras historias, breves, ágiles, bien narradas, de sus viajes por Pampa Hermosa y Paracas, están buenísimas, acertadas y las pueden encontrar en Facebook y en www.2enruta.net
Lo voy a decir con un poco de roche. Talía y Carolina son dos chicas limeñas que se han alimentado desde temprano de todo lo bueno que hemos sido capaces de generar los que desde hace tanto venimos insistiendo en conservar la naturaleza y las manifestaciones culturales de este país infinito que ellas quieren caminar y gozar con pasión y buena nota.
Por eso es que nos encanta el proyecto de estos cuatro viajeros nuestros. Lo recomendamos, somos sus hinchas.
Vivo para viajar y viajo para sentirme viva
Talía Lostaunau
He intentado recordar desde cuando empezó mi interés por los viajes pero no tengo respuesta. Lo que sí sé es que en algún momento empecé a viajar y después de eso no pude parar. Algunas veces organizaba los viajes con mucho tiempo de anticipación y una tremenda ilusión; otros viajes salían de un día para el otro. Algunos los hacía por algún curso de la universidad; otros teniendo que faltar a todos los parciales (y arriesgándome a que me dupliquen la nota del final), porque no podía perder la oportunidad de conocer un nuevo lugar.
Como dije, no sé cuándo empezó esta pasión, pero me llevó a tomar muchas decisiones acertadas. La primera decisión fue estudiar ingeniería forestal (la carrera con más salidas al campo de todas). Mientras estudiaba pude conocer casi todo el Perú y por placer seguí conociendo otros lugares dentro y fuera del país. Otra decisión importante vino después, cuando decidí hacer prácticas en una reforestadora que operaba en Pucallpa y Huánuco.
En cuarto año de universidad decidí matricularme al electivo de ecoturismo, y los 15 alumnos del curso nos fuimos a disfrutar de la Estación Paujil, en el Parque Nacional Yanachaga Chemillén. Cuando salí de la universidad decidí escaparme de Lima y me fui a trabajar a Juanjui, donde tuve la oportunidad de conocer el Parque Nacional Río Abiseo y la Concesión para Conservación el Breo, lugares que nunca voy a olvidar. Al volver decidí hacer mi tesis en ecoturismo en el Área de Conservación Privada El Cañoncillo, en la provincia de Pacasmayo, lugar que visité muchas veces mientras hacía el trabajo. Puedo decir que la mayoría de las decisiones que he tomado en mi vida han girado en torno a mi pasión (hasta podría decir que es mi única adicción) por viajar.
Y es que a pesar de que a veces me he perdido algunas cosas por estar fuera (este año me perdí los 90 de mi abuelo), al final viajar es lo que realmente me hace sentir viva. Viajar es lo que me hace aprender, lo que me hace dudar, lo que me hace redireccionar. Viajar es con lo que logro lo que yo considero que es lo más importante de estar vivo: sentir. Llorar de la alegría frente a la inmensidad del mar en Illescas, gritar de rabia por no tener la visa para Australia minutos antes de abordar el avión, emocionarme al escuchar a una familia cocama cantando en su idioma, extrañar a un amigo porque sé que disfrutaría de ver tapires aún más que yo, angustiarme porque no sé si mis piernas responderán hasta el siguiente campamento en Ausangate, amar la naturaleza al ver una osa y su osito en Canadá….
Ahora, he tomado una de las decisiones que me han hecho más feliz en los últimos años y no es coincidencia que también gire en torno a mi gran pasión. Carolina y yo teníamos el sueño de enseñar a las personas cómo viajar diferente y otro gran amigo (el gran Conan Muñiz) nos ayudó a convertir este sueño en una realidad. Este proyecto me encanta, me quita el sueño, me apasiona. Tengo la suerte de poder inspirar a otras personas a que viajen responsablemente, y también de promover algunas de las muchas iniciativas de turismo sostenible que existen. Y, lo mejor de todo, tengo la suerte de poder viajar mientras trabajo, trabajar mientras viajo y disfrutar lo que hago…
Talía y Carolina en Pampa Hermosa, rapeleando
Viajo para respirar
Carolina Butrich
Creo que mi fascinación por viajar comenzó cuando empecé a hacer windsurf. Tenía 14 años y mis papás querían que haga algo en el verano aparte de ver televisión. Elegí windsurf porque siempre me había gustado el mar, pero nunca me imaginé cuanto cambiaría mi vida esa decisión.
Al inicio empecé a recorrer la costa del Perú en busca de viento y olas. Con la excusa de navegar, aprendí a salir de Lima todos los fines de semana en busca de las condiciones perfectas. Luego ya no se trataba sólo de eso, si no de salir de la ciudad y conectarme con la naturaleza.
Así, aprendí a hacer otros deportes. Aprendí a hacer parapente. Aprendí a hacer Kayak. Aprendí a escalar un poco. Así, además del mar, me enamoré también de los ríos, de los cielos y de las montañas. Y empecé a viajar aún más.
Y ahora mientras escribo esto, no puedo evitar sonreír.
Sonrío porque me acuerdo de experiencias increíbles. Caminando con una mochila en la espalda dejándome sorprender por los imponentes nevados de la Cordillera Blanca. Estar bajo el hechizo de cuarenta cóndores sobrevolándonos en la Zona Reservada de Illescas. Dormir bajo la luz de las estrellas en una playita del rio Apurímac a la que solo puedes llegar por rio.
Se me vienen a la mente miles de viajes, de experiencias, de aprendizajes.
Viajes cortos de un fin de semana o viajes muy largos, de aquellas veces en que fui a algún lugar sin saber cuándo volvería. Viajes en automóvil, en bus, en avión, a dedo. Viajes con amigas para reír juntas en el momento en que tu vehículo se queda atollado al volver del salar de Uyuni y tienes que pasar 24 horas en medio de la nada. O viajes sola recorriendo Sudáfrica en un carrito del año 80. Viajes que te lleva a conocer lugares increíbles y te ayudan a descubrir muchas cosas de ti mismo.
Si me preguntan por qué viajo, solo puedo decir que se me vienen mil respuestas a la mente. Por la inmensa curiosidad de conocer lugares nuevos, culturas nuevas y aprender de ellas. Porque viajar abre nuestros horizontes y nos muestra infinitas posibilidades. Porque nada en este mundo me llena más que viajar y conectarme con la naturaleza.
Para mí que me pregunten porque es como si me preguntasen porque respiras. Mo podría vivir sin viajar.
Tali y Caro en el abra Anticona, Ticlio
9/5/2016