Mi opinión
Rachid El Morabity, el rey del desierto africano, volvió a ganar la famosa Maratón de las Arenas del Sahara, la competencia de 250 km de recorrido por el desierto que ha sido considerada como la más dura del planeta.
El marroquí llegó primero por sexta vez consecutiva a la meta, haciéndose por séptima vez del premio mayor.
Lo vi correr en Paracas en el 2017: El Morabity verdaderamente es una máquina insuperable.
Este año, se ha comentado en redes, un perro chusco de nombre Cactus se convirtió en la estrella del certamen al “correr” cinco de las seis etapas de la ultramaratón y ganarse el cariño de los participantes.
El firulais marroquí la hizo linda, les dejo por aquí el relato de los que vivieron su hazaña.
El corredor más popular en una de las carreras más complicadas del mundo no es un competidor oficialmente registrado. Ni siquiera es humano.
Un perro llamado Cactus apareció de la nada el lunes 8 de abril durante la Maratón des Sables, de 241 kilómetros en medio del calor, vientos, dunas, rocas, mesetas rocosas y valles secos del Sahara, al sur de Marruecos. Es el equivalente a correr 38 kilómetros diario durante seis días.
Cactus no estuvo presente en la primera etapa, pero el lunes corrió unos 24 kilómetros y luego los 32 kilómetros enteros de la segunda etapa, el 9 de abril. El miércoles también corrió los 37,5 kilómetros requeridos para la tercera etapa, con lo que el perro demostró su resiliencia y una habilidad impresionante para navegar por las dunas arenosas.
Mientras que los casi ochocientos corredores humanos tenían 31 horas para completar esa fase extralarga, Cactus solo necesitó 11 horas y 15 minutos, parte de los cuales corrió en una tormenta de arena. Con eso quedó en la posición 76 de los corredores. Y luego Cactus corrió un par de kilómetros más para enfriar sus piernas.
Oficialmente, Cactus había corrido más de 100 kilómetros hasta la mitad del ultramaratón: los organizadores hasta inauguraron tres categorías de liderato: mujeres, hombres y perro.
“Sé que está pasándola increíble”, escribió Karen Hadfield, dueña del hotel donde vive Cactus, en la página de Facebook del Maratón des Sables.
Hadfield explicó que el perro está acostumbrado a estar rodeado de extranjeros y que es un nómada; suele moverse hasta 40 kilómetros por día “solo por diversión” en la región desértica de los beréber, donde tanto personas como animales están familiarizados con las distancias largas.
El viernes pasado terminó la ultramaratón con una fase de 42 kilómetros y el sábado se corrieron 6 kilómetros más solo para recaudación de fondos caritativos. Un portavoz de la carrera dijo que Hadfield recogió a Cactus el 13 de abril en la meta.
Cactus durmió durante el evento en un vivac que se va «construyendo» por las metas de cada etapa para que corredores, organizadores, periodistas y los integrantes del equipo de apoyo pasan cada noche en sus tiendas.
El perro recibió agua en varios puestos de control y comida por parte de corredores y oficiales de la carrera. El equipo médico indicó que estaba saludable.
Por las mañanas, Cactus hacía sus rondas por las tiendas de los corredores, para posar en fotografías o ponerse panza arriba para recibir cariños. Luego corría hasta la salida de la etapa y salía con el primer grupo.
“Muchos corredores están nerviosos por las mañanas, pero él siempre se mantuvo casual”, dijo Meghan Hicks, corredora de Utah que ganó en la categoría femenina en 2013, antes de la etapa del 9 de abril.
Cactus se sumó a la carrera cerca de un punto de control en Erg Chebbi, donde los corredores empiezan un tramo a través de dunas movedizas. Es sumamente cansado… para todos menos para Cactus.
“Ese perro es una bestia; me rebasó y no pude alcanzarlo”, contó Theo Holzapfel, corredor de Londres. “Después seguí sus huellas en la arena porque supuse que él sabía cómo evitar las partes más movedizas”.
Técnicamente, Cactus no pagó el precio de entrada para competir, unos 3500 dólares. Y como no corrió la primera etapa tuvo cierta ventaja sobre los demás corredores.
Hubo un momento preocupante en la etapa más difícil, del miércoles, que dura unos 76 kilómetros.
Después de correr 25 kilómetros Cactus se detuvo y vomitó un poco, antes de recostarse en la sombra de un camión militar durante media hora mientras el día se hacía más caluroso. No quiso tomar casi nada del agua que le pusieron al lado. Pero después de ese tiempo se levantó y siguió; horas después, cuando las temperaturas desérticas caían por la noche, parecía estar fresco en el campamento.
“Nadie ha visto nada así”, dijo Mohameed Ouhassou, beréber y conductor que trabaja para transportar a los periodistas que cubren el evento desde 2004.
Ouhassou dijo que en la cultura beréber los perros son vistos como trabajadores, para resguardar cabras y otros animales, más que como mascotas. Aseguró que si los organizadores del maratón fueran marroquíes en vez de franceses a Cactus lo habrían hecho salirse de la carrera.
En vez de eso, los organizadores comunicaron por dónde iba durante cada etapa porque había mucho interés.
“Igual y el siguiente año”, dijo otro conductor, Hassan Taouchikht, “todos los corredores harán el trayecto con sus perros”.
Artículo original: Cactus, el perro que corre ultramaratones