Mi opinión
Estoy de acuerdo con Cecilia Bákula cuando insiste en que se respete el ideario inicial de la feria Ruraq Maki, hecho a mano, una fiesta cultural muy presente en la memoria ciudadana desde su creación en el año 2007; vale decir, que la estrategia impulsada por el Ministerio de Cultura siga promoviendo el arte tradicional de nuestros creadores y no se transite por el camino más trillado de incluir en el evento líneas productivas artesanales más industriales, a tono con la demanda de un mercado que prefiere lo novedoso frente a lo clásico, una circunstancia que ha empezado a observarse en las últimas ediciones de la exposición-venta de los últimos años, según la opinión de la ex ministra de Cultura.
En otras palabras, que la feria siga estimulando el trabajo de los artistas tradicionales, herederos en todos los casos de un saber antiguo, a veces milenario, que tiene que perpetuarse en el tiempo.
Lo digo con relación al patatús que se armó en las últimas semanas a propósito de la exclusión de algunos expositores a la feria de julio por parte de las nuevas autoridades a cargo de la selección. Soledad Mujica, gestora cultural vinculada desde sus inicios a la iniciativa gubernamental, dejó sentir su extrañeza en redes sociales por la omisión de figuras importantísimas del arte popular peruano en Ruraq Maki 2025 y de inmediato otras voces secundaron su malestar, tanto que el propio ministerio se vio precisado a recular -que fea palabra- y ampliar el cupo de feriantes de 140 participantes iniciales a 210, situación que lejos de poner paños fríos en el asunto volvió a mostrar los vaivenes de un portafolio que hace unos días nomás convalidó el recorte del parque arqueológico de las Líneas de Nasca, en Ica.
Claro, el tema es polémico. La plataforma digital Lima Gris se pronunció en una primera nota, luego lanzó una segunda bastante menos beligerante, acusando a Soledad Mujica, cesada en el 2012 de manera maledicente de la dirección de Patrimonio Inmaterial del ministerio respectivo, la oficina encargada de sacar adelante la estrategia Ruraq Maki, de estar valiéndose de sus influencias para direccionar la selección de los participantes a la feria y hacerlo utilizando las mismas “malas artes” empleadas para elegir a los representantes peruanos a las distintas festivales del libro y afines a las que nuestro país es invitado. ¿Recuerdan el caso? Para algunos, el malestar de la señora Mujica por las omisiones de la primera convocatoria –entre ellas la asociación Tinkuy de Tambogán, Huánuco, tejedoras de la manta blanca, una manifestación declarada Patrimonio Cultural de la Nación por el propio ministerio o la de Tater Rivera, Roldán Pinedo, Artemio Poma, conocidos maestros artesanos, por señalar algunos ejemplos- sería una expresión más del accionar de la misma argolla limeña que “cholea” a los creadores ajenos a sus intereses.
No estoy de acuerdo. Conozco el trabajo de Soledad Mujica, una terca defensora del arte popular peruano cuya labor ha sido fundamental para la construcción no solo del Ruraq Maki del que estamos hablando, sino también para salvaguardar d
el patrimonio nuestro tan venido a menos por el avasallante crecimiento de una modernidad que uniformiza la creación del arte popular, tradicional, para acomodarlo al gusto de unas mayorías cada vez más hipnotizadas por los colorinches y disfuerzos de la selfi-cultura en boga. Les dejo la opinión de Cecilia Bákula, me pareció muy pertinente a la hora de repasar lo avanzado en materia de protección de nuestro valioso acerbo inmaterial.
Por Cecilia Bákula, tomado de El Montonero
En los últimos días, esta hermosa feria de arte popular, de creatividad e intercambio, se ha visto envuelta en una serie de idas y venidas por parte del Ministerio de Cultura, que, pareciera haber olvidado la razón de ser de este evento. Eso ha motivado la respuesta, inquietud y molestia de muchos artesanos, artistas populares que han sido dejados de lado, no obstante haber sido reconocidos por sus méritos por la propia identidad.
Entiendo que la responsabilidad “técnica” de este problema radica en las decisiones que se han tomado desde la Dirección de Patrimonio Inmaterial; pero ante el público, es la institución la que pierde imagen. Una institución lastimada ya por el intento, gracias a Dios fallidos, de modificar arbitraria e injustamente el área declarada que protege las milenarias líneas de Nasca; con el agravante de que al ser un lugar declarado como patrimonio cultural de la humanidad e inscritas en ese registro el 17 de diciembre de 1994. Esa declaración, como en todos los casos, no es solo una distinción; es un compromiso que obliga al Estado peruano a proteger ese y cada lugar o expresión declarada.
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Si bien el Ministerio dio marcha atrás en esa infausta y errática acción, el daño ha sido hecho pues de alguna manera se ha hecho visible cierta inconsistencia en el manejo del patrimonio cultural y a ello, se agrega ahora las decisiones tomadas respecto a quienes son los artesanos y artistas populares que deben ser invitados a ser parte de Ruraq Maki que, en versiones últimas, mostraba la presencia de productos de tipo industrial, masivo y de calidad menor, lo que empezaba a ir en detrimento de la esencia de esa feria de arte tradicional, en manos de sus creadores más destacados.
Ruraq Maki nace el 2007 en el entonces Instituto Nacional de Cultura (INC) con el objetivo de ofrecer al público y a los creadores tradicionales y populares una feria de exposición y venta y se fue invitando a los más destacados maestros artesanos del país. Todos hemos escuchado y repetido muchas veces que el Perú es un portento de creatividad, diversidad y excelencia en el trabajo de muchos compatriotas que se esfuerzan y esmeran por mantener vivas sus tradiciones y sus saberes ancestrales, recibidos como una hermosa herencia trasmitida de generación en generación y que sin duda constituye, en conjunto, el elemento fundamental de nuestra identidad colectiva.
En esa oportunidad, hace ya más de 18 años, no imaginamos ni la acogida ni el éxito que ese empeño iba a significar. Se trataba de dar visibilidad “oficial” a artistas y artesanos y permitir un espacio en donde se hiciera no solo una exhibición de sus productos, sino una muestra del proceso creativo, incluyendo aquellas expresiones que al provenir de áreas geográficas muy lejanas, eran, sin duda, menos conocidas y no estaban en el radar de los circuitos comerciales ni del gusto ciudadano. Era evidente que la venta de esos productos era también un objetivo central, proponiéndose precios justos, con ganancia absoluta y total para los mismos creadores.
Es muy triste ver que ese esfuerzo transparente y exitoso se vea enturbiado por decisiones que al ser equivocadas, pudieran desnaturalizar el esfuerzo de estos años. Si bien es cierto que se ha logrado que la autoridad se retracte, es malo mostrar una imagen de cierta incoherencia, de desconocimiento ante la riqueza y valor de la obra de algunos artistas lo que en nada significa que nuevos valores no deban ser incluidos e invitados. Lo que se cuestiona es que, por un lado, el Ministerio de Cultura premia y reconoce a algunos creadores y al mismo tiempo, los margina.
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Ruraq Maki es una actividad esperada por los artistas y ansiada por el público en general. Se creó con mucha voluntad y con el esfuerzo de ser un espacio en el que la creatividad, producto de nuestra herencia milenaria fuera visible; que concurrieran artistas de todas las regiones y es así como se difundió mucho del arte de nuestro oriente con obras que nos han deslumbrado por su belleza y singularidad.
Ruraq Maki fue un sueño hecho realidad y en ese empeño ha quedado la huella de Soledad Mujica y el diseño inicial del espacio que aportó Marisol Ginocchio, creándose un espacio que une lo expositivo con tintes museográficos, con áreas de venta, de intercambio, de conocimiento y de admiración de aquello que vemos, adquirimos y sentimos cada vez como más nuestro.
Mucho puede haber cambiado en el tránsito del Instituto Nacional de Cultura al a veces ampuloso Ministerio de Cultura, pero Ruraq Maki es un elemento sólido de excelencia en la acción y la gestión cultural, habiendo logrado, inclusive, adecuarse a los sistemas más modernos de emprendimiento para establecer un enlace permanente entre el público y los artesanos a fin de que haya un catálogo permanente en línea, que facilita la oferta y las ventas durante todo el año y no solo los días de realización del evento. Es por ello que pretender dejar de lado a quienes en estos años han sido los maestros fundadores de este esfuerzo, reconocidos por su singular capacidad creativa, por el valor de sus obras y la amorosa trasmisión de los valores ancestrales, hayan podido, siquiera, dejar de ser convocados.
Ahora que el Ministerio de Cultura ha “ampliado” la convocatoria, debo decir que me felicito por ello, pero no deja de ser un pueril eufemismo esta ampliación, habiéndose marginado inicialmente a aquellos a los que el propio sector destacó y reconoció. Insisto en que debe haber lugar para nuevos valores pero no, para las manifestaciones industriales y masivas pues el objetivo de esta feria, que ha anidado en el corazón de los ciudadanos, busca y debe buscar promover el arte que crea, trasciende, promueve y rescata valores que no debemos perder.
Ruraq Maki ha sido en estos años un motor para la investigación, para la producción de documentales, publicaciones, catálogos y repertorios de artistas y artesanos que a lo largo y ancho del país, muestran su más destacado espíritu creativo, sin dejar de lado su esencia particular y única.
Deseo que esta próxima versión de Ruraq Maki, una vez superado este innecesario impasse, sea como ha sido siempre, una fiesta, una feria y una oportunidad de conocer y acercarnos a la belleza profunda de nuestro arte popular.