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Elisa Fuenzalida: “Debemos recuperar el control sobre nuestros cuerpos y nuestras calles”

Mi opinión

He vuelto a leer la magnífica entrevista de Gabriela Wiener a la activista y escritora Elisa Fuenzalida a sugerencia del periodista Jerónimo Centurión –hallé una nota suya sobre Elisa en su blog http://diario16.pe/noticia/59743-lea-para-elisa-columna-jeronimo-centurion . Los dos han sido mis alumnos en Los Reyes Rojos, suceso que por supuesto, debo decirlo, me llena de orgullo absoluto.

Estoy de acuerdo con la Fuenzalida en el análisis que hace de la ciudad en que vivimos y lo que se puede lograr si se generan discursos para enfrentar a la Bestia (ese “aparato de control enorme que nos censura y pretende dejarnos ciegos”) Como ella sigo entercado en creer que el cambio es posible.

Lo de ayer en la Costa Verde es un indicio. Me imagino que también lo ocurrido en Tía María. Hay que seguir atentos, esta asonada de violencia contra los ciudadanos que viene estimulando la administración Castañeda no es otra cosa que un globo de ensayo que anticipa un fenómeno mayor, a escala nacional, que se va a dar, no me queda la menor duda, si es que el fujimorismo se hace del poder en el 2016.

Los áulicos del presidente preso van a instaurar un régimen restaurador, una Restauración que va a tirar por la borda todo lo bueno hecho desde los tiempos de Paniagua hasta ahora, sobre todo aquello que esté identificado con ese progresismo que el entono de Castañeda detesta tanto. Por eso es que la batalla contra la prepotencia castañedista en la Costa Verde y en otras zonas de la capital es tan importante.
Bueno, los dejo con Elisa…


Escritora y activista. Nació en Niger en 1978. Ha publicado la colección de cuentos Irreales. Vivió en Madrid, donde editó la colección de narrativa de Papel de Fumar Ediciones. Está de vuelta en Lima, lista para generar alboroto.

Si atendemos a su hoja de vida, Elisa Fuenzalida “nació de un sacerdote peruano y una madre desconocida, vivió de la compra-venta de animales hasta 1990 y, tras su breve paso por el grupo religioso Los Niños de Dios, ingresó al pabellón de menores de la cárcel de Inezgane (Marruecos). En el año 1997 retoma el contacto con su padre y ambos se trasladan a Madrid. Meses más tarde el sacerdote acaba con su vida, dejándola como heredera universal de la colección de escarabajos más completa del mundo”. Su “biografía ficticia” es la más verdadera, dice justo después de colgar un post en su muro de Facebook (Nosotros lo sentimos todo) en el que llama al sabotaje de Art Lima y ultimando los detalles de su incursión en la Marcha por la Vida, convocada por los antiabortistas, “para reventarla”. Porque en otra de sus vidas paralelas, Elisa es activista y escritora. Ha publicado varios libros, el último, Parásitos. Aunque sin master en gestión cultural, participó de la gestión del CSA La Tabacalera de Madrid, fue editora de Papel de Fumar Ediciones y productora de las fiestas más radicales y elegantes de Madrid. Su periplo la llevó luego a Berlín y hoy, después de casi una década, se encuentra de vuelta en Lima llamando a la desobediencia civil. Cuando le preguntas por su ciudad te contesta: “Me había olvidado lo bestia que era”.

En la misma semana se rechaza la Unión Civil y se siembra el “terror amarillo”. Tú decides perder tu pasaje de regreso a Europa, supongo que por una muy buena razón.

Así es, lo mejor que me pasó en España fue participar de la transformación social que tuvo lugar en el largo proceso ciudadano español, No nos representan, 15M, Tomalaplaza, Tabacalera… Observar cómo una sociedad entera toma el control sobre su presente y su futuro, me abrió mucho los ojos. El cambio es posible. En España son muchos, las redes son muy potentes. No hago falta. Aquí cada persona cuenta. Tengo que estar aquí.

¿Por qué hay que estar aquí?

Lo que estamos viendo es un gobierno totalitario al más puro estilo 1984. Lo que tenemos aquí no es un alcalde bruto o un presidente pisado, lo que tenemos es un aparato de control enorme que nos censura y pretende dejarnos mudos y ciegos. Los ciudadanos ideales de ese estado, son ciudadanos calladitos delante de Esto es guerra o el reality de turno.

¿Qué conclusión sacas de lo que acaba de ocurrir entre Art Lima, Castañeda y el medio artístico?

Me parece otro claro ejemplo de uno de los peores problemas al que nos enfrentamos no solo en este país, sino a nivel mundial, la alianza entre el sector público y las empresas a favor de intereses  privados. Art Lima es lo que es, un mercado, pero incluso en el mercado debe existir una ética. El neoliberalismo que estamos viviendo en el Perú, es de todos los tipos, el más salvaje y el peor.

Eres una de las organizadoras de la Anti-Feria CAG-ARTE, que tendrá lugar en los mismos días de Art Lima.

Más que una antiferia, lo que quisiera ser capaz de inspirar es acción directa. Es importante comunicarnos online y también marchar, pero hay otras formas de expresar disconformidad y desobediencia. Mira a Pussy Riot, a Pichação. No basta con decir NO, hay que generar discurso y enfrentarse a los poderosos en su terreno.

¿Sabías que Art Lima se realiza en un recinto militar?

Es también lógico, Art Lima representa la única expresión del arte que puede interesar en un sistema que se sigue rigiendo por los intereses del mercado, resguardados firmemente por las armas y la iglesia.

¿Avanza el activismo en Lima?

Las marchas Anti Ley Pulpín fueron multitudinarias, pero no vi una presencia fuerte de las Zonas cuando se archivó la ley de Unión Civil: da la impresión de que la gente solo sale en masa cuando se meten con su sueldo. Ese día escuché: pago mis impuestos, tengo mis derechos. Siempre la igualdad o la dignidad condicionada por el poder adquisitivo…No pues, así no.

Cuéntame cómo ves el reciente fenómeno de las Zonas.

A raíz de las Marchas Anti Ley Pulpín se auto organizaron grupos en base a su localidad, es decir, por zonas. Pero por ahora no se trata de un movimiento transversal, se ve muy poca gente de más de treinta años participando en las reuniones pero creo que tiene potencial.

¿Algo que te conmoviera últimamente?

La última marcha de la Unión Civil fue la catarsis de una semana de golpes muy bajos y estuvo llena de sonrisas y amor. En ese sentido, fue preciosa. En realidad, creo que más que una marcha, fue un diálogo entre los que compartimos valores, una tarde para cuidarnos y querernos, porque sin cariño no hay quién aguante esta ciudad.

¿Cuál es la Lima que te importa ahora mismo?

Amo Espacio Circuito Norte (ECN), soy muy fan de todo lo que ocurre allí.

¿Qué ocurre?

Es un espacio que lleva Frau Diamanda, travesti degenerada e inspirada, abre cuando tiene ganas o cuando se lo piden. Allí he escuchado la mejor música desde que llegué, las relaciones entre quienes asisten no son clientelares, todos nos conocemos, nos queremos. El sonido no es perfecto, pero el error y el accidente forman parte de la experimentación y ECN es un hermoso experimento continuo.

¿Por qué crees que una noción como el colectivismo no termina de cuajar en una sociedad como la limeña actual?

Por la famosa bonanza económica. La idea aquí es acumular toda la plata que se pueda antes de que vuelva la recesión o algo así. Casi nadie está conforme, pero nadie quiere renunciar a su trozo del pastel. La gente acá todavía cree que la felicidad es eso. También persiste una especie de obsesión por los resultados por encima de los procesos. No sé si es herencia de Fujimori. Obra, obra, qué importa si roba.

Has vivido en Berlín y Madrid, ciudades en las que el activismo es una forma de vida para muchos. ¿Qué necesitamos los peruanos para pasar a la acción?

Creo que hace falta un cambio de paradigma. Hemos delegado nuestro presente y nuestro futuro a las empresas y a las instituciones del Estado. Eso es un grave, gravísimo error. Debemos ser todos fiscalizadores, todos gestores culturales. No hace falta un máster para implicarse. Creo que debemos recuperar el control sobre nuestros cuerpos, en primer lugar. También, sobre nuestras calles y espacios públicos. Necesitamos espacios para hablar, discutir, debatir, tonear sin la amenaza de una multa o una clausura municipal. Y los estamos creando, pero hacen falta más.

¿Qué tienes entre manos?

Un compañero músico, Efren, y yo hemos decidido alquilar un antiguo almacén de lácteos en Barranco. Hemos decidido hacerlo allí precisamente porque existe una red, un trabajo común y una estrategia. No es un lugar noble y señorial, todo lo contrario. A mí me gusta mucho porque me recordó a lo que más me gusta de Berlín, contenido que da carácter a la forma y no al revés. Esperamos que sea un lugar no solo para bailar sino también para aprender y para complotar. Queremos hacer, lo que una buena amiga, Rocío, llama política de backstage, hedonismo consciente o gozo marginal.

¿Has votado en estos últimos años y piensas votar?

Llevo diez años sin votar, pero me da igual quién esté en las instituciones del Estado, los cuestionaré a todos. Ese es el poder del ciudadano.

Hemos terminado. Te veo pronto.

Besos desde 1984.

30/04/2015

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