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La Colombia de Wade Davis: de colores y cariños

Mi opinión

Sueño con entrevistar algún día a Wade Davis, el notable antropólogo canadiense que mejor ha diseccionado el patrimonio natural de Colombia, un paraíso al lado del nuestro que de tanto admirarlo lo he convertido en mío. Davis, nativo de Vancouver y autor de “El río”, un trabajo enciclopédico que repasa a manera de un gran viaje su recorrido juvenil por las selvas de Colombia, es uno de los libros más hermosos y vitales que he leído.

En 1970 Wade Davis, a la sazón estudiante de la Universidad de Harvard, fue comisionado a las selvas sudamericanas por el célebre naturalista Richard Evans Schultes con el objetivo de investigar los secretos de la coca y otras plantas enteógenas.

El joven estudiante de antropología, cuyo español lo había aprendido en Colombia a los catorce años, se introdujo en los confines de los andes amazónicos en compañía de Tim Plowman, otro científico genial desaparecido tempranamente. De esa aventura iniciática nació El río, “una obra sobre la amistad y la reconciliación del hombre con la naturaleza”. O simplemente, como he leído por allí, “la historia de un hombre maravilloso, Richard Evans Schultes, y de un país que le permitió ser grande, Colombia”.

Sea cual fuere el motivo de este libro, se trata de un trabajo antropológico que resulta imprescindible para mirar con mejores ojos el mundo cultural y natural que se esconde detrás del follaje de estos trópicos.

Decía que tengo la ambición de entrevistar al autor de “Los guardianes de la sabiduría ancestral”, otro de los trabajos suyos que he leído con fruición, un apasionado de “las montañas, ríos, selvas y gentes de una tierra que no tiene igual en su belleza y diversidad, pasiones y potencial”. Lo dejo allí, buena semana para todos. 12/4/2021


Cuando Wade Davis le comentó a un campesino sobre la cantidad de especies de mariposas que había visto en el país a comparación de otros, este le contesto: «lo que pasa es que en Colombia las mariposas son flores que pueden volar”.

Esos son los ejemplos llenos de poesía que el antropólogo le dio a Rick Steves en su programa Travel With Steve, que se transmite por la cadena radial pública NPR, en Estados Unidos. El motivo de la invitación de Davis al programa era hablar de su más reciente libro Magdalena River of Dreams, en el que compara a este río con el Mississippi, ambos cruciales en el comercio de sus respectivos países, la espina de una nación, pero que en el caso de Colombia lo define. Es así como el libro, más que una guía turística es una biografía del país que todo colombiano debería leer.

El Magdalena lo define de varias maneras, dice Wade. Explica que nace en el macizo colombiano, un páramo que compara con los de Escocia, en donde uno puede tocar el nacimiento de cada una de las cordilleras. “Es como un cuento de hadas –dice a Steves– porque allí se toca también el origen de una nación”.

“El páramo es una formación ecológica exótica y misteriosa exclusiva de la parte norte de los Andes [al noroeste del Amazonas]. En medio de la neblina y las ráfagas de lluvia, solo se encuentran frailejones, familiares altos y veleidosos de la margarita, que se extienden en forma de olas… Con flores amarillas brillantes que brotan de una corona de hojas largas, plateadas y lanudas, los frailejones se asemejan a las plantas del libro de un niño”. Wade Davis, The Lost Amazon.
“El páramo es una formación ecológica exótica y misteriosa exclusiva de la parte norte de los Andes [al noroeste del Amazonas]. En medio de la neblina y las ráfagas de lluvia, solo se encuentran frailejones, familiares altos y veleidosos de la margarita, que se extienden en forma de olas… Con flores amarillas brillantes que brotan de una corona de hojas largas, plateadas y lanudas, los frailejones se asemejan a las plantas del libro de un niño”. Wade Davis, The Lost Amazon. – Foto: Banco de la República

Magdalena: River of Dreams fue escrito por el etnógrafo y profesor de antropología de la Universidad de British Columbia mediante un proceso que el llama sociología inspirada en la casualidad. Esto no es otra cosa que dejarse capturar por la magia de los locales y vincular cada experiencia con ellos en un tejido magistral.

Wade Davis vino a Colombia por primera vez a los 14 años y se enamoró del país. Su madre le recomendó estudiar español, pues para ella, una curiosa y consciente profesora, esta sería la lengua del futuro. El joven Wade tomó la oportunidad cuando se organizó un intercambio de jóvenes que llegaron a vivir a Cali. A diferencia de muchos de ellos que se hospedaron en residencias en la ciudad, él escogió una familia en las colinas. Distinto a sus compañeros de viaje a quienes les dio “mamitis” y lloraban por volver a sus respectivos hogares, él por primeva vez sintió que había encontrado el suyo.

Colombia lo ha sorprendido tanto que es considerado el extranjero más colombiano del mundo, al punto que el expresidente Juan Manuel Santos le otorgó la ciudadanía. En su hoja de vida cuenta con más de 20 libros, pero el interés que ha suscitado este no solo en Colombia, sino en el mundo, es impresionante. “Me han felicitado personas de la guerrilla, del narcotráfico, lideres políticos, personajes de la cultura…”. En las entrevistas que le han hecho en los medios internacionales se refiere al Magdalena como el río que revela el alma de un país.

Eso mismo llamó la atención de Rick Steves, quien le preguntó al profesor por qué Colombia. Davis aclaró que era una gran pregunta relevante porque Colombia no tiene Macchu Picchu ni Ankor Wat como para tramar a cualquiera a primera vista, pero aun así cautiva a muchos que la conocen a profundidad. Y en ese sentido el encanto que tiene es su gente. “Colombia tiene a una gente maravillosa”.

Si él tuviera que resumirlo en dos palabras serían: colores y cariño. “Es donde la magia sucede a diario, es una tierra donde el cielo y la tierra confluyen en la mente de las personas”. Además de esto, destacó que es el más variado biológica y geográficamente del mundo, y relató el macizo colombiano, el lugar donde nace el Magdalena como un sitio alucinante en el que también brotan tres cordilleras.

El Magdalena es una celebración de un país cuyos mapas son de ensueño. Por esa diversidad geográfica el país también tiene una gran diversidad cultural, pues la gente que habita las zonas al nivel del mar es muy diferente a las de la alta montaña. “Además de eso, el país está ubicado en una esquina del continente, lo que hace que tenga una ubicación privilegiada». Destaca que Cartagena es una gran ciudad por su historia y arquitectura colonial, mientras que Bogotá tiene el encanto de sus montañas y Medellín un clima primaveral.

Pero hizo énfasis también en zonas menos conocidas para el turismo como Pereira y la Amazonia, que tiene el tamaño de Francia. “Es la más linda de todas las cuencas amazónicas”, dice. También habló de la Sierra Nevada, tierra de los arahuacos, una región que ellos controlan y preservan. También están el Darién y los Llanos, una fuente de música donde hay miles de ritmos musicales.

“Por todo esto, es un error que la gente vea este país como el foco de la cultura narco y como una nación insegura. La mayoría de los colombianos fueron víctimas de estos grupos y a pesar de todo el país ha mantenido su democracia y ha seguido adelante. Las guerras de Colombia no hubieran durado una semana sin el consumo de drogas en países como Estados Unidos. En cierto sentido, todos los que toleran el consumo de cocaína tienen sangre de colombianos inocentes en sus manos”.

Por eso su invitación a todos es que viajen sin miedo. “Colombia es de colores y cariños, no de violencia y drogas”. Recomienda muchas maneras de hacerlo: ir a la zona cafetera, viajar por río. Pero cualquiera que sea el territorio escogido, dice, “sea sabio y mantenga los ojos bien abiertos”. Así lo recomendaba Ernest Hemingway: viajar sin miedo y a la espera de que alguien diga algo que el mundo necesita saber. Como, por ejemplo, que en Colombia las flores vuelan y y se les llama mariposas.


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