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Katia Duharte Muhvić-Pintar: «Mi tiempo en WWF Perú impactó mucho en mi vida»

Mi opinión

Hace unos días conversaba con Jack Lo, director de la carrera de periodismo en la PUCP, sobre los avatares de ser maestro pospandémico. O, mejor dicho, de ser docente en estos tiempos de extremismos y desencantos extremos. Después de escucharlo con atención, desasosiego fue la palabra que graficó de mejor manera lo me quedó de sus comentarios dando cuenta de su cotidiano encuentro con una legión considerable de alumnos sin pasión por lo que están estudiando y/o sin los estímulos adecuados para hacer bien lo que la universidad les propone.

Algo parecido me pareció atisbar en los comentarios de Rocío Lombardi, profesora de turismo en la misma universidad y miembro del staff de Viajeros: sucedió qie los chicos con los que fue a hacer prácticas de la especialidad en la sierra de Lima volvieron a casa sin mayores ganancias de un viaje de campo que antaño hubiera sido aplaudido de pie por los participantes. Obviamente, su desazón era comprensible.

Me parece que no estamos evaluando con atención la mortandad (en pasiones) y los efectos colaterales de la pandemia (en pérdida de competencias y aptitudes) que nos ha dejado el cataclismo sanitario en asunto tan sensible y determinante como el educativo. Y hay que hacerlo, ya, de inmediato, cientos de miles de peruanos y peruanas, por no decir millones, fueron inducidos a la súbita y brutal deserción escolar (o universitaria) y a nadie se le ocurrió enhebrar un plan, una estrategia, de retorno a la normalidad cuando fueron convocados para volver. Se abrieron los centros de estudios como si nada hubiera pasado y por supuesto que el embalse en desatenciones, desapasionamientos, desintereses y más es abrumador, peligrosísimo, una bomba de tiempo.

Mis respetos por el trabajo heroico de los Jack Lo, Rocío Lombardi y, por supuesto, por la entrega y la pasión en la tarea docente de Katia Duharte, la profe más destacada este semestre en la carrera de Comunicación y Publicidad de la Universidad Científica del Sur cuya entrevista para una plataforma estudiantil ha dado pie a estos ásperos comentarios. Su entrega al noble servicio educativo, el suyo y el de los tantísimos docentes como ella, es lo único que nos queda como sociedad para combatir el desmadre de la educación peruana. Conozco el trabajo dedicado de Katia, nos hemos encontrado en el cumplimiento de nuestro trabajo como comunicadores al servicio de la causa ambiental, que es su motivación y su compromiso como profesional comprometida con el desarrollo de nuestro país y el bienestar de nuestra especie. Ojalá que en su praxis diaria siga convocando a más creyentes en un mundo nuevo, mejor, más cuidado. Necesitamos a gritos almas sensibles como la suya, #OtroMundoesPosible. Gracias por tanto, Katia.


Por Nathalie Oro para 100.pe / Universidad Científica del Sur


Cada semestre, los docentes de la Universidad Científica del Sur son evaluados en diversos criterios: encuesta al estudiante, desempeño en clase, entre otros.

En 2024-1, la docente más destacada de la carrera de Comunicación y Publicidad fue Katia Duharte Muhvić-Pintar. Ella dicta cursos de Periodismo y Comunicación en esta institución desde 2018, en los programas de pregrado, CPE y posgrado.

Estudió Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Lima, pero se dedicó a las comunicaciones. Ha ejercido el periodismo y, actualmente, es consultora en temas de sostenibilidad.Ha trabajado en ATV, Panamericana Televisión, Canal N, América TV, TV Perú, Unicef, WWF, Fundación Telefónica, entre otras.Cuenta con una maestría en Comunicación Estratégica en las Organizaciones.

Conozcamos un poco más de ella.

¿Cómo fue la transición de Derecho a Comunicación? 
Siempre quise estudiar Derecho porque lo veía como una herramienta: al conocer las leyes, sentía que podía interpretar situaciones con más recursos. Eso me encantaba. Pensaba en cómo podía ayudar a las personas, en parte porque provengo de una familia mixta, de ascendencia croata, y en situación de refugio. Pero una vez dentro de la carrera, me di cuenta de que la formación en leyes era solo una parte, que me faltaba algo para ofrecer soluciones completas y que la televisión era un medio para entender y mostrar lo que sucedía. Así que decidí convertirme en alumna complementaria de la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Lima, en Periodismo. 

¿Cómo llegaste a ser reportera?
Cuando terminé mis prácticas en Derecho supe que lo mío era el Periodismo. Mis primeras experiencias laborales fueron en Ecuador [como asistente de producción], pero pronto regresé a Perú, donde trabajé en Panamericana y luego en Canal N, enfocándome en derechos humanos y el impacto del terrorismo. Los testimonios de las víctimas y la violencia me marcaron. Fue duro. Luego, en Cuarto Poder, cubrí temas relacionados con los derechos humanos y ambientales en la Amazonía. Esa experiencia despertó mi interés por la conservación. 

Ahora eres consultora en comunicaciones.
Con el tiempo, y ya embarazada, decidí quedarme en casa y ser mamá, pero seguí como docente, lo que me dio paz. Más adelante, cuando fui directora en WWF, descubrí que por más que tengas toda la información, «lo que no se comunica, no existe». La comunicación estratégica es clave porque permite medir el impacto. Me encantó esa idea y me quedé. La consultoría me permitió acompañar a mi hijo en su crecimiento. Hoy, con él ya grande, quiero dedicarme de lleno a la conservación del planeta, porque es urgente y no quiero perder el tiempo.

Has trabajado en instituciones como Unicef, Fundación Telefónica y WWF. ¿Cómo describirías esas experiencias?
Cursé una especialización en Información Internacional y Países en Vías de Desarrollo en la Universidad Complutense de Madrid, donde parte del programa incluía ser becaria. Sin saber qué me esperaba, postulé al comité español de Unicef y logré un puesto. Fue una experiencia increíble. Más adelante, trabajé en el programa Proniño de Fundación Telefónica, iniciativa que ha realizado una buena labor en la erradicación del trabajo infantil. Y por último, mi tiempo en WWF  impactó mucho en mi vida, pues fue allí donde decidí estudiar una maestría en Comunicación Estratégica.

¿Cuál fue el mayor reto que enfrentaste al trabajar ahí?
Entender las cifras que recogían los expertos sobre pobreza y la situación de la infancia. Me quedó claro que el planeta tiene problemas serios y que la pandemia solo confirmó la urgencia de abordarlos. Hoy en día, erradicar la pobreza y proteger a la infancia son prioridades, y se ha demostrado que invertir en la niñez es una gran solución. Tuvo un impacto muy fuerte en mí, tanto profesional como personal.

¿Quiénes han sido tus mentores o figuras de inspiración en tu carrera? 
Tengo dos grandes figuras a nivel global: Jane Goodall y David Attenborough. He seguido sus vidas y me siento frustrada por haberlos conocido tarde, ya que cuando comencé mi carrera no era una periodista ambiental, sino de calle. Mi acercamiento al tema ambiental fue tardío.

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¿Y a nivel local?
Mis tres jefes han sido grandes influencias en mi vida: Hans Landoldt, Laura Puertas y Yolanda Kakabadse. Ellos siguen siendo personas que admiro y a las que sigo observando. Además, siempre digo que, más que mentores, quienes he entrevistado me han inspirado. El periodismo me ha permitido conocer figuras importantes y aprender de quienes han enfrentado situaciones mucho más duras que yo. En estos años he recopilado historias que son mi mayor fuente de inspiración.

¿Cuáles son los desafíos que observas en el ámbito de la docencia?
Cuando dictaba clases hace unos 20 años, el 80% de mis alumnos mostraba mucho interés y, de ese porcentaje, el 10% era brillante. Ahora es al revés: solo el 20% muestra interés, mientras que el otro 80% no lo tiene. Entro a clase y tengo que remar, tengo que meterlos en mi barco como pueda. Es un reto enorme subirlos al barco de la educación.

Entiendo.
Cuando doy clases presenciales, les digo que es como un vagón de tren: cuando llegas a la puerta, tienes una hora por delante, y si no llegaste a tiempo, el tren se va, los veo en la siguiente estación. El tren es un viaje en el que vas a leer, escuchar y conversar. Entonces, tengo que planear con mucha más estrategia mi viaje en el vagón con los alumnos, pues el esfuerzo es fuerte para capturarlos y conectar. Por último, los alumnos ya no leen. En clase suelo dar 20 minutos de lectura e insisto en que lean, por más excusas que haya.

¿Qué te motiva a seguir enseñando y a compartir tu experiencia con las nuevas generaciones de comunicadores?
Primero, el Perú. Vivimos en un país maravilloso, ubicado en un lugar clave para el futuro del planeta. Me inspira enseñar a los jóvenes, ya que tienen una conexión real con el Perú. En las clases, nos sentimos peruanos y queremos trabajar por nuestro país. Hoy tienen la gran oportunidad de estudiar una carrera que abarca todo, desde el periodismo hasta la publicidad y lo audiovisual. Antes, los comunicadores no teníamos tanta presencia en las mesas de decisión, pero hoy el comunicador es esencial.

Es verdad.
Ustedes tienen muchas plataformas para comunicar, y aunque es una carrera exigente, siempre estarán atentos y listos para adaptarse a las nuevas tecnologías. A diferencia de otras carreras, la comunicación está en constante cambio, y eso es algo que el comunicador debe vivir. Yo también sigo aprendiendo porque aún me faltan herramientas. Aunque soy docente, también he sido alumna y los retos son altos. Hay que ser resilientes, adaptarnos y entender a los alumnos. Es un reto, pero también una oportunidad para aprender juntos, un win-win.

¿Qué significa haber sido elegida una de las mejores profesoras de la carrera de Comunicación y Publicidad?
Me siento muy agradecida y honrada, pues respeto muchísimo a los alumnos y aprendo de ustedes. Fue una experiencia hermosa haber sido elegida una de las mejores profesoras de la carrera este ciclo. Me alegra mucho y estoy muy contenta de ser docente en la Universidad Científica del Sur, una institución que está trabajando en la sostenibilidad ambiental.

¿Cómo te gustaría ser recordada por tus estudiantes?
Siempre he intentado dar el ejemplo, que mis pasos respalden lo que digo. Lo más importante es que mis estudiantes se sientan con la confianza de que somos compañeros, que me pregunten, que me escriban y no tengan nervios de llamarme, pues siempre tendrán toda la confianza para contar conmigo. El vínculo que se genera entre alumno y docente es eterno. Ese vínculo es único y cada alumno lo construye con su docente. Siento que me van a recordar por ser paciente y empática.

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