Mi opinión
Vuelvo después de algunos meses a los relatos de viajes por el mundo que tanto les gusta a los que siguen este blog. Es justo y necesario avivar la motivación viajera con el relato inspirador de los que andan por las carreteras dando vueltas y más vueltas. La historia que les dejo es la de Almudena Teulón, de Madrid: ella y Fer, su compañero, abandonaron por un tiempo el barrio para recorrer el planeta y recorrerlo sobre una moto.
La narración del viaje de Almudena y la entrevista con detalles de su peregrinaje, los he tomado de Mochileros TV, un experimento online, exitoso y potente, que intenta convertirse en el primer programa de viajes online en español para mochileros y viajeros low cost. Búsquenlo en Internet y quédense pegados a su programación, está buenaza. Buen domingo para todos.
El viaje de Almudena fue una de esas aventuras que nacen de una idea loca que se acaba convirtiendo en realidad. En mayo de 2013 inició junto a Fer, su pareja, la aventura de dar la vuelta al mundo en moto. Tras casi dos años y medio, cruzaron 5 continentes, 54 países y recorrieron más de 160.000 kilómetros.
Un año atrás, Almudena había dejado el trabajo, la nómina y la seguridad para cumplir su sueño de viajar y dedicarse a lo que le gustaba. ¿Era uno de sus sueños dar la vuelta al mundo en moto? Vendieron todo lo que tenían, alquilaron la casa y prepararon la moto para que fuera su hogar durante los dos años siguientes. Viajaron por Europa en la primavera más lluviosa de los últimos 30 años, descubrieron las grandes llanuras rusas y ucranianas acampando entre campos de trigo, poco antes de la crisis que los llevaría a una guerra civil. Recorrieron la Ruta de la Seda por Kazajistán, Uzbekistán, y Kirguistán, donde creyeron que su viaje acababa por culpa de los talibanes. El paso por China y Pakistán era demasiado peligroso, así que enviaron la moto a Tailandia. Y de golpe se encontraron en el Sudeste Asiático, un gran contraste con las antiguas repúblicas soviéticas.
Dedicaron cinco meses a recorrer el Sudeste Asiático, subieron montañas, en pleno monzón se enfangaron y comprobaron la flotabilidad de la moto, cruzaron el Mekong en una barca que no era más que unas cañas de bambú, bailaron y cantaron con los laosianos que los acogían siempre que los rechazaban en la frontera de Vietnam, país al que no consiguieron entrar.
En Malasia embarcaron la moto en un barco “verdulero” y volaron a Indonesia para recogerla. Acamparon en lo alto del volcán Bromo y fueron acogidos como familia en poblados de Java. Empezaron el nuevo año en la costa oeste de Australia, donde cruzaron desiertos, descubrieron playas desconocidas, durmieron entre canguros, se pegaron sustos con algún que otro bicho mortal y descubrieron la maravillosa hospitalidad de los australianos.
Saltaron a Estados Unidos y cruzaron 18 estados de camping en camping, en una continua sucesión de parques naturales. En Canadá disfrutaron de una naturaleza hermosa y salvaje, mientras que México fue una fiesta continua, un festival gastronómico y la entrada al Caribe. Tomaron la Panamericana hasta el tapón del Darien, donde fueron de los pocos privilegiados que subieron a un ferry que solo duró unas semanas.
En Colombia engordaron y no lo bajaron hasta Argentina, no por comer menos, sino porque la aventura se les quedaba corta y decidieron seguir el Dakar de 2015, casi como mochileros de un amigo que corría. ¡Fue la aventura dentro de la aventura! Al terminar el Dakar continuaron su propia ruta 40 hasta el Fin del Mundo. De allí saltaron a África.
Volaron a Ciudad del Cabo para recorrer el continente y descubrir el desierto de Namibia, el delta del Okavango en Botsuana y las Cataratas Victoria en Zimbabue. En Zambia durmieron entre hipopótamos y en Tanzania rompieron un embrague, lo que les obligó a parar casi un mes antes. Con la moto de nuevo a punto se lanzaron a la mítica carretera Moyale hasta Etiopía. En Sudán creyeron morir de calor y en Egipto vivieron el ramadán antes de despedir la gran aventura y volver a casa.
Para ella este viaje es un sinfín de paisajes, aventuras, amigos, momentos guardados en la retina, en la memoria y sobre todo en el corazón. Un viaje que fue más bien una vida nómada, en la carretera, con la tienda de campaña, explorando más allá, donde no era fácil llegar. Si algo aprendió viajando es que cada día es una sorpresa, que nunca sabes qué te puede esperar en el siguiente kilómetro del camino ni lo que la vida te va a regalar. Y, por supuesto, que hay que mirar hacia adelante con los ojos y el corazón abiertos y el viaje se encargará de sorprenderte.
ALMUDENA CONTARÁ SU HISTORIA EL 10 DE MARZO EN MADRID EN LAS JORNADAS DE LOS GRANDES VIAJES 2018. CONOCE MÁS SOBRE SU HISTORIA EN SU PÁGINA DE FACEBOOK. TODA LA INFORMACIÓN DEL EVENTO EN SU WEB OFICIAL
5 cosas que nunca faltan en tu mochila
Para dar respuesta a las 5 cosas que necesito para viajar bien:
1. Para un buen sueño: Para mí lo imprescindible es descansar bien, unos tapones o los cascos para música, y algún somnífero por si las moscas, y un saco sábana, o pareo a modo de sábana, nunca se sabe donde se puede acabar durmiendo.
2. Higiene: Además de los imprescindibles… un bote de jabón antibacteriano en seco para manos y papel higiénico.
3. Para patear a gusto: mis deportivas cómodas, las chanclas de descanso (y ducha)
4. Como viajera del siglo XXI: El móvil, con buena cámara para las fotos aquí te pillo aqui te mato, y con mis aplicaciones preferidas de viaje, una que me encanta: maps.me, con mapas superdetallados de todo el mundo y sin necesidad de red.
5. Las ganas de dejarme sorprender, pararme a observar el mundo, y charlar con la gente local, los mejores consejeros del viaje.
La salud y tu gran viaje. ¿Consideras importante llevar contigo un seguro de viaje? ¿Enfermaste en tu aventura o recuerdas alguna historia de otro viajero que enfermó de viaje?
Lo cierto es que para la vuelta al mundo en moto, le dimos muchas vueltas, y no encontramos un seguro que cubriera 2 años de aventura, así que al final nos lanzamos sin seguro de viaje, confiamos en la buena suerte, y la suerte nos acompañó. Pero como agente de viajes les recomiendo a todo el mundo viajar con uno, la falta de un seguro puede arruinar el viaje, merece la pena esta inversión en seguridad.
La vuelta a casa, puede que sea el momento más intenso y a la vez difícil de un gran viaje. ¿Qué flashes te vienen de esa época?
Personalmente fue una vuelta difícil, con la vuelta llegó la ruptura con mi compañero de viaje y pareja, fue más duro gestionar la ruptura amorosa que la vuelta a casa. El hogar, la familia y los amigos fueron un bálsamo. Además adoro viajar pero amo mi hogar. El flash que me viene es la alegría de volver con mi gente, su cariño y volver a sentir el calor seco tan rico de Madrid.
¿Ha cambiado tu forma de pensar sobre la sociedad/el mundo en que vivimos?
Completamente, el mundo está lleno de gente buena, mucho más de lo que nos hacen creer por las noticias. Y he podido comprobar que en el fondo y a pesar de las diferencias culturales todos somos iguales, lo que nos mueve es el amor… Y un aprendizaje clave: el miedo es mejor dejarlo en casa.
¿El momento físico o mental más extremo/peligroso/extraño/intenso/paranormal que hayas vivido en tu gran viaje?
Uffffff casi diré que lo más duro física y mentalmente es la dureza que se puede sufrir sobre una moto, cuando el frío o el calor es extremo… la moto puede doler. Los momentos de más incertidumbre y susto los vivimos haciendo acampadada libre, algunos ruidos o visitas inesperadas a media noche, en Zambia, por ejemplo, asomamos la cabeza al oír ruidos raros y nos vimos rodeados de hipopótamos pastando junto a la tienda y elefantes paseando entre la moto y nosotros. Dormí hecha un ovillito.
Sentí un peligro real, y físico sobre la moto, al cruzar los Andes acompañando una etapa del Dakar, de Argentina a Chile, por el paso de San Francisco, una pista de tierra, que se convirtió en una nube al paso de las motos, coches, buggies y camiones. Junto a ellos, por el camino arenoso, y todo nuestro peso, nos sentimos unas hormigas que podían ser arrolladas en cualquier momento. ¡Pero no fue así!
“En un gran viaje más que dinero hace falta usar la imaginación”. ¿Estás de acuerdo con esta afirmación?
El dinero es importante para viajar “más cómodo”, pero no es necesario si lo que quieres es VIAJAR.
Pero sin imaginación estás perdido.
¿Algunos momentos que recuerdes de felicidad extrema? Esos puntos álgidos de alegría en los que uno se dice a sí mismo: “por momentos así merece la pena seguir en el camino y no volver a la oficina”.
Tantos, que se me vienen lágrimas a los ojos al intentar elegir. A nivel naturaleza… recuerdo estar cruzando la Reserva del Namib Rand, Namibia. Un paisaje desértico hasta donde alcanza la vista, y una sucesión de colores, amarillos, naranjas y malvas, sobre los que se observaban en libertad cebras, avestruces, Impalas… me senté y lloré, pensando que es lo que deben decir que es el síndrome de Stendhal, cuando alguien observa la auténtica belleza.
Del mismo modo que sufrí momentos de miedito en nuestras acampadas libres, debo decir que merecían la pena, porque en las acampadas libres fue también donde más escenas únicas acumulé para el recuerdo. Esa búsqueda de un rincón apartado y único solo para nosotros, en playas, volcanes, acantilados, selvas… atardeceres de ensueño, y meterme en el saco sintiéndome plenamente feliz, no lo cambiaba por el mejor hotel del mundo.
Tres personas anónimas que te hayan marcado en el camino y por qué.
¿Sólo 3? bueno lo intentaré… Un rumano taxista y su familia entera, al final de la carretera Transfagarasán (Rumania), casi anocheciendo hicimos acampada libre junto a un río y esa familia, que estaba de vacaciones, el matrimonio, el hijo pequeño, la suegra, una adolescente hija de un vecino… usando su taxi a modo de caravana, sacaron las tiendas, hicieron una fogata, nos invitaron a unirnos a su cena y su hoguera en rumano… no entendíamos nada pero compartimos una de las noches más bonitas y emotivas de todo el viaje, bailamos, cantamos, en rumano y nos entendimos en dos idiomas muy distintos, y 4 palabras en inglés, fue la primera ocasión (la primera de muchas) en que descubrimos que hay un lenguaje internacional por encima de los idiomas. Y sí, lo reconozco, al despedirnos por la mañana lloré.Todavía le tengo de amigo en Facebook, no entiendo ninguno de sus mensajes en rumano, pero me alegra ver como evoluciona su familia, y saber que nos recuerdan con tanto cariño como yo a ellos.
Una viejecita en Ecuador, en la ciudad de Tena (la amazonía ecuatoriana) con su humilde puesto de platanitos frente al mercado, nosotros andábamos pobretones y ese día comimos una bolsa de chicharrones, de pie, junto a la moto, pero lo saboreábamos como si fuera el mejor de los manjares, la viejita vino y nos regaló un manojo de miniplatanos, lo que llaman plátanos orito, ¿tan mal nos vería? La ayuda nos ha llegado de todas partes, pero la de esa mujer me llegó al corazón.
Unos niños, muchos, pero uno en concreto, el pequeño Joseph de un orfanato en Zambia que fuimos a visitar, su forma de colgarse a mí como una lapa, de mirarme con enamoramiento, sus abrazos y besos… que me enseñaron cuánto amor necesitaba él. Cuantos niños hay necesitados de amor, y que el amor alimenta más que todas las riquezas del mundo. Me lo hubiera llevado a casa… y me hizo valorar la acogida de niños, no la adopción, la acogida de niños que nunca podrán ser adoptados.
Tu cita viajera preferida y/o libro que recomendarías a tu yo anterior al viaje.
“Un deseo no cambia nada, una decisión lo cambia todo”.
Cualquier libro de viajes realizado por personas anónimas, de esos en los que a mitad de lectura te hacen pensar, sí él pudo hacerlo, yo puedo. A mí me pasó con el del motero Fabián Barrio, cayó en mis manos cuando empezábamos a pensar seriamente dar la vuelta al mundo en moto, reconozco que no lo acabé, a mitad del libro ya habíamos decidido hacer el viaje, y me zambullí en la planificación de mi propio viaje, en mi propio libro no escrito.
¿Habrá otro gran viaje? ¿Ser nómada/viajero/nómada digital está sobrevalorado?
Estoy segura, es una necesidad para los que amamos viajar y descubrir el mundo, y conocer gentes de todos los continentes. Pero reconozco que la ansiedad de viajar me la he quitado, de alguna manera este gran viaje me liberó, ahora sé que volveré a hacer un viaje largo, pero no tengo prisa. Aprendí viajando que no hay edad para viajar, me encantó conocer tantos matrimonios jubilados recorriendo el mundo en camiones tuneados, que me veo así en un futuro… no es tan libre como la moto, pero sin duda pasaré menos frío y menos calor 😉
¿Nómadas o viajeros digitales? Yo diferencio entre unos y otros, para mí el viajero inicia un viaje con fecha de caducidad, pensando en volver, mientras que el nómada vive una vida viajando, y una vida nómada hace diferente la forma de viajar.
No sé si están sobrevalorados los viajeros digitales, lo que sí creo es que no debe hacerse creer que es fácil salir de viaje y escribir tus historias en internet, y que eso te va a abrir las puertas del mundo, conseguir patrocinadores y viajar gratis o con más ayudas. Hay que plantearse si es verdaderamente así como quiere uno afrontar su viaje, que quien se lo plantea de esa manera se hace un poco esclavo de los patrocinios, y ya el viaje no le pertenece a uno, ni podrá ir al ritmo que quiera y de la forma que le apetezca. Otra cosa es conseguir ayudas, que es lo ideal, pero a la hora de enfrentarse al viaje, mejor planificarlo como si uno no fuera a contar con ninguna ayuda. Después, si tu pasión es escribir, o grabar videos, o hacer fotos increíbles, y compartirlas en las redes te llena, te emociona, y te hace vivirlo dos veces, y además te gusta hacer llegar tus experiencias a quien no puede, o aún no se ha animado a dar el paso, ¡fenómeno! Porque si es auténtico gustará, y eso sí que te abrirá las puertas, la autenticidad… porque eso la gente lo nota, y a nosotros en América por ejemplo la gente, por idioma, nos seguía… fue alucinante, cuántos amigos digitales fuimos conociendo en nuestro camino. Algunos aún los tengo gracias a eso, y a muchos los recordaré siempre.
Almudena Teulón Guerra. Madrileña. Es Planificadora de sueños… o lo que se conoce como diseñadora y planificadora de viajes. Ahora se dedica a su propia agencia de aventuras, lo más parecido a viajar desde el ordenador… haciendo reales los viajes que sueñan los demás. Y con suerte se escapa para seguir prospectando destinos, o para guiar a algún grupo pequeño. El resto del tiempo lo dedica a disfrutar de su gente y su hermosa Madrid, y por supuesto a animar al Atleti allí donde vaya 😉
4/3/2018
Beba Lena, la abuela rusa de 89 años que viaja sola por el mundo