Mi opinión
Caral sigue siendo hoy por hoy uno de los baluartes de nuestro desvencijado patrimonio arqueológico: digamos que es el destino cultural, turístico y patrimonial que mejores pasos ha dado para su apropiada resignificación, una palabra que, aunque no haya sido admitida por la Academia de la Lengua Española, alude al hecho de reubicar o re-orientar el sentido de algo cuyo significado ha tomado nuevas características en un contexto determinado e incluso fuera de él mismo. Y eso es lo que ha sucedido con la ciudadela Caral desde que Ruth Shady, la reputada y muy querida arqueóloga sanmarquina, decidiera sentar raíces en el norte limeño para gestionar de otra manera los cúmulos de tierra y olvido que antiguamente se llamó Chupacigarro.
Conozco a la gestora cultural desde hace muchos años, la recuerdo altiva y sonriente en las celebraciones que cada cierto hacíamos para bienvenir -otra palabra que los académicos españoles aún no aceptan a pesar de su riqueza- las apariciones de la revista Viajeros, que como lo vengo manifestando desde hace varias semanas celebra el año próximo, en diciembre, su vigésimo aniversario. La doctora Shady es una peruanista notable su trabajo es un ejemplo contundente de lo que se debe hacer para poner en valor cada una de las piezas de nuestro invalorable patrimonio cultural. En una nota que escribí en la conmemoración del décimo aniversario del redescubrimiento del sitio arqueológico que este año cumple veinticuatro dije lo siguiente: “Caral es, por lo mucho que se ha avanzado, ese modelo que nos hacía falta para mostrarle a todo el mundo que sí somos capaces de mantener nuestro patrimonio cultural al día en los avances de la museografía contemporánea y, sobre todo, al día también con el buen gusto y la moderación (…) Es que la cultura, o la apropiación cultural, no deben estar reñidas con la comodidad. Los que creen que lo valioso de cualquier acercamiento cultural radica en la experiencia pura, sin máculas; vale decir, sin los detalles que nos permiten hacer volar la imaginación, confunden al visitante con el especialista (o el académico) que están allí por otras motivaciones”.
Sigo pensando lo mismo. Saludo el premio que la Cámara Nacional de Turismo (Canatur) le acaba de otorgar a la distinguida arqueóloga . Y espero que la ciudadanía lo valore y se comprometa a defender el legado de la estudiosa: el sitio arqueológico de Caral y los otros restos que aún perviven de la sociedad que se asentó en el norte de Lima hace más de cinco mil años siguen estando bajo la amenaza de los traficantes de tierras y otros enemigos del patrimonio nuestro. Abrazos a la distancia, estimada Ruth Shady y gracias eternas por tanto.
En reconocimiento a su destacada trayectoria y trabajo desarrollado en la conservación y protección de nuestro patrimonio cultural, la arqueóloga Ruth Shady Solís, principal investigadora de la Civilización Caral, recibió el Premio Nacional de Turismo 2021.