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Ulla Holmquist: “Los moches fueron la culminación cultural del arte erótico”

Checan es en la antigua lengua mochica el equivalente a la palabra “amor” y también es el nombre de la nueva sala dedicada a la más grande colección de huacos eróticos del país, un tema que en estos días cobró importancia mediática por la vulgarización callejera de un cerámico moche en un distrito de la ciudad de Trujillo. La sala Checan fue estrenada a fines del año pasado y ya se cuentan por miles las visitas que día a día recorren sus ambientes en el célebre Museo Larco, de Pueblo Libre.

La exposición permite viajar a través de la penumbra por la historia y la mitología sexual de los mochicas, una civilización que hace 1500 años tuvo su etapa de esplendor en el norte peruano. Cuando los cristianos llegaron y conquistaron el Tawantinsuyo, los moches ya eran un recuerdo y sus palacios eran ruinas en medio de las plantaciones. Pero si hoy sabemos algo de ellos es gracias a su prodigiosa cerámica, a su arquitectura ceremonial, a sus enigmáticos murales y, sobre todo, a sus complejos recintos funerarios y esos huacos eróticos que siguen sorprendiendo al mundo entero.

Y es que para entender a los huacos hay que imaginarlos en la interacción de unaceremonia...” Fotografía: Marco Cotrina
Y es que para entender a los huacos hay que imaginarlos en la interacción de una ceremonia…” Fotografía: Marco Cotrina

La noticia del “ataque” a esa escultura en un barrio de Trujillo dio la vuelta al mundo. Más allá del morbo y lo anecdótico puede ser una buena oportunidad para promocionar el arte mochica…

Esta representación en Trujillo es solo un cuerpo con un órgano genital exagerado. Ahí queda. Pero estamos hablando de los mochicas, de una organización política mayor, donde losartesanos eran una suerte de escribas con mucho peso social. No fue casual que estos huacos sean cuerpos de barro y que sean contenedores. No era el concepto del artesanos al que tú le encargas hacer algo. Esos artesanos son los escribas que ya saben qué contar. Son el artista que lo cuenta, el creador, el escriba tridimensional.

¿Por qué la exposición de la sala Checan empieza con árboles?

Tiene que ver con la regeneración constante de la vida. En las escenas mitológicas, la más contundente es una escena mochica que es el en precuentro sexual de Ai Apaec con la madre-tierra, del que brota el árbol de la vida. Pero el árbol de la vida es un concepto universal, está en todas las manifestaciones culturales…

Lo vemos hasta en el árbol de navidad, pagano y vinculado al solsticio…

Exacto. En la sala Checan hacemos un contrapunto de la navidad con el mundo andino. Con un encuentro regenerador que tiene que ver con una especial predilección en el mundo andino por modelar cuerpos. No son simples vajillas, son piezas que dejan fluir líquidos vitales…

Cierto, aquí veo huacos silbadores eróticos: los llenas con agua y al moverlos emiten sonidos…

Hay algunos porque el tema de la sonoridad es muy importante…

Cuando un huaco silbador representa a un loro, el sonido que emite es el de un loro, ¿cuáles el sonido que emiten esos huacos con escenas sexuales?

Emite un sonido como de viento, no son gemidos (se ríe). Además, son sonidos afines a elementos de la naturaleza. Pronto podremos escuchar en esta sala los sonidos de estas piezas. Es impresionante.

Es desalentador ver a los propios trujillanos posando con esa escultura y tratando de interenpretar el arte de hace más de mil años con los conceptos del siglo XXI, ¿cómo han hecho aquí en el museo para evitar esas interpretaciones?

Claro, como cuando le llaman “porno” a las representaciones de los huacos. En la primera sala presentamos piezas que demuestran que la relación de los mochicas con la corporalidades diferente a la nuestra. Ellos fueron la culminación cultural de todo un arte erótico pero con expresiones alfareras porque esa fue una de sus especialidades. Representan su sistema simbólico y su cosmovisión. La cerámica era para ellos una suerte de escritura, por eso tiene más de todo: más retratos, más frutos, más animales, más escenas eróticas…. y de un realismo impresionante.

También rompen con la denominación de “huacos de asa estribo”.

Lo que pasa es que no es una asa para cargar el huaco. Es un elemento formal de la vasija de cerámica, que lo que hace es conectar el interior con el exterior y cumple un concepto de conectar mitades y conformar una unidad. Como un río: cae el agua, se bifurca y luego va al gran contenedor. Es una ofrenda hidráulica.

¿Es un caso único el de los moches?

En los huacos Nasca, por ejemplo, es diferente: el agua está adentro y sale por los picos, que es lo que pasa en la zona de Nasca, donde el agua emerge por los puquios. Todas son formas tridimensionales con sentido hidráulico, pero en los moches no es un “asa estribo” es un “asa tinkuy”…

De “tingo”, unión de caminos…

Exacto y mira cómo conecta: cabeza y cola, corazón y vaginas… Algunas vasijas hasta pueden parecer “rudimentarias” pero está claramente representada la vagina, el clítoris. Hay un conocimiento anatómico del cuerpo. Por eso algunos investigadores sugieren que estas piezas fueron elaboradas por mujeres. Existe todo un simbolismo femenino: las aguas vienen de adentro como al momento de parir. O hay que fertilizarlo metiendole líquidos. Todo eso está representado con un sentido estético en femenino y en masculino.

Más allá de los huacos con enormes genitales, sorprenden la gran cantidad de huacos que representan genitales humanizados…

Aquí en la sala puedes ver, por ejemplo, una vulva antropomorfa con el clítoris como si fuera su nariz, los labios, y está tocando tinya (tambor) porque es femenino…

Será porque el tambor es el primer instrumento, el más antiguo, el que reproduce los latidos del corazón que escuchamos en el vientre materno…

Exactamente, es como estar dentro de tu madre. En esta exposición puedes ver las categorías que arman el mundo andino. Y es que para entender estos huacos hay que imaginarlos en la interacción de una ceremonia…

Con la distancia del caso, hoy en día se usa mucha representación genital en danzas carnavalescas y hasta en “despedidas de solteros”

Si te pones a pensar, en verdad, es parte de esto. Hay un humor y una puerta a lo que podría ser una celebración carnavalesca. Rafael Larco la atinó cuando habló de elementos de humor en estas representaciones cerámicas.

Todos los penes son circuncidados, ¿fue usual esta práctica en el mundo andino?

Es una excelente pregunta porque lo penes se representan con el prepucio que parece circuncidado. Pero no hay otras evidencias de esta costumbre cuando llegaron los europeos. Creo que les habría llamado mucho la atención por tratarse de lo que ellos denominaban “costumbres judeizantes”.

Siempre se asocian estos huacos eróticos con la fertilidad, pero la masturbación, el sexo oral, no son prácticas reproductoras. Llama la atención, además, que no hay señales de placer en los rostros de los personajes representados.

Es que no se está representando una foto de la realidad. Se representa la interacción, el encuentro de los cuerpos. Y en la cerámica mochica no vas a ver una escena con rostros de placer como no vas a ver una escena de cocina diaria porque no quiseron representar la realidad cotidiana. Son esculturas que representan el orden del mundo. No hay que verlos como ilustraciones de libro de colegio. Cuando tú vez un palacio o una “casita” representada en cerámica, no se trata de una vivienda, la verdad es que es un mausoleo, es la casa de los muertos. Esto que ves no es una vajilla, es un cuadro que representa la actitud de los dioses, que representa lo femenino, lo masculino.

Pese a la represión cristiana desde la conquista del Tawantinsuyo, lo cierto es que estos personajes eróticos y lujuriosos de la mitología andina nunca desaparecieron. Ahí están, por ejemplo, el chusalongo andino que aparece en la novela de Ricardo Vírhuez, o el katarká de los Ashuar, el míroni de los asháninka…

Es cierto, lo que se ha trastocado es el sentido de apropiación de esa belleza corporal. En estos huacos existe un gran conocimiento del cuerpo humano. Corporizaciones a través de la cual pasan fuerzas vitales y hay un vínculo con el cuerpo que tiene mucho que ver con la alfarería: El barro, la cerámica, es un elemento primordial en nuestra cultura. Es nuestro medio para describir el mundo. Aquí el barro se convierte en esa materia plástica para plasmar estas categorías. Hay un sentido del cuerpo que te permite que sea contenedor. Lo que hablamos al comienzo, lo sagrado del agua determina qué contenedores usar porque se animan con la fuerza vital del agua. Las vasijas son representaciones de espacio interior y exterior. La relación sexual amarra ambos mundos. Hasta los muertos siguen activos. Aquí tenemos una vasija donde una mujer masturba a una momia y la vasija es un canchero. No es casual, la abertura de esa vasija es la vagina con clítoris y todo. La cara de la mujer es arquetípica de la Pachamama.

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